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Rodas. El poder político de la aristocracia comercial.

 

José Antonio Aranda García

 

Grado Geografía e Historia (Universidad de Jaén). Master Interuniversitario Historia y Ciencias de la Antigüedad en Universidad Complutense de Madrid (España).

 

 

Resumen

Rodas, una pequeña ciudad del antiguo Mar Egeo consiguió sobrevivir entre los grandes reinos que aparecen después de la muerte de Alejandro Magno. A pesar de ser una polis nacida cuando las antiguas ciudades griegas decaían, Rodas mantiene la importancia de una polis hasta la llegada de Roma. La clave de su supervivencia se encuentra en el triángulo formado por los pilares del sistema económico, militar y político de la ciudad. Rodas, sin territorio, obtiene grandes riquezas del comercio, la banca y los impuestos de aduanas; se trata del principal suministrador de productos del Mediterráneo oriental y los mayores prestamistas y cambistas de la zona. La marina de Rodas, convierte a la ciudad, sin ejército, en un elemento fundamental en las guerras del mediterráneo oriental. El gobierno de Rodas, un sistema democrático, recae sin embargo en los grandes comerciantes que además son dueños de la marina de guerra. La unión de estos elementos en un poderoso grupo que gobierna con permiso de los ciudadanos, explica la supervivencia de una ciudad pequeña entre reinos gigantes.

Palabras clave: Rodas helenística, política, economía, marina de guerra, aristocracia

 

Abstract

Rhodes, a small town of ancient Aegean managed to survive among the great kingdoms that appear after the death of Alexander the Great. Despite being a born when the ancient Greek polis cities decayed, Rodas maintains the importance of a polis until the arrival of Rome. The key to their survival is in the triangle formed by the pillars of economic, military and political system of the city. Rhodes, without territory, obtains great wealth of trade, banking and customs taxes; it is the main supplier of products in the eastern Mediterranean and the largest lenders and money changers in the area. Navy Rhodes, makes the city, without an army, a key element in the wars of the eastern

Mediterranean. The government of Rhodes, a democratic system rests however on large traders who are also owners of the navy. The union of these elements into a powerful group that rules permit citizens, explains the survival of a small town between giant kingdoms.

Keywords: Hellenistic Rhodes, politics, economics, navy, aristocracy

 

 

I. Introducción

Desafortunadamente Rodas no cuenta con Platón ni con una República. Si bien otros estados de época helenística cuentan con gran cantidad de fuentes, para el caso de Rodas estas son más limitadas y escasas. Para el estudio del sistema político de Rodas en esta época, contamos con referencias en distintas obras de autores clásicos, destacando a Polibio, Estrabón, Cicerón o Diodoro; quienes no exponen con claridad el sistema de gobierno, pero de los que podemos inferirlo. Se trata además de autores pertenecientes a la época de decadencia de Rodas, que sin embargo, por su relativa cercanía temporal, aportan información que podemos considerar fiable. Sin embargo, la principal fuente para el conocimiento de las instituciones de esta polis la encontramos en la epigrafía, que se muestra sesgada al ofrecer información sobre elementos concretos.

La reconstrucción de las instituciones es, por tanto, compleja; se trata en buena medida de extrapolaciones de elementos conocidos para determinadas partes de aquellas en las que se divide la polis. Del mismo modo, buena parte de las hipótesis se formularán en relación con las instituciones que conocemos en otros estados similares.

 

II. Los orígenes de Rodas

Rodas se convirtió tardíamente en una polis, cuando estaba cercano el paso del esplendor de estas en la Antigua Grecia. Sin embargo, a pesar de ser una polis joven, supo mantener su estatus y libertad mientras las ciudades que habían brillado siglos antes, sucumbían al poder de los Reinos Helenísticos. La llegada de Roma y su desmedida política imperialista, que no conocía límites en su ambición, acabaría con la Antigua Grecia y sus siglos de esplendor; y con la polis de Rodas.

La polis de Rodas, que sería recordada hasta la Edad Media por haber construido el Coloso, una de las maravillas del Mundo Antiguo a ojos de los clásicos, debió buena parte de su importancia en época helenística a su privilegiada situación, aunque también a la habilidad de sus dirigentes para controlar la ciudad. La isla de Rodas se encuentra situada en un lugar estratégico, en el ángulo suroeste de la costa de Asia Menor, lugar de obligado paso en el comercio entre Egipto y la costa levantina, y el Egeo, el Mar Negro e Italia. Como Chipre o Halicarnaso, suponía una de las etapas en el comercio que bordeaba la costa (1) y que era de vital importancia en el suministro de las ciudades griegas, ya que no poseían tierras de cultivo suficientes, necesitando de constante suministro; por ello, tenían desde muy antiguo un sistema comercial muy desarrollado con gran variedad de artículos de toda índole y amplias redes comerciales que se extendían por todo el Mediterráneo. Se trata por otro lado de una de las islas más grandes del Egeo, sin dejar por ello de ser de pequeño tamaño, y que se encuentra ocupada en buena parte por montañas, por lo que, aunque durante la época helenística contaría con un dominio en el continente, la denominada Perea, siempre necesitó del comercio para su propia subsistencia.

La isla estuvo ocupada desde época arcaica por tres ciudades independientes: Lindo, Yaliso y Camiro. Pertenecieron a la Liga de Delos como miembros tributarios de la misma y participaron de parte de esta en la Guerra del Peloponeso, posiblemente con escaso aporte tributario debido a su pequeño tamaño. (2) Sin embargo, antes del final de la guerra, las tres ciudades se unieron en sinecismo creando en 408 a. C. la ciudad de Rodas (3) (aunque ya al menos en 411 a.C. había empezado el proceso de unificación (4)), en su búsqueda de un lugar favorable para la implantación de un puerto en la isla. La nueva ciudad nacía como capital de la isla, a la que emigraron gentes de las tres ciudades, aunque primeramente de Lindo (5); las polis previas quedaron integradas en esta nueva manteniéndose como centros de población en el nuevo territorio unificado. La nueva polis, contó con tres puertos (6), lo que permitía la especialización de los mismos y facilitaba el acercamiento según los vientos.

A pesar de su posición geográfica destacada, ya Diodoro y Estrabón indican que el éxito de la ciudad se debió en buena medida a su estructura social; además sin duda es fundamental la base económica del que llegó a ser un auténtico “imperio comercial” sobre el que se sustentó el poder de Rodas.

 

III. Auge y decadencia de Rodas.

Las instituciones de la ciudad de Rodas, irán irremediablemente de la mano de su evolución política. La pequeña ciudad se verá en multitud de ocasiones amenazada por los grandes estados cercanos, que influyen durante buena parte de su historia en su política interior.

