Los falsarios de la Historia. El "problema nacional" de Macías Picavea.
Jorge E. Armas Mena
Ensayista. (Ecuador)
Dentro del pensamiento regeneracionista español destaca, en el estudio histórico sobre el Corporativismo y sus "supuestas" conexiones con el pensamiento pre-fascista, la obra del escritor y periodista Ricardo Macias Picavea [Santoña, Cantabria, 17 de junio de 1847 - Valladolid, 11 de mayo de 1899]. En su obra más importante: El problema nacional (1899), considerada por Fermín Solano como la “exposición más completa del ideario regeneracionista, expone una de las primeras concepciones políticas organicistas en la Historia contemporánea de nuestro país.
Heredero de la tradición filosófica krausista de Julián Sanz del Río, y deudor de la concepciones educativas y moralistas de la escuela de Giner, Joaquín Costa, Lucas Mallada o Macías Picavea, desarrollaron diversos proyectos de regeneración política, social y económica de la España de su tiempo, desde una perspectiva esencialmente moral. Por ello, el Regeneracionismo llegó a acoger entre sus filas a diversos movimientos ideológicos e intelectuales anti-restauracionistas (socialistas, liberales antifernandinos, republicanos..).
Frente a la decadencia española manifestada en su tiempo, y cuya causa fundamental fue el “austracismo”, muestra como posible remedio, en el terreno de la reforma política, la creación de un Consejo nacional como medio futuro de representación de la voluntad nacional. Basado en la “tradición de los gremios consagrada por la historia”, defiende esta órgano institucional, con funciones meramente consultivas de gobierno, como un “consejo permanente donde estén representados todos los ramos de la actividad social” y de la Administración, “surgido de los representantes del pueblo, cámaras y centros, que habrían de ser como el núcleo fundamental y básico de la genuina representación”. Su misión sería la de estudiar, asesorar y prestar autoridad nacional al Gobierno, relacionándose de manera continua con los gremios, como medio para conocer las “aspiraciones del pueblo" Macías y los regeneracionistas recuperan la institución gremial, pero enfocándola dentro de un gremialismo moderno, como un instrumento político-social que afrontara el problema obrero desde posiciones paternalistas y reformadoras. Pero para poder llevar a cabo esta reforma política, así como el resto de las que propone a lo largo de su obra, considera que solo un “solución autoritaria” sería factible. Desconfiaba de los republicanos, de los caciques, e incluso de los monárquicos y del ejército. Al igual que Costa, apostaba por un “cirujano de hierro” para encabezar esta necesitada “transformación de España”. Por ello, es evidente tanto su influencia ideológica en la Constitución de la Dictadura “regeneracionista” de Primo de Rivera, como en el proyecto político-social “corporativo” de Eduardo Aunós
En un giro intelectual propio del modo ideológico de pensar, Tierno Galván denominó a Macias Picavea como pre-fascista, por el simple hecho de ser leído, usado o citado por diversas corrientes políticas denominadas genéricamente como “fascistas”. Desde el marxismo simbólico de la Transición, acusó a Macias, a los regeneracionistas, y a parte de los literatos de la generación del 98, de “pesimistas” pequeñoburgueses, frente al optimismo antropológico de la “Institución libre de enseñanza”. Pero incluso va más allá, denominándolos como pre-fascistas, debido a su deuda con el positivismo, y a su radicalismo moral que impulsó su radicalismo político. Eran hombres de “suma honradez e integridad”, pero Señala además, que la contradicción fascista entre negación de la Historia, la mitología romántica nacional y la racionalización del futuro, se presenta en estos autores. Y en especial, destaca la acusación de fascista (antes de que el fascismo hubiera sido engendrado) de Macias Picavea. Pese a señalar sus cualidades personales, y su paradójica participación en la Institución, ataca su proyecto de crear una “especie de tecnocracia al servicio de la dictadura personal (...) fruto de un “momento de amargura y sobre excitación intelectual”.
Por ello refleja una polémica tesis de la época: el organicismo krausista encajaba de manera perfecta con la tradición e historia plural de España, y por ello se incardinó en heterogéneos movimientos políticos; incluso con el “organicismo fascista”. Defiende la relación lineal entre krausismo y organicismo; un salto cualitativo que Adolfo Posada reflejó en esta frase de 1931: “¿habremos hecho Fascismo, sin saberlo, los llamados krausistas?. Naturalmente de haber hecho fascismo -aunque fuera sin saberlo- el nuestro sería anterior al triunfante en la marcha sobre Roma".
La Razón Histórica, nº2 , 2008 [29-30]. ISSN 1989-2659. © IPS.