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¿Violencia de género o conflicto intrapsíquico?.

 

José Antonio Delgado González

 

Licenciado en Ciencias Ambientales, Graduado en Psicología, ensayista y escritor y creador del blog “Piscología profunda y espiritualidad” (España).

 

 

El periódico digital de Murcia, laverdad.es, publicaba hace unos días la noticia de que “Las denuncias por violencia de género aumentan un 3,5 % con respecto al 2010”.  El diarioVasco, por su parte, publicó la noticia de que el departamento del interior del País Vasco “ultima un plan para que escoltas de políticos proteja a mujeres amenazadas” en esa comunidad.  Unos días después, el día 14 de septiembre del 2011, el periódico laopinióncoruña.es, publica la noticia de la “nueva campaña de Sanidad para prevenir la violencia de género”, donde la Ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín anunciaba la necesidad de anticiparse a “los violentos”.

 

Estos pocos ejemplos, extraídos de las decenas de noticias que se publican a diario sobre el concreto tema de la “violencia machista” o “violencia de género”, nos muestran que este es uno de los problemas más serios de nuestra sociedad. Un problema que manifiesta un conflicto que se encuentra, también, en el Alma de todo ciudadano español (aunque me refiera en estos momentos a España, dicho conflicto afecta a todo el mundo occidentalizado).

 

Y es que el problema del amor, en las relaciones de pareja, se ha agravado en nuestra cultura “civilizada”, en parte porque no se acepta el primitivismo y el salvajismo que hay en todo hombre y mujer, y que no sabemos como afrontar. Tanto los hombres, cuanto las mujeres, parece que han de tomar consciencia, asumir, enfrentar y, en última instancia, integrar ese fragmento de salvajismo interior, si se quiere conquistar tanto el Eros, el principio que rige las relaciones interpersonales, así como el principio femenino que sostiene a la mujer, y que guía al hombre en sus relaciones, cuanto al Espíritu, y al animus o principio masculino diferenciador.

 

Con esto último quiero decir que, tanto la mujer, cuanto el hombre, han de tomar consciencia de sus instintos más primarios, en lugar de proyectarlos en la figura del otro. Algo a lo que tiende esta sociedad hipócrita, que demoniza más a unos que a otros, incrementando con ello la tensión en las relaciones interpersonales.  En este sentido, afirmaba en otro lugar que:

 

“La situación en la que se encuentra el alma del español, al igual que su hermano europeo, es tan miserable y enjuta que le impide comprender la importancia de las enseñanzas religiosas y contra qué luchaba el primitivo cristiano. Cuando el cristianismo se ve amenazado por la relegación y la desidia, por no mencionar el rechazo y la repulsa, entonces se corre el peligro de que emerjan de lo inconsciente los contenidos contra los que luchaban los cristianos primitivos. Pues los atentados terroristas, el fanatismo, la violencia de género, las actitudes antisociales y vandálicas de algunos jóvenes, las guerras y las posiciones xenófobas y racistas son algunas manifestaciones del estrato arcaico y bestial sobre el que se edificó la religión cristiana. Por tal motivo, se hace indispensable la reeducación del europeo moderno. Pues la imitación de Cristo que se realiza de un modo superficial, así como las procesiones de Semana Santa y otros actos rituales, no mueven un ápice el pagano estado de miles de españoles cristianos. Los mensajes de la religión cristiana ya nada le dicen al hombre moderno. Y, mientras la función religiosa no se convierta en experiencia personal el estado anímico permanecerá intacto. El Gran Misterio cristiano no es sólo un ministerio exterior al hombre, sino que acontece, ante todo, en el interior del ser humano. Si no se ha tenido esta experiencia se podrá ser un docto en teología, pero no se tendrá ni idea de lo que se está hablando.

 

Resulta de interés, cuando se realiza una incursión en las profundidades del Alma, cómo, el individuo que inicia su camino de evolución de la Conciencia (consciente e inconsciente), llega a tener que enfrentarse al drama interpersonal que hoy afecta a nuestra sociedad. Como muestra de ello, voy a publicar a continuación el resultado de un ejercicio de Imaginación Activa, llevado a cabo por una mujer moderna llamada Anna Marjula, como ejemplo de una confrontación con el “agresor interior” (animus) que ella albergaba.

Anna Marjula fue diagnosticada de "neurosis compulsiva", lo que en la clasificación actual de trastornos mentales se correspondería con el "Trastorno Obsesivo-Compulsivo" o TOC, tal como lo define el DSM IV TR. Tras haber sido tratada, sin éxito, por un psicoterapeuta freudiano, pasó a ser paciente de Toni Wolff.  Posteriormente, fue analizada por Barbara Hannah y, durante algún tiempo, también por Emma Jung. El caso fue seguido y supervisado por Carl Gustav Jung, que quedó profundamente impresionado. Y no es de extrañar, pues Anna Marjula tuvo que enfrentar, en sus propias carnes, un conflicto que hoy está muy extendido en nuestra sociedad. El mismo Jung recomendó, teniendo en cuenta el terrible complejo paterno negativo de Anna (es decir, su mala relación con lo masculino, dentro y fuera de ella), que su analista fuese una mujer. 