Durante las Guerras Médicas, las pequeñas ciudades de la isla se vieron obligadas al pago de tributo a los persas; con la derrota de estos se unieron a la Liga de Delos pagando tributo. (7) Desde 411 a.C., decae la influencia de la Liga y se verán influenciados por la presencia de la flota espartana, que posiblemente usa la isla como base oriental; si bien en 398/7 a.C. son liberados por Conon, un ateniense exiliado al mando de una flota persa, acompañado por una revolución interna en 396 a.C. En 393 a.C. se alía de nuevo con Atenas contra Esparta. Apenas cinco años tras la revolución, en 390 a.C. un grupo de exiliados de Rodas pide ayuda a Esparta y ataca la ciudad con una pequeña flota, si bien los atenienses envían su propia flota a defender la isla; estalla entonces la guerra civil. En 387 a.C. la flota espartana retira su apoyo a la oligarquía, imponiéndose los demócratas con ayuda de Atenas. La paz se mantiene hasta 378 a.C. cuando Rodas se alía con la Segunda Liga Ateniense contra Esparta. Con la entrada en juego de Tebas en 363 a.C., Rodas considera la posibilidad de zafarse de Atenas, de modo que en 357 a.C. aparecen revelándose contra esta junto a otros estados como Cos y Bizancio; la libertad de estos será reconocida por Atenas en 355 a.C. Sin embargo, en ese momento caen bajo poder de Mausolo por el creciente potencial marítimo de Caria, que acaba dominando la isla. Con la llegada de Alejandro en 332 a.C., la isla se somete al control de este y le apoya con parte de su flota; el dominio se hace efectivo con la imposición de una guarnición en la isla (8).

Con la muerte de Alejandro y durante el breve periodo posterior de vacío de poder, los rodios expulsan a la guarnición y se nombran independientes. Esta independencia se mantendrá hasta la llegada de Roma, que acabará con la independencia de todos los griegos. A la par que Rodas se independiza, el Imperio de Alejandro se fragmenta en diversos reinos; varios de los cuales pretenderán hacerse con Rodas por la importancia de su situación estratégica.

Tras el enfrentamiento naval con Átalo, queda claro el potencial naval de Rodas en el Mediterráneo oriental; así, en 315 a.C., Antígono recurre a esta polis con la que se alía, aportando esta su flota contra el poder marítimo de Ptolomeo I (9). Sin embargo, en 306 a.C. Rodas se niega a aliarse con Macedonia para atacar Egipto, por su claro interés comercial con este; por ello, Antígono envía a su hijo Demetrio, quien cortará la ruta entre Rodas y Egipto y asediará la ciudad de Rodas. Diodoro relata el asedio de Demetrio con grandes maquinarias que requirieron de miles de trabajadores, y cómo los rodios fortalecieron sus murallas, fortificando su puerto circular, y cómo con su flota rompieron el bloqueo y destruyeron la maquinaria de asedio. Finalmente por intervención de Ptolomeo I, en 305 a.C., se retirarán las tropas de Demetrio y acabará el sitio de Rodas. (10) Con el equipamiento abandonado por la retirada de Demetrio, los rodios levantarían el famoso Coloso, una estatua del dios Helios, venerado en la ciudad, que sería el símbolo del esplendor de esta hasta su caída, apenas unas décadas después, e incluso después, lo seguirían siendo sus restos caídos.

Las diferentes monarquías helenísticas mantuvieron sus conflictos durante todo el siglo siguiente, ante la incapacidad de superponerse unas a otras, con enfrentamientos abiertos por el territorio, en las fronteras de Asia Menor y el Levante. Si bien en tierra firme destacarán los seleúcidas, en el mar, la influencia de Rodas será notable, más aún cuando decae el poder lágida en el Egeo; será entonces cuando Rodas se convierte en la gran potencia marítima. El potencial marino de esta hará que sea apelada a intervenir en diversos conflictos en los que se posicionará de uno y otro lado sin menoscabo de su gran interés, el control del comercio en el Mediterráneo Oriental. Frente a las otras poleis que decaen en el periodo helenístico, cayendo bajo el control de los diferentes reinos o bien siendo obligadas a la alianza en confederaciones para sobrevivir, Rodas mantendrá su independencia como polis libre.

Si bien no sabemos con certeza cuándo o cómo adquiere Rodas el territorio de la Perea, en la zona de Caria, parece probable que la obtuviera entre la llegada de Alejandro y la batalla de Corupedion; aunque la mejor oportunidad pudo presentársele en los años entre Ipsus y la caída de Demetrio en 286 a.C., cuando la zona apenas estuvo bajo control de Lisímaco. En cualquier caso, la zona fue ocupada por Rodas y su posesión no fue puesta en duda por el Reino Seleúcida, quizá por tratarse de una zona de poca importancia por su pequeño tamaño, de menor valor que el favor de Rodas. (11) Además de esta, adquiere las ciudades de Cauno y Estratonice: la primera pagada a Ptolomeo V con 200 talentos en 191 a.C.; la segunda, aunque no está claro, parece probable en 241 a.C., de Antíoco Hierax. (12) Si bien no queda claro el objeto de estas adquisiciones, al no tratarse de territorios fértiles o de grandes recursos, lo cierto es que Rodas se crea un pequeño imperio que administra mediante los estrategos de Perea, y que pudo servirle como primera línea de defensa contra su poderoso vecino, el Reino Seleúcida (13).

Desde mediados de siglo, la retirada de la flota egipcia del Egeo hizo recaer en la marina de Rodas el control de la piratería en la zona. La marina de guerra protegió las comunicaciones en los mares, permitiendo el comercio, que quedó monopolizado en manos de estos, quienes se enriquecieron a la par que sellaron alianzas con él. (14)

En 228 a.C., un terremoto sacudió la ciudad, derrumbando las murallas y el Coloso que se había levantado menos de un siglo antes. La destrucción de la ciudad causó un gran impacto en el Mundo Helenístico, que en un hecho sin precedentes, envió grandes cantidades de donativos desde todos los reinos para la reconstrucción de la ciudad (15). Llegaron ayudas de todo el Mediterráneo en grandes cantidades, así según Polibio (V, 88), Hierón II y Gelón enviaron 75 talentos de plata, por ejemplo (16). En todo caso es posible que el interés en ayudar a la polis se debiera a la importancia de esta como centro de control del comercio, siendo la principal suministradora de bienes básicos como el trigo, pero también la principal vía de exportación de bienes, de cuya venta dependían economías como la egipcia. La ciudad se había convertido para entonces en el gran centro del comercio del Mediterráneo Oriental, de tal manera que su supervivencia se superponía a las rencillas entre los grandes reinos que no dudaron en acudir en su ayuda de forma conjunta. (17)

En 220 a.C. Bizancio, ante la necesidad de pago de tributo a los galos y la falta de respuesta a la petición de ayuda a los griegos, estableció un peaje de paso en los estrechos; peligrando su comercio con el Mar Negro, Rodas se opuso y declaró la guerra a estos, consiguiendo la liberación de tasas y manteniendo su hegemonía comercial (18).

La hegemonía marítima de Rodas a finales del siglo III a.C. es innegable, destinando estos sus esfuerzos a mantener libres los mares de piratería y aliándose con los diferentes reinos enfrentados; en favor de sus intereses comerciales. Cuando en 205 a.C. Filipo V de Macedonia necesita de una flota en la que apoyar su política expansiva, encarga al pirata etolio Dicearco, al mando de una flotilla de 20 barcos, que capture barcos; este apoya a Creta en su guerra contra Rodas, con el objeto de debilitar la flota de estos; en cierto modo hubo de ser fructífera pues poco después Macedonia contaba con una flota (19). Se trató por tanto de un intento de debilitar a estos en el mar a la par que conseguían capturar barcos capturándolos de una flota en la que abundaban.

