A Julio Cesar le asesinó Julio Cesar.
Néstor-Francisco Gimeno Simón
Historiador e Historiador del Arte (España).
Si a Julio César le hubieran dicho que su final iba a ser de una forma tan violenta, envuelta de traiciones y llena de misterio que después de dos mil años después de su muerte, sigue siendo una fuente de estudio por parte de los historiadores, estoy convencido que hubiera actuado de igual manera.
Cayo Julio César estaba llamado a ser un personaje clave de la historia de la humanidad, por ello su muerte tenía que ser recordada en el devenir de los siglos; a diferencia de Aníbal Barca o Sócrates a los que la cicuta les sesgo la vida, o el mismo Alejandro Magno que fue envenado.
Sabemos que Julio Cesar parecía epilepsia desde muy joven, además los meses anteriores a su asesinato presentaba achaques que según la hipótesis de Collen Mc.Coullogh podría ser causados por la sífilis.
Esta teoría tendría sentido por la gran fama de conquistador que tenía entre las féminas, en especial entre las mujeres casadas, llegando a estar casado hasta en cuatro ocasiones a las que habría que sumar la multitud de amantes que se le relacionaba. Era conocido por sus soldados como moechus calvus, (el adúltero calvo), apodo que al propio César le producía risa al escucharlo.
El resto de su físico según Suetonio, diremos que era alto, rechoncho, de piel clara y ojos negros vivos. Por el contrario si aludimos a Plutarco encontráremos a un hombre delgado de mediana estatura, pero los largos periodos de vida militar debieron robustecerle. Sea como fuere, las cualidades por las cuales más brillaba era su inteligencia, don de mando y personalidad, siendo imitada por personajes de la talla de Napoleón.
Contrario a lo que se ha creído en su leyenda, se caracterizaba por ser una persona seria y solemne, buscando ser un perfecto hombre de mundo, galante, elegante, despreocupado, lleno de humor, capaz de encajar puyas y al mismo tiempo replicarlas con mordaz sarcasmo.
César al igual que Sila procedía de una familia aristócrata agrícola pobre. Donde sus gens había que remontarlos a Anco Marcio y a la Diosa Venus, donde después de estos discutibles antepasados no había dado personajes notorios a la historia de Roma.
Sobrino de Mario y yerno de Cinna, su arrogancia le salvo de morir a manos de la dictadura de Sila, pero esta no fue la única vez que su arrogancia le salvó la vida, siendo apresado por una embarcación pirata pidieron veinte talentos por su liberación a lo que respondió que era una ofensa no pedir por su persona cincuenta talentos.
A estos barbaros Filibusteros, una vez liberado organizó una flotilla y tras darles alcance les arrebató el dinero que les había pagado, les obligó a pedirle clemencia y al final les degolló.
Nos hacemos una idea de cómo era César, demasiado arrogante y disoluto para quitarse la vida, acto que para los Romanos era de cobardía. Además de todo el sacrificio y triunfos que había logrado a lo largo de su vida, no lo iba a desperdiciar en el último instante. Así que optó por morir a la manera Romana; esto es asesinado.
¿Que llevó a César a encontrar esta trágica muerte?, ¿era consciente de que iba a ser asesinado? , ¿Podría haberse evitado o estaba ya escrito que esto sucediera?
Para intentar aclarar estas dudas recurriremos analizar el ascenso al poder en los años antes de su muerte, así como el último día de su vida, causas y consecuencias de su asesinato, así como el final de sus asesinos; comencemos.
En el año 65 A.C. fue elegido edil, y como primera medida transferiría los trofeos de victoria de Mario que Sila había depurado. Tres días después de este acto fue nombrado Protector de España. Antes de marchar los acreedores exigieron al Senado que devolviera el dinero que les debía para comprar los votos de su elección, sin olvidar a Craso y las deudas que contrajo con él por seducir a su mujer Tértula.
César marchó de todas formas a España, sometió a los iberos y con el botín saldó las deudas, Pompeyo viendo el triunfo de Cesar, lo licenció y entro triunfante en la ciudad.
Ahora que ya tenía calmado el ataque de “Celos” de Craso y la estima de Pompeyo, vio la posibilidad de plasmar un acuerdo tripartito: el primer triunvirato, en el que Pompeyo y Craso ponían las influencias y las riquezas para que fuera elegido Cónsul César. A cambio distribuiría tierras a los soldados de Pompeyo y contratas a Craso.
Cesar cumplió lo acordado aunque tuvo el rechazo del Senado, pero las influencias que tenían los triunviros lo sacaron adelante, y más al convertirse Pompeyo en yerno de César al casarse con su hija Julia.
En el 58 A.C. César se divorció de su tercera mujer Pompeya para casarse con Calpurnia. Estaba a punto de ser juzgada por introducir a su amante Clodio disfrazado de mujer en el templo de la diosa Bona del cual era Pompeya sacerdotisa.
Clodio era guapo y ambicioso, del agrado de César que le defendió para que fuera absuelto aunque había mancillado a sus esposas y más le apoyó cuando se presento como candidato del tribunal de la plebe, no se explica la forma de actuar de César a no ser que tuviera una íntima estrecha relación con Clodio.
Tras este episodio César opto por marchar a Francia en busca de lo que todavía le faltaba: la gloria militar y un ejército fiel.
Las conquistas de la Galia
Cuando César llego a la Galia en el año 58, era sólo un nombre: Galia. No se conocían más que los territorios meridionales que mantenían las comunicaciones con España.