 

Dejo aquí un fragmento de la conversación que Anna mantuvo con el animus (extraído del capítulo siete, titulado Anna Marjula. La influencia curativa de la Imaginación Activa en un caso específico de neurosis, incluido en el  libro Encuentros con el Alma, de la psicoterapeuta y analista junguiana, Barbara Hannah, publicado por la editorial Fata Morgana). Lo considero de obligada lectura para todos los psicólogos, psiquiatras y/o psicoterapeutas que se dediquen a las relaciones de pareja y a las constelaciones familiares y, en general, lo recomiendo a todo el público interesado en conocer el método de la Imaginación Activa, así como los entresijos inconscientes implicados en toda relación de pareja y, en especial, en las relaciones de pareja conflictivas.  

 

Paciente: Si mi enfermedad son las opiniones del animus, entonces tienes que explicarme cuál es la idea detrás de esto.

Animus:   Tú quieres sufrir, ¿o no? ¿No te conviene para jugar el papel de la heroína masoquista? Te estoy dando la oportunidad de hacerlo.

Paciente: Tal vez en algún momento fui así, pero he cambiado mi política. ¿Cuál es la tuya?

Animus: La mía es ser un esposo para ti. Cuando estás enferma te prostituyes conmigo.

Paciente: Por favor, selecciona tus palabras con más cuidado.

Animus: Te procuro la enfermedad para que puedas experimentar la pasividad, la impotencia, la opresión. Disfrazado de enfermedad soy tu esposo. ¿Lo puse suficientemente bonito para tus oídos remilgosos? (…) Ahora ésta es la razón por la cual aparezco como enfermedad. Durante tu enfermedad eres exactamente como la mujer durante la cópula, pero sin sensaciones eróticas. ¿Te das cuenta?

Paciente: De lo que me doy cuenta es de que ¡eres un demonio! ¡Qué vergüenza! … Sin embargo, señor Demonio, no acepto de ninguna manera sus proposiciones de enfermedad, ni de cópula. Lo que quiero lograr es la aceptación del destino. Mi meta consiste en logar sentirme femenina ante Dios a través de esto. ¿Te queda claro? Mi femineidad se refugia en Dios. Y de esta manera ¡quiero exorcizarte fuera de mi cuerpo, espíritu maligno!

 

Este pequeño fragmento, parte de un largo proceso de transformación, nos muestra varias cosas muy interesantes, que deseo reseñar aquí:

  1. El enemigo está en el interior de la mujer. Cuando ella no es consciente del aspecto negativo de su animus (el  hombre interior, un “espíritu maligno”) este acaba tomando cuerpo en la vida manifiesta,  por lo que vivirá a ese “espíritu maligno” en su relación con los hombres.
  2. Que los conflictos interpersonales que genera este “espíritu maligno” (el animus es un arquetipo presente en lo Inconsciente de toda mujer, si bien no en todos los casos se manifiesta del mismo modo), han de enfrentarse en el interior de la mujer. De lo contrario, el conflicto se expresará y se vivirá fuera (en la relación de pareja, por ejemplo).
  3. Que el Animus, como hombre interior en la mujer, es configurado en buena medida por la relación con el padre. Así, un padre racionalista, que valora el éxito material, académico o laboral, sin intereses espirituales honestos, emponzoñará o corromperá la naturaleza de su hija. Esto tiende a manifestarse en la consagración de algunas mujeres a sobresalir profesional o académicamente, reprimiendo su femineidad, normalmente resentida y con una falta de autoestima.
  4. Que el conflicto puede presentarse en forma de una enfermedad. Tanto los trastornos psicosomáticos como, también, los somatomorfos, pueden ser el modo en que ese conflicto tome cuerpo. Por no mencionar el cáncer, la plaga apocalíptica de nuestro tiempo.
  5. Que la mujer con un conflicto así, habrá de iniciar un largo camino de toma de consciencia,  para recuperar y revalorizar el principio femenino que la sustenta.

 

En mi ya clásico libro, Encuentros en la Oscuridad, narro la historia de un hombre que ha sido condenado por la sociedad a cumplir cuatro años de cárcel, como consecuencia de haber sido declarado, injustamente, culpable por un delito de violencia de género. En este libro, describo, con bastante lujo de detalles, los distintos escollos que el protagonista ha vivido, a lo largo de todo su biografía, y que lo hicieron cometer un acto, que es fuertemente penado por nuestra sociedad. Y lo hago para mostrar varios puntos importantes:

 

1.       Que los conflictos de pareja, incluso la agresión física, tienen una prehistoria, a veces sumamente dura.

2.       Que ciertos actos, que la sociedad condena con demasiada ligereza, pese a ser juzgados como malos, acaban produciendo una transformación muy positiva.

3.       Que sólo alguien que se atreve a romper con las normas morales defendidas por la sociedad, sin cuestionamiento alguno, para realizar un viaje a su propio mundo interior, puede encontrar la verdadera ley moral en el interior de sí mismo.

4.       Que la muerte y el renacimiento de un individuo ha de pasar, inexorablemente, por  la toma de consciencia de sus aspectos más oscuros.

5.       Que la crisis vivida por el protagonista, tras ingresar en la cárcel, lo hace encontrar el verdadero sentido de su propia existencia.

6.       Que cuanto más se proyecten los propios instintos agresivos, convirtiendo a los infractores o “violentos” en chivos expiatorios, tanto más insidioso se mostrará el conflicto en las relaciones de pareja.

 

¿No sería preferible asumir la responsabilidad de cada cual, en el estado actual de las relaciones de pareja, en lugar de inculpar a los “otros”, a los “agresores”, de un mal que, lo queramos ver o no, de un modo u otro, nos afecta a todos? Mas les valdría a muchos aplicarse el “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. 

 

 

 

 

La Razón Histórica, nº16, 2011 [59-63], ISSN 1989-2659. © IPS.

 

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