Será también a finales de este siglo cuando Roma entre en juego en el Mediterráneo Oriental, mediante la alianza con Rodas, que desde entonces aprovechará esta para fortalecer sus intereses comerciales. Con el ascenso de Ptolomeo V en 205 a.C. y el consiguiente debilitamiento de Egipto, la estabilidad que había existido durante todo el siglo se vio amenazada. Ante esta debilidad, Antíoco III y Filipo V decidieron repartirse las posesiones de Asia Menor y del Egeo de los Lágidas; así, el avance macedonio por Asia Menor inquietó a Rodas, que encabezó junto a Pergamo una petición de intervención a Roma en otoño de 201 a.C.; a pesar de lo cual Rodas perdía su territorio continental (20). Además, el avance de Antíoco sobre las posesiones egipcias indirectamente amenazaba los intereses comerciales de Rodas, muy ligados al devenir lágida. Roma interviene diplomáticamente pidiendo el cese de las hostilidades y enviando al ejército ante la negativa de Filipo V a la petición senatorial, llegando las legiones en 200 a.C. a Iliria (21). El papel de Rodas en esta segunda guerra macedónica fue de gran importancia pues aportó gran apoyo marítimo a Roma; en agradecimiento a esto, Rodas se convertía en la gran aliada de Roma en el Mediterráneo Oriental, siendo reconocida por el senado como amicus populi Romani y convirtiéndose en la principal potencia marítima en la zona (22). La importancia de la flota rodia vuelve a ser determinante en su apoyo a Roma contra el Reino Seleúcida en 192 a.C., que derivaría en la paz de Apamea de 188 a.C. por la que Rodas se beneficiaba con la adquisición de nuevos territorios en el continente en la zona de Licia y Caria al sur del rio Menderes, con excepción de algunas ciudades de importancia como Mileto o Halicarnaso (23). Con las nuevas adquisiciones, Rodas adquiría su mayor expansión, a la par que la desaparición de los grandes reinos aumentaba, en la práctica, el poder de su flota en el Mediterráneo Oriental. La ocupación de las nuevas zonas supuso, sin embargo, la oposición de los habitantes, que llevaron a rebeliones en Licia y Caria entre 178 a.C. y 167 a.C. y a fuertes represiones por rodios, que desembocaron en la petición de los ocupados de intervención romana (24).

La tercera guerra macedonia, no resultó sencilla de ganar para Roma, en tanto que los macedonios resistieron en envite de estos. Ante la interrupción del normal tránsito en el Egeo, Rodas interviene como mediador entre Roma y Macedonia, siendo finalmente considerado por Roma como traidor al llegar sus embajadores cuando Perseo ya estaba rodeado, por lo que el senado creyó la embajada como un intento de salvar a este; por ello, se le priva de sus posesiones continentales en 168 a.C. (25). El verdadero problema para Rodas llegó ese mismo año, cuando Roma convierte a Delos en puerto franco exento de impuestos en 166 a. C. y desde entonces, Rodas pierde gran parte del tránsito comercial, de donde la ciudad obtenía buena parte de sus riquezas en concepto de derechos de aduana en el puerto (26).

Tras esto llegó el declive de Rodas, que perdió su hegemonía marítima y comercial convirtiéndose en un estado dependiente de Roma, con la firma de un acuerdo de foedus. Desde entonces, la isla, bajo el poder de Roma, se convierte en el centro de educación de las aristocracias romanas.

 

IV. Los pilares económicos del poder de Rodas.

Durante casi un siglo y medio, el poder de Rodas se sustentó en la estabilidad de la ciudad, que aunque recibió ataques, mantuvo su integridad frente a los mismos por parte de enemigos externos y su estabilidad interna frente a revueltas. Tanto una como otra cosa, se debieron en buena parte al potencial económico de la ciudad, lo que le permitió gozar de cierta potencia militar y a la vez generar bienestar interno que evitara las sublevaciones; todo ello bajo el control de la poderosa aristocracia. El comercio, el control de una banca, su poderosa flota y la posesión de territorios en el continente, aseguraron la riqueza y estabilidad de la ciudad en un contexto de luchas continuadas entre reinos inmensos que no pudieron acabar con su independencia, como habían hecho con la de buena parte de las polis griegas. La inmensa riqueza de la ciudad permitió el mantenimiento de su poderosa flota, aunque más aún, la amistad del resto de estados, de los que fue suministrador y a los que ayudó en ocasiones con su inmensa fortuna y la liquidez de sus arcas. (27)

La riqueza de la ciudad benefició en particular a las élites aristócratas que se enriquecieron con el comercio marítimo y con la banca; a la par que hicieron brillar a Rodas como gran centro comercial del Mediterráneo Oriental, sin duda redundando en beneficio propio al hacerlo en el de la ciudad que gobernaban.

El comercio.

Durante época clásica el comercio estuvo controlado por Atenas, que estableció el centro del mismo en el Pireo; tras la llegada de Alejandro, en la nueva reestructuración del mundo, Rodas se convirtió por derecho en el sustituto de aquel y en nuevo centro comercial del Egeo; y sus élites en los nuevos grandes comerciantes.

Rodas controló, transportando de una a otra parte del mar, buena parte del comercio de manufacturas y productos elaborados, destacando las cerámicas de Megara, los metales, las joyas, tejidos, tapices, especias de África y piedras preciosas, madera para la construcción de barcos, además del rentable mercado de esclavos; que eran consumidos por las cortes helenísticas y la creciente burguesía comercial. (28) Pero sin duda el producto estrella de su comercio fue el grano, particularmente trigo de Egipto y del Ponto del que se abastecía, a través de Rodas, buena parte del Mediterráneo Oriental, como muestran las innumerables manijas de ánforas encontradas en Alejandría, en el Mar Negro y el Ponto (si bien parte del grano de estos lugares se consumía sin pasar por Rodas, en todo caso los financieros de la ciudad se hallaron tras su comercio); e incluso el grano de la lejana Sicilia se vio inmiscuido, como granero occidental, en el transporte de estos (29).

La propia Rodas producía productos para la exportación, destacando frutas, miel, uvas, pescados y minerales, de la isla y de la Perea. E incluso existía una industria de armamento rodio, como atestigua un envío de armas de Rodas a Priene (30); así como una manufactura de vidrio, de la mayor calidad del Mediterráneo que se atestigua antes de esta época y que continúa durante el helenismo, produciendo recipientes de vidrio, especialmente boles y platos de lujo (31). Sin duda, destaca la importancia del comercio de aceite y especialmente de vino, como atestiguan miles de ánforas rodias encontradas por todo el Mediterráneo, desde Cartago al Mar Negro (aunque también contendrían productos importados) (32).

El comercio de Rodas se vio además favorecido por la consecución por parte de estos de exenciones fiscales en todos los puertos en los que suministraban trigo, tanto en las ciudades de Grecia como en el Reino Seleúcida (en Cilicia y Siria por ejemplo) y en Siracusa (estos últimos como muestra de generosidad de los reyes tras la catástrofe del terremoto), al adquirir la ciudadanía en estas ciudades. Ello permitió un mayor florecimiento del comercio de esta ciudad (33), que experimenta su mayor crecimiento comercial sobre todo desde finales del siglo IV a.C.

 

 

La banca.

El uso de la moneda se haya tan extendido y las transacciones comerciales alcanzan tal grado que se crean cuentas en bancos y se usan letras de cambio en el creciente sistema comercial helenístico, en manos de las grandes economías de Rodas. La banca florece con las trasferencias y la gestión de cheques, pero sobre todo con el cambio de moneda, ya que por ejemplo en Egipto se prohíbe la moneda extranjera. El cambio supone gran beneficio pues en Egipto conlleva una comisión del 24% mientras que en la banca rodia tan solo el 10%. Los bancos se multiplican y aparecen tanto privados, como bancos de ciudades, como el de Mileto. Así mismo, los templos comienzan a usar sus fondos en operaciones de préstamo con interés. El creciente negocio comercial y económico aumenta a su vez la nueva burguesía formada por banqueros, comerciantes, cobradores de impuestos o armadores; el ciclo se completa con el enriquecimiento de unos y otros en prestación de servicios mutuos. (34)

El préstamo supone la otra gran forma de transacción bancaria. Así parece que Rodas fácilmente era capaz de gestionar, en concepto de préstamo monetario, más de 1 millón de dracmas anualmente. La elevada cantidad de transacciones hubo pues de contar con un órgano específico, un Banco Público, que atestiguan las fuentes que hablan de oficinas públicas dedicadas a banca con oficiales públicos llamados trapezites; además al parecer, al menos en ocasiones, se encontraban bajo control de un “arconte banquero” o archon trapezites, si bien también se hace referencia a funcionarios del templo. En todo caso, parece existir una dualidad entre asuntos de categoría marítima y no marítimos. Del mismo modo, parece florecer la banca privada que compite con esta y que posiblemente fuera prohibida como en otros estados había ocurrido. Además cabe mencionar la gestión de tesoros propiedad de corporaciones y asociaciones, que aumentan su significancia en el siglo II a.C. y que son utilizados como “fondos de inversión” dedicados al péstamo (35). La banca rodia se atestigua por ejemplo en el préstamo de un banquero rodio a la ciudad de Histiea entre 230 y 220 a.C. para que se abasteciera de trigo (36).

La importancia monetaria de la ciudad llega al punto de ser la única moneda capaz de mantenerse una vez Alejandro adopta el sistema monetario ático. Para entonces, el sistema rodio ya estaba asentado en buena parte de la Jonia, incluyendo Caria y diversos estados de las Cícladas y de la Propóntide; cosa que no cambia a pesar de la adopción por Alejandro del otro sistema (37). La moneda rodia resiste pues, como una de las aceptadas en todo el Mediterráneo Oriental. Sin duda, la mejor muestra de esto es la distribución de la moneda rodia, encontrada en todo el mundo clásico, del Nilo a Crimea y de Mesopotamia a Cartago.

Impuestos de aduanas.

Sin embargo, la mayor parte de los fondos de la ciudad provienen del cobro de tasas de aduanas a los barcos que realizan transacciones en el puerto de Rodas. La posición estratégica ya comentada y la gestión de gran parte del comercio lágida, hace que la ciudad obtenga importantes beneficios en concepto de aduanas. Con un tipo impositivo del 2%, en 166 a.C., antes del nombramiento de Delos como puerto franco, la ciudad obtenía anualmente 1 millón de dracmas (38), pues se considera que el comercio que pasaba por el puerto ascendía a un valor de 50 millones de dracmas u 8300 talentos de plata (Plb., XXX, 31).

Imperio territorial.

Si bien es cierto que la Perea bajo control de Rodas no era una zona de especial interés productivo, el aporte de esta a las finanzas de la polis es fundamental para el mantenimiento del sistema de la misma. El control de las zonas ocupadas se ejercía mediante estrategos, hegemones y epístatas, con funciones militares y judiciales; quienes gobernaban según comenta un embajador de Janto (Plb., XXV, 3-4) con verdadera dureza. La importancia de esta zona residía principalmente en el pago de tributo económico por parte de las ciudades dominadas; así, por ejemplo, entre las ciudades de Cauno y Estratonice pagaban en concepto de tributo a Rodas, la cantidad de 120 talentos de plata de forma anual (unos 720 mil dracmas), lo que suponía una verdadera fortuna para la época. (39)

 

IV. El poder militar de Rodas.

El poder militar fue clave para la supervivencia de la polis; entre las fuerzas militares destaca, sin lugar a dudas, la primacía de la potencia naval de Rodas, una de las marinas más poderosas de todo el Mediterráneo Oriental. En la flota encontramos cuadrirremes, y trirremes, ya que son naves de gran velocidad; destacan los navíos ligeros de diseño rodio, usados para proporcionar seguridad a los barcos comerciantes, base del sistema de comercio, de la economía de la ciudad y de la riqueza de los grandes comerciantes que dependía de la seguridad de sus cargamentos. A pesar de su poder, parece que la flota habitual era tan solo de unas 40 unidades, sin duda menor a la ateniense del siglo V a.C.; si bien la flota podía ser ampliada en casos de necesidad militar gracias al sistema de armadores privados, como ocurre en 190 a.C. cuando en un solo año se produce un envío de 75 navíos. (40)

La marina rodia fue temida por sus tácticas que arrasaban el inferior potencial de sus enemigos, en particular por la maniobra diekplous, con la que rompía las líneas enemigas y envolvía a los barcos rivales que eran fácilmente controlados. La potencia de la marina dependió por tanto, no solo de la capacidad naval de su flota, sino de la astucia de aquellos que la guiaban. Destacaban en este caso los cuadrirremes, ideales por su amplia potencia que combinaba con la maniobrabilidad de los mismos.

Si algo destaca de la flota de Roda es justamente que no se trataba de una flota rodia. Las naves que componían la flota de la ciudad eran armadas por individuos privados o por asociaciones privadas, que luego la ponían al servicio de la ciudad. El armador, por supuesto, obtenía a cambio beneficios de las intervenciones de estas, protección para sus naves y asentamiento de su poder. Generalmente la nave era tripulada por un tierarco que frecuentemente era aquel que la fletaba, o familiar del mismo. Si el armador poseía varios buques, encargaba el gobierno de cada uno de estos a un epiplous, un oficial capitán; así mismo, un escuadrón era liderado por un arconte, que comandaba un mínimo de tres barcos, con independencia del tipo que fueran estos. Si bien no está claro, parece que los tierarcos poseían el título de arconte y dependían del gobierno de la polis, en la figura de un almirante. En tiempos de guerra, sin embargo, el mando de la flota era regentado por un navarco, que se elegía como magistratura extraordinaria plenipotenciaria, como almirante de la flota, al que se dotaba con amplios poderes militares y políticos. La marina estaba compuesta por ciudadanos rodios; siendo esta una de las formas de ascenso social en un sistema de “cursus honorum”. (41)

Además de la marina, encontramos una fuerza militar terrestre de menor importancia en comparación, pero que sirvió a la polis para mantener el control de sus posesiones continentales en la Perea, una zona que aparece con un régimen de sometimiento militar. (42) Los oficiales eran sin duda rodios, si bien el ejército se componía casi exclusivamente de mercenarios de Creta y de Anatolia principalmente, lo que no es de extrañar debido al amplio poder económico de Rodas y la preferencia del uso de la ciudadanía en los asuntos comerciales y navales, en lugar del control de la zona continental, de menor valor para la ciudad.

El ejército de tierra, frente a la marina, era comandado por diez estrategos, destacando entre estos el “estratego de la isla” y el “estratego de la Perea”. El primero se encargaba de la seguridad de la isla de Rodas, comandando a tres hegemones, uno para cada distrito de la isla (las tres ciudades originales); estos a su vez comandaban a un epistate cada uno, al que dejaban en particular la seguridad de la ciudad del distrito. En el caso de los territorios fuera de la isla, es de suponer que en aquellos pertenecientes a Rodas como parte del territorio de la polis se repetía el sistema de esta; mientras que en las zonas de la Perea subordinada, estos servirían como poderes militares y civiles de control del territorio ocupado. En cualquier caso, se trataba en todas las ocasiones de cargos elegidos por la asamblea de la ciudad, con carácter anual y posiblemente remunerados, al menos los estrategos. (43)

 

V. Organización política y social de la polis.

Las pequeñas poleis de la isla estuvieron gobernadas tradicionalmente por un sistema oligárquico. Este se ve sin embargo doblegado por la democracia cuando la isla se encuentra bajo protección de la Liga de Delos y por tanto de la demócrata Atenas.

Sin embargo en 411 a.C., con apoyo de Esparta, y ante la falta de ayuda de Atenas, que en ese mismo año se veía imposibilitada por las revueltas oligárquicas internas; las oligarquías consiguen derrocar a los gobiernos demócratas volviendo a imponer su poder. La nueva polis que surge por sinecismo de las antiguas, debió tener un gobierno oligárquico del que formaran parte las élites de los asentamientos originarios de forma igualitaria, como muestra el hecho de que la elección del sacerdote epónimo de la polis se alternase entre los originarios de las diferentes poleis (44); además la flota espartana aún permanece en la isla en 405 a.C., lo que reforzaría la hipótesis de un gobierno oligárquico.

Berthorld considera que con la revolución de 396 a.C. se establece un sistema democrático, según la teoría de Fraser, que se mantiene hasta 355 a.C. cuando la isla cae bajo la influencia de Mausolo de Caria, que instaura un sistema oligárquico encabezado por Agesiloco y dependiente de aquellos. Posteriormente tomarán el poder los hermanos Mentos y Memnon que harán a la isla dependiente de Persia. Alejandro restaurará el sistema democrático (aunque algunos consideran la teoría de Caratelli, de que el sistema democrático aparece con Alejandro en 332 o 325 a.C. ya que se trata de un periodo de mayor estabilidad) (45) con una estructura constitucional que será la base del sistema de Rodas hasta su caída ante Roma. (46)

Instituciones y organización política.

Se trata en todo caso de una democracia particular, en cierto modo limitada, que sin embargo algunos autores consideran como la mejor forma de gobierno (Plb. XXXIII, 16, 3 o Strab. XIV, 2, 5), muy superior al de otras ciudades, lo que permite su prosperidad, recalcando las alianzas de estos con Roma y los reyes helenísticos, así como el potencial de su flota. Destaca la moderación de sus gobiernos, de tendencia demócrata, con la eliminación de los problemas asociados a una asamblea poderosa; por eso algunos autores antiguos, en particular Estrabón destaca que no se trata de un sistema democrático, a pesar de la apariencia de demócrata de sus instituciones desde nuestra visión actual. Posiblemente esta consideración parta del poder de las clases aristocráticas, de donde se nutrirían los altos cargos del poder civil y militar, que gobernaban la ciudad. Entre estas encontramos una especial consideración como consejeros por parte del demos, y la dotación de los mismos con títulos honoríficos por parte de la ciudad. (47) Sin embargo, a diferencia de los romanos, las clases nobles no tenían un derecho especial a ostentar tales cargos, sino que se les permitía, limitando en cierto modo el libre acceso a los mismos, en pos del mantenimiento de la riqueza y la prosperidad de la ciudad. A la par, el gran poder de los prítanos y del consejo, limitó las capacidades de actuación del pueblo. Se mantenía así por tanto un equilibrio de poderes que permitía la prosperidad y la paz interna de la ciudad. (48) Tenemos que diferenciar entonces entre: la existencia de una estructura política y constitucional de derecho, y la concentración del poder político y económico dentro de esta estructura; la estructura es democrática, pero el poder recae respetando esta, en determinados grupos. (49) Fueron estas cualidades, similares a las del sistema romano, las que decantaron la preferencia de Roma por esta polis en sus intervenciones en el Egeo; y fue por ello Rodas, la elegida por aquellos en su proceso de conquista. Sin saberlo, con su ayuda a los romanos, aunque consiguió beneficios importantes, Rodas vendía su libertad y el mundo helenístico a Roma. Sin embargo, para Rodas solo importaba Rodas, más allá de posibles ideologías panhelénicas.

La igualdad entre las ciudades originales en la participación en la nueva parece haber sido clara, como muestran las inscripciones de agonísticas, con aporte equitativo de miembros a los órganos de poder, de los que participaban miembros de las tres antiguas poleis (50). Según Berthold, encontramos una serie de instituciones que resultan representativas de los sistemas demócratas griegos. Destacan algunas que expongo seguidamente.

El mayor órgano de poder civil era el Consejo, compuesto por un número desconocido de miembros pagados y elegidos entre el conjunto de los ciudadanos para una legislatura de seis meses (51). Este consejo cumplía las funciones propias de la bolué: preparaba las asambleas mediante la generación de propuestas por sus miembros, que luego eran llevadas a votación de la asamblea de ciudadanos, tenía pues el poder de propuesta de leyes, pero no así el de su aprobación. Además lideraba el gobierno, representaba al pueblo rodio y recibía embajadas y personalidades; cumplía pues funciones propias del “órgano ejecutivo”. No está claro si poseía ciertas funciones judiciales, en todo caso sería en lo relativo a penas capitales. El consejo era presidido por los prítanos, que formaban un cuerpo de cinco miembros, que se elegían de entre el cuerpo ciudadano de forma anual; además nombraban embajadores en nombre de este y de la ciudad. (52)

Sobre el consejo estaba la Asamblea de ciudadanos, la ekklesía, formada por el conjunto de los ciudadanos rodios, que había de reunirse por ley una vez mensual. Como en buena parte de las democracias griegas, poseía plenas capacidades legislativas, pero se limitaban a ser un órgano decisorio y no tenía capacidad de propuesta, pues esta pertenecía al consejo. Esta asamblea, reunida en el teatro, decidía mediante voto a mano alzada las relaciones con otros estados (guerra y paz) y votaba leyes y decretos. (53) Además, podía determinar la elección del ejecutivo dos veces al año mediante el sistema electoral; siendo este el elemento clave que marca al sistema como democrático, puesto que la ciudadanía retenía el poder de revocar al grupo dirigente, aunque este fuese de la clase aristócrata. (54)

La justicia era administrada por tribunales populares, los dikasteria, que se componían, según una inscripción de autor desconocido, de miembros elegidos al azar de entre el pueblo con independencia de su nivel económico. El hallazgo del palacio de justicia ha permitido confirmar esta declaración anónima, así como relacionar el funcionamiento de este sistema judicial con el ateniense, que parece haber sido su prototipo; de hecho se han hallado varios pequeños tickets de bronce que habrían sido usados para la elección del jurado mediante el empleo de una máquina de sorteo o kleroterion, tanto para la elección de estos cargos como para otros de tipo religioso. (55)

Existía otra amplia gama de cargos oficiales y suboficiales medios, así como oficiales y suboficiales militares, que formaban parte de sistema público de la polis y permitía el gobierno de esta, actuando bajo la autoridad del consejo y los prítanos de Rodas. Al igual que por participar en la Asamblea y servir en las Cortes y en el Consejo, parece que estos cargos públicos ejercidos por ciudadanos cobraban por esta actividad; tanto en cargos militares y políticos, como en religiosos. Esta tendencia parece haber sido heredada de Atenas también, sin embargo Rodas tomó tan solo parte pues, por ejemplo, no edita en piedra las propiedades de los cargos públicos, como si se hace en la ciudad ática para controlar la actividad de estos cargos y evitar casos de corrupción en el poder. (56)

A pesar de la fusión de las ciudades antiguas, estas parecen haber seguido teniendo cierta autonomía en los asuntos de carácter cotidiano, concesiones y gestiones de tipo civil, social y religioso, así como en lo referente a los cultos. Destaca la existencia de senados locales formados por los denominados mastroi. (57) Una de las funciones del senado local era emitir decretos oficiales relativos a concesiones públicas y asuntos de interés local, como la erección de una estatua o el derecho de participación en un festival; del mismo modo el aporte para el mantenimiento de santuarios y otros bienes comunales. (58)

Otros cargos no militares también se asociaban con las ciudades originales, como los patrai, diagoniai y ktoinai, que aparecen en las inscripciones, pero no son muy conocidos, ni en su funcionalidad, ni en su papel en el sistema, y que parecen ser cuerpos públicos o semipúblicos de la estructura social de la ciudad, basados en parentesco. En todo caso, si bien parece que tenían funcionalidad en el pasado, tras la fundación de la ciudad no son más que asociaciones sin un cometido político claro. (59)

Además, las ciudades continuaban siendo las capitales de los demos asociados a las mismas, en los que el estado rodio se dividía. Estos demos, constituían la unidad básica de división del territorio y de adscripción al mismo, como ocurría en el Ática. Si bien en general son poco conocidos, parecen haber existido 55 demos: 33 en la isla de Rodas y 13 en las islas, posiblemente 12 en cada antigua polis (con seguridad había 12 en Lindos); la ubicación de los restantes es incierta. Aunque no sabemos con certeza cómo funcionaba el sistema de demos en la toma de decisiones, parece que estos se asociaban en la pertenencia a tres tribus o phylai existentes en cada una de las ciudades originales; estos se alternaban en la elección de los oficiales de sus ciudades. Cada uno de ellos se componía de cuatro demos (existían por tanto doce demos en cada ciudad, organizados en 3 tribus), que se alternaban en la elección de sacerdote epónimo de la ciudad. (60)

Como se ha indicado antes, aparecen una serie de demos asociados a islas, pues parece ser que ciertas islas menores del entorno de la isla de Rodas pertenecían a las ciudades de estas. Este es el caso de las islas de Karpatos, Jalki o Syme, que pertenecían a estas ciudades antes del sinecismo de las mismas. U otras como Megiste que se incorpora en el siglo IV a.C., Nisiros y Telos en el siglo III a.C. o Sarus y algunas otras que desconocemos que se incorporaron en estos siglos. Encontramos además un pequeño territorio en la península de Loryma propiedad de los rodios antes del sinecismo, así como el enclave de Daedala. (61) Estos diferentes territorios eran parte efectiva de la polis de Rodas, siendo sus habitantes iguales en derechos a los de la capital y los de las ciudades; si bien los diferentes territorios quedaban bajo la jurisdicción y administración de las tres ciudades originales. Otros territorios adquiridos tras la muerte de Alejandro no adquieren los mismos derechos de ciudadanía, sino que quedan bajo control de la polis en un régimen distinto, en cierto modo colonial; a estos se les conocía por el nombre común de Perea. En todo caso, la pertenencia a un demos se vuelve un requisito indispensable para poseer derechos de ciudadanía.

Encontramos una divergencia entre los poderes central y local, que compiten en las funciones de cada cual, así: de una parte el sistema central se apropia de parte de los poderes de los municipios, aunque a la par, depende del sistema de demos tanto para su funcionamiento como para el ejercicio de la ciudadanía (62). El demos parece tener dos niveles de funcionamiento: uno común en Rodas y otro aquel que se encontraría bajo la autoridad de este y que sería el propio de cada una de las ciudades previas; del mismo modo parece funcionar para los demos de la Perea integrada a la polis, a diferencia de la sometida. Los habitantes de estos demos locales son denominados dametai, en diferenciación a los residentes originarios de los otros demos, denominados katoikeuntes. (63)

Frente a esto, en el asty de Rodas, la capital, se reunía la mencionada asamblea como órgano máximo de toma de decisión, en la que las diversas ciudades tenían igual representación. Para la ciudad se plantea la hipótesis de la existencia de una afiliación a uno de los demos externos como ocurría en otras polis de Grecia (64). Si bien esta es una hipótesis indocumentada, sí que parece haber existido una planificación urbana que preveía la separación en grupos de la ciudadanía, a los que posiblemente, con posterioridad, pudo asignárseles un demos de los existentes tradicionalmente. (65) El poder central tenía además las capacidades militares pues, contaba con strategoi, hegemones y epistatai, que servían tanto para la defensa como para el control del territorio interno y de las posesiones coloniales. Contaba así mismo con la capacidad para ejercer el poder político centralizado en la Asamblea y el Consejo.

Aspectos sociales.

Destaca en primer lugar un grupo constituido por la aristocracia urbana, enriquecida por el comercio marítimo que creó sistemas de redes familiares que abarcaban buena parte de la riqueza de Rodas. En este cabe incluir el grupo constituido por los grandes marinos, los ya mencionados navarcos, una suerte de capitanes de barco, que aparecen en las fuentes como soldados especialistas en artillería naval que ascendían a comandantes de los buques. Se trató de una auténtica “Aristocracia del mar” tejiéndose redes familiares entre los individuos con estos cargos y heredándolos sus hijos, reforzándose el grupo con la creación de “asociaciones de antiguos combatientes”. Esta nueva élite conservaba en secreto las técnicas de construcción naval, la estrategia marítima y la diplomacia, y aportaban el alto funcionariado de la isla. Esta clase social, estableció durante medio siglo una situación de paz manteniendo la ciudad bajo su control, y el orden en el mar con la persecución de la piratería. Además, según Estrabón, se preocuparon por mantener el orden interno de forma pacífica, interesándose por la situación de los más desfavorecidos en Rodas. (66)

Las clases sociales más bajas, lejos de revolucionarse como había sucedido en las poleis griegas, se mantuvo en orden bajo un cierto paternalismo de la clase alta, que se preocupó por el bienestar y el suministro de estos. Así, los ricos, suministraron sustento a la población y también aportaron de su fortuna lo necesario para las festividades y liturgias. Se trataba de un evergetismo con el que la clase inferior se veía beneficiada, de tal forma que consentía los posibles excesos de poder de aquellos; en el fondo no difería en exceso del realizado por los reyes helenísticos. Esta suerte de plebe dependiente, sin embargo, pudo ser sostenida a cosa de buena parte de los recursos económicos que producía el imperio comercial de Rodas. (67)

Resulta particular, en el caso de Rodas, el sistema de adopción, que se da en gran cantidad en esta polis como muestran las inscripciones. Cabe destacar diversos aspectos en cuanto a esta forma de parentesco: se daba sobre todo entre la aristocracia, se adoptaban mayoritariamente adultos y, en tercer lugar, no se trataban de actos espontáneos, sino premeditados dentro de un planeamiento. Sin duda, hay que relacionar esta actividad con el sistema de propiedad. Cabe mencionar también que no existían, como en Atenas, restricciones de adopción, pero que se daban tan solo en vida (a diferencia de aquellos). Sin embargo, la peculiaridad de la adopción en Rodas posiblemente fuera el mantenimiento por parte del adoptado de una doble pertenencia, tanto a su demos de origen como al de su padre adoptivo, adquiriendo por ello los derechos de uno y otro demos; no tan solo los derechos sobre la propiedad, sino también posiblemente, sobre la participación en las instituciones. (68)

El mantenimiento de la paz interna, permitió la pervivencia de viejas agrupaciones gentilicias como los patrai, que si bien no tuvieron importancia en la política de la república, continuaron siendo de importancia en el culto, dando un cierto aire aristócrata a esta; que no deja de ser, por otro lado, muestra de la tendencia rodia a la asociación. Este asociacionismo se muestra especialmente en las “asociaciones de antiguos combatientes”, en las que se reúnen estas aristocracias que detentan el poder efectivo de la ciudad, tejiendo redes clientelares sobre su capacidad económica y de negocio.

La tradición asociativa era una de las características propias de Rodas, posiblemente fomentada por la gran cantidad de extranjeros que vivían en territorio rodio y utilizaban esta como forma de integración en las actividades comerciales, lo que permitía a su vez la fácil extensión de redes en el exterior. Obviamente cabe distinguir entre la tipología asociativa de los primeros, la tradicional rodia en la que sin duda estaban excluidos los extranjeros, de la segunda, formada por estos, pero a semejanza de aquellos. (69)

Existieron en Rodas toda una clase de ciudadanos de segunda que veían sus derechos limitados frente a los de los ciudadanos de pleno derecho. Los extranjeros tenían un estatus diferente, eran considerados mayoritariamente metoikoi y algunos otros epidemia, al parecer de mayor estatus que aquellos y más cercano al de ciudadano. Por su parte, los mestizos de hijos de ciudadanos y extranjeros eran los matroxenos, ciudadanos, aunque de menor distinción. (70) Además, respecto a los extranjeros, encontramos un grupo de individuos denominados rhodioi, ciudadanos de segunda con derechos civiles pero sin afiliación a un demos, carentes por tanto de derechos políticos; estos suponen una bolsa de población con la que engrosar el conjunto de los ciudadanos (71).

 

VI. La herencia de Rodas.

La pequeña y efímera polis, dejó un rastro que llega a nuestros días en diferentes ámbitos; su legado fue de importancia en la época antigua e incluso hoy siguen siendo usadas algunas de las cosas que ellos crearon.

Rodas se convierte en la ciudad de las ciencias a la que acuden las aristocracias romanas en su formación. Destacan las escuelas de retórica, famosas desde la de Esquines; así como la filosofía estoica de Panecio y de Posidonio de Apamea. En el campo de las artes destacarán los escultores con tendencia al patetismo de Pérgamo. (72)

Otra de las herencias de Rodas, que llega a nuestros días, es el derecho marítimo, que fue heredado por Roma en tiempos de Augusto; posteriormente fue compilado en Bizancio en el siglo VIII d.C. por León el Isáurico y después en los Estatutos de Ragusa y el derecho veneciano, base del actual derecho marítimo. (73)

Entre el legado de Rodas no podemos dejar de mencionar a Apolonio de Rodas, que no era de la ciudad, pero que adopta la misma y pasa en esta gran parte de su vida, y que destaca entre otras cosas por ser bibliotecario de la famosa Biblioteca de Alejandría.

Apolonio nos lega su obra Las Argonáuticas, en las que al estilo de la Odisea narra las aventuras de Jasón en su búsqueda del vellocino de oro. La importancia de esta reside por ejemplo en la muestra de diversas tradiciones de la época y de la forma de pensamiento en el devenir sus personajes.

 

VII. Conclusión.

Rodas fue una pequeña polis que nació a finales de la época clásica, de esplendor de las mismas. Poco después de su creación el mundo Mediterráneo Oriental dejó de estar gobernado por poleis para pasar a estarlo, tras la muerte de Alejandro Magno, por los inmensos reinos helenísticos ante los que sucumbieron los antiguos estados. Sin embargo, a pesar de tratarse de una pequeña ciudad en un mundo de gigantes que luchaban a su alrededor, la ciudad de Rodas, en la frontera entre los grandes reinos, no solo no fue conquistada, sino que ocupó un lugar determinante en la estrategia geopolítica de esta parte del Mediterráneo. ¿Cómo pudo sobrevivir en tales circunstancias? Una serie de factores adecuadamente combinados parecen tener la respuesta de su éxito.

En primer lugar hay que destacar la gran riqueza de Rodas, adquirida con el control del comercio del Mediterráneo Oriental, en particular el del grano, fundamental para la supervivencia de las ciudades; así como la banca. La importancia de estos deriva en dos vías: de un lado en el enriquecimiento de las clases aristócratas -comerciantes, que se hacían poderosas y a la par generaban consumo y fomentaban el comercio de bienes de lujo; y además el enriquecimiento de la ciudad que se enriquecía mediante las tasas impositivas del puerto. La situación de la ciudad como centro del comercio y la riqueza de la misma hacía que Rodas se convirtiera en un estado indispensable en el funcionamiento de toda la zona: abastecía a las ciudades, fomentando la riqueza de estas y el orden interno con el suministro constante, y prestaba a los estados cuando estos lo necesitaban parte de sus inmensas riquezas; por todo ello, la ciudad se ganó el favor de los otros estados, posibilitando su propia subsistencia. La riqueza de Rodas, en manos de las aristocracias, que manejaban esta, tanto la suya privada como la pública, hizo a estas cada vez más ricas y poderosas ante su capacidad para crear redes clientelares.

En segundo lugar es de tener en cuenta la importancia de la flota de Rodas, que sostenía el poderío militar de la ciudad y la protegía, influyendo en esta en cuatro formas principalmente. De una parte con la protección del mar manteniendo el orden en el mismo mediante la persecución de la piratería, lo que a su vez revertía en la protección del comercio que enriquecía a la ciudad y los aristócratas; riquezas con las que se mantenía y se reforzaba la propia flota por parte de estos. De otra parte en lo referente al potencial de la marina de guerra con la que apoyaba a unos y otros estados en sus enfrentamientos. Una tercera línea a tener en cuenta deriva de este potencial, la capacidad de la propia polis para defenderse vía marítima de los otros estados, que no tenían otra forma de atacarla al tratarse de una isla. Finalmente, y de mayor importancia para la estructura política de la ciudad, la marina servía para reforzar a la clase aristócrata dirigente que mantenía el orden en la polis y fomentaba el sistema comercial del que se enriquecía, a la par que les generaba poder como navarcos de la ciudad. La marina por tanto servía a los intereses de todos los estados mediante su apoyo, temor, garantía de paz o mantenimiento de la estabilidad de la propia ciudad, pero sobretodo de las aristocracias de Rodas, dueñas de la misma.

En tercer lugar destaca el sistema sociopolítico de Rodas como elemento de control de la ciudad, garante de su capacidad frente a otros estados y de la estabilidad interna de la propia polis; tres elementos han de ser tenidos en cuenta. De una parte la existencia de un sistema democrático en el que sin embargo ciertas familias propietarias enriquecidas por el comercio y poderosas por el control de la marina, tenían ciertas capacidades de influencia sobre decisiones de la polis, tanto por el respeto de la ciudad a su consejo como por la propia ocupación de los altos cargos por ellos; con esto se fomentaba desde dentro del sistema el propio enriquecimiento de las elites de las que eran miembros. Estas aristocracias se enriquecían buscando su propio beneficio, pero colateralmente generaban riqueza en la ciudad y fortalecían la marina, con las consecuencias ya mencionadas. De otra parte, la brillante gestión de la aristocracia para mantener el orden interno mediante el uso de parte de sus riquezas en proyectos de evergetismo y en generación de clientelismos, generaba una dependencia por parte de las clases bajas hacia las altas, que derivaba en la permisividad de aquellas del exceso de poder de estos. Esta permisividad con que pagaban el evergetismo posibilitaba la intervención de las elites en los órganos de gobierno, que influían buscando la posibilitación de ventajas con las que poder enriquecerse. De cara a la política exterior, eran estas elites las que posibilitaban el comercio que abastecía a los estados y también las que comandaban la flota de la polis y ejercían en nombre de la polis alianzas y relaciones con otros estados; resultaban por tanto fundamentales en el mantenimiento de Rodas. Y sobre todo, la existencia de las mencionadas asociaciones, que permitía que estas aristocracias marítimas fueran endogámicas y mantuvieran el control de la ciudad, mediante el control indirecto de las clases bajas.

Riqueza, poder naval y aristocracia, giran en Rodas en un bucle que se retroalimenta en todas las direcciones. Los tres elementos y más aún su interrelación son pues fundamentales para explicar el gran poder de Rodas, que granjeó el respeto de los poderosos estados que le rodeaban, posibilitando la supervivencia de la ciudad durante la mayor parte del helenismo, hasta la llegada de Roma; que al menos al principio quedó maravillada por la sutileza del control aristócrata de aquella república que, como la suya, era dirigida como un sistema oligárquico. Rodas supone, en definitiva, el modelo de sistema político real de los estados de este momento, en los que el poder aristócrata y económico es capaz de controlar los resortes de la república, y que tendrá su mayor exponente en la propia Roma.

 

Notas.

1 En la antigüedad destaca el comercio marítimo sobre el terrestre, que solía ser de cabotaje, si bien se conocía la navegación en profundidad. De esta importancia del mar se explica la preponderancia de la ciudad costera y la necesidad de una flota.

2 DOMÍNGUEZ MONEDERO, A. J. y PASCUAL GONZÁLEZ, J.: Esparta y Atenas en el siglo V a.C., Madrid, 1999, pp. 193-196.

3 Diod., 13, 75

4 PAPACHRISTODOULOU, I., “The rhodian demes within the framework of the function of the rhodian state”, en Grabielsen, V. (ed.), Helenistic rhodes: politics, culture, and society, Oxford, 1999, p. 27.

5 Strab. , XIV, II, 9-11

6 Según Lévêque (2005, 30) uno para la armada, otro para el comercio y un tercero para escalas. Por su parte Préaux considera tan solo dos.

7 BERTHOLD, R. M.: Rhodes in the Hellenistic Age, Londres, 1984, p. 19.

8 Ibid, 1984: pp. 22-34.

9 Ibid, 1984: pp. 59-63.

10 PRÉAUX, C: El mundo helenístico. Grecia y oriente (323 – 146 a. C.), tomo I y II, Barcelona, 1984, pp. 127-129

11 BERTHOLD, R. M.: 1984, p. 83.

12 Ibid, 1984: pp. 83- 85.

13 Ibid, 1984: p. 86.

14 PRÉAUX, C: 1984, p. 276.

15 LÉVÊQUE, P.: El mundo helenístico, Barcelona, 2005, p. 29.

16 Plb, V , 88

17 Destaca sin duda el aporte de Ptolomeo III que envía material para la construcción de una flota naval y grano en abundancia: abúndate madera de pino, 3000 talentos de bronce para la reconstrucción del Coloso, 100 arquitectos y más de 400 trabajadores. Pero también Antigono III de Macedonia que envía 3000 talentos de hierro o 300 mil medimnos de grano. Y Seleuco II con 10 quinquerremes, mil talentos de resina y 200 mil medimnos de grano. En GRABRIELSEN: 1997, p. 77.

18 PRÉAUX, C: 1984, p. 276.

19 WILL, E.: Histoire politique du monde hellénistique(323 -330 a. C.), tomo 2, Nancy, 1982, pp.104-105

20 Ibid.: 1982, pp. 128-129.

21 BERTHOLD, R. M.: 1984, p. 127.

22 WILL, E.: 1982, p. 293.

23 BERTHOLD, R. M.: 1984, p. 167.

24 PRÉAUX, C: 1984, p. 278.

25 BERTHOLD, R. M.: 1984, pp. 189-194.

26 PRÉAUX, C: 1984, p. 278.

27 La riqueza de la ciudad fue notable, como muestra el que dieran 600 mil dracmas en préstamo a Argos, sin intereses, según Polibio.

28 LÉVÊQUE, P.: 2005, pp. 74-76.

29 BERTHOLD, R. M.: 1984, p. 51.

30 PRÉAUX, C: 1984, p. 279.

31 TRIANTAFYLLIDIS, C.: “New evidence of the glass manufactura in Classical and Helenistic Rhodes”, Annales du 14 congrès de l´association internationale pour l´histoire du verre, Lochem AIHV, 2000, pp. 30-31.

32 BERTHOLD, R. M.: 1984, p. 52.

33 PRÉAUX, C: 1984, p. 276.

34 LÉVÊQUE, P.: 2005, pp. 77-78.

35 GABRIELSEN, V.: The naval aristocracy of hellenistic Rhodes, Oxford, 1997, pp. 81-83.

36 PRÉAUX, C: 1984, p. 278.

37 BERTHOLD, R. M.: 1984, p. 49.

38 LÉVÊQUE, P.: 2005, pp. 29-30.

39 PRÉAUX, C: 1984, p. 278.

40 BERTHOLD, R. M.: 1984, pp. 42 – 43.

41 BERTHOLD, R. M.: 1984, pp. 43- 45.

42 PRÉAUX, C: 1984, p. 278.

43 BERTHOLD, R. M.: 1984, p. 46.

44 PAPACHRISTODOULOU, I.: 1999, p. 29.

45 Ibid.: 1999, p. 38.

46 BERTHOLD, R. M.: 1984, pp. 19-35.

47 GABRIELSEN, V.: 1997, p. 33.

48 BERTHOLD, R. M.: 1984, p.40.

49 GABRIELSEN, V.: 1997, p. 25.

50 PAPACHRISTODOULOU, I.: 1999, p. 30.

51 Plb, XXVII, 7, 1

52 BERTHOLD, R. M.: 1984, pp.38 – 39.

53 GABRIELSEN, V.: 1997, p. 26.

54 BERTHOLD, R. M.: 1984, pp.39- 40.

55 GABRIELSEN, V.: 1997, pp. 27-28.

56 Ibid.: 1997, p. 29.

57PAPACHRISTODOULOU, I.: 1999, p. 30.

58 Ibid.:. 1999, p. 32.

59 GABRIELSEN, V.: 1997, p. 122.

60 PAPACHRISTODOULOU, I.: 1999, p. 31.

61 BERTHOLD, R. M.: 1984, pp.41- 42.

62 GABRIELSEN, V.: 1997, p. 31.

63 PAPACHRISTODOULOU, I.: 1999, p. 30.

64 PAPACHRISTODOULOU, I.: 1999, p. 35.

65 GABRIELSEN, V.: 1997, p. 30.

66 PRÉAUX, C: 1984, p. 277.

67 GABRIELSEN, V.: 1997, pp. 33- 36.

68 Ibid.:1997, pp. 112- 120.

69 BERTHOLD, R. M.: 1984, pp.54 -55.

70 Ibid.: 1984, p.55.

71GABRIELSEN, V.: 1997, p. 121.

72 LÉVÊQUE, P.: 2005, p. 30.

 

73 PRÉAUX, C: 1984, p. 279. 

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