César era un gran periodista y poseía el don de la observación, vio que cada una de las tribus estaba dividida en tres clases: Los nobles que poseían el poder de los ejércitos, los druidas que tenían el monopolio de la religión y el pueblo que poseía el hambre y el miedo.
César tenía una sola preocupación; que los druidas no unieran a todas las tribus en contra de Roma.
Tenía estima a los galos en contra de la tradición actual por dos razones principalmente: su preceptor era galo y los Celtas del Piamonte y Lombardía eran hermanos de sangre de Roma.
Aunque contaba sólo con cuatro legiones, unos treinta mil hombres puso en jaque a los germanos que, aunque le superaban en número , gracias a dos campañas temerarias y fulgurantes de César los hizo huir en desbandada, dejando boquiabiertos a los propios galos que, partir de ese momentos pasaron a ser su súbditos.
A su regreso a Roma notó que el Senado estaba tramando alguna mala pasada, así que invocó nuevamente el tratado con Pompeyo y Craso. Mientras Clodio el favorito de César, tras su partida se había convertido en el amo de Roma con el apoyo del Senado, hecho que a Cicerón rival de Clodio le obligara a exiliarse apresuradamente a Grecia.
César y Pompeyo no estaban de acuerdo de la manera de actuar de Clodio, pero César era incapaz de actuar contra él, así que Pompeyo se encargó de poner fin a esta situación encargándose de expulsar a Clodio y preparando el regreso triunfal de Cicerón. Mientras César preparaba un nuevo ejército contra la Galia para sofocar la revuelta de las tribus de un hábil jefe llamado Vercingentorix, reunido el ejército marchó a su encuentro.
César lo conocía, era un rudo guerrero de Auvernia, que había reunido un poderoso ejército en el Sur y el Norte y que trataba de envolver a César en un movimiento táctico de guerra llamado “de pinza”. Hábil como era en las técnicas de guerra se abrió camino a través de las nieves de Cevennes para que no cayese sobre él los ejércitos de Vercingencitorix.
Era consciente de su desventaja diez contra una, así que la única salida que tenía era lanzar un ataque directamente sobre Alesia, donde Vercingentorix se encontraba con su ejército.
Rápidamente los galos se desplazaron a ayudar a su capitán así que Julio César tuvo la genial ideal de levantar dos empalizadas: una contra la ciudad asediada y la otra para hacer frente a las tropas que acudían por la retaguardia al auxilio, así nació su lema: “divide y vencerás”.
Eran doscientos cincuenta mil frente a los treinta mil soldados de César. Durante una semana los romanos hambrientos resistieron heroicamente con las escasas municiones que contaban, mientras los galos se movían entre la anarquía retirándose en desorden. Julio César reconoció que un día más de lucha y hubieran sido vencidos.
Vergincentorix salió de la ciudad a pedir la gracia. Julio César se caracterizaba por ser una persona bondadosa en cuestión de otorgar el perdón a sus enemigos; de poco le sirvió al líder galo ya que al año siguiente fue sacrificado a los Dioses.
Roma no comprendió la grandeza del don que su procónsul le había hecho. La urbe se encontraba el pleno caos, la democracia se encontraba nuevamente en manos de Clodio y Mirón. Mientras Craso había empezado actuar por su propia cuenta en Siria donde hallo su muerte.
Pompeyo había roto los lazos que le unían a César tras la muerte de Julia, ahora desde España esperaba acontecimientos en Italia. Cicerón se puso en contacto con él para que restableciera el orden; siendo su primera medida convencer a Milón matara a Clodio, hecho que no dudo sin titubear, y más al saber que le había incendiado la casa.
El parlamento dio poderes a Pompeyo de dictador sin utilizar esa palabra, mientras que a César se le prohibía regresar para celebrar su entrada triunfal antes del 1 de marzo del 49.
Julio César preparaba su marcha hacia Roma aún sabiendo que iniciaba el camino que le conduciría a su muerte.
El rubicón
César era consciente de que podía desencadenar una guerra civil; apostó a sus soldados en la frontera de la Galia Cisalpina en donde finalizaba su provincia y comenzaba la de Roma, la línea que separaba ambas provincias se conoce con el nombre de rubicón.
Julio César se presentaba ante este dilema si cruzar la frontera con el ejército y provocar un enfrentamiento entre romanos, o ser declarado enemigo público y poner su pellejo en manos del Estado, en este momento se cree que dijo su célebre frase: “Alea iacta est”; la suerte está echada.
Mientras en el senado, Cicerón y Pompeyo estaban a favor de su vuelta, pero Lentulo y Catón convencieron al senado que Pompeyo se preparase a rechazar a César.
El prestigio que le daría la conquista de la Galia a César visto por el pueblo como un héroe no entraba dentro de los intereses personales de cada uno de los miembros del Senado.
César reunió a su mejor legión, la decimotercera avanzando hacia Roma. Las ciudades se abren ante él y le saludan como si fuera un Dios.
Cicerón pidió a Pompeyo retirarse de la vida pública, mientras Pompeyo rechazaba las ofertas de César se limitaba a retirarse con tal de evitar el encuentro directo con César.
El 16 de marzo entraba triunfante en la ciudad, ofreció el botín de guerra al Senado y le hizo saber sus pretensiones como el título de dictador. Sus exigencias eran rechazadas poniéndose en marcha el desquite contra César; este consistía en preparar tres ejércitos: el del inseguro Pompeyo en Albania, el de Catón en Sicilia y otro en España.
Cesar mandó a Curión al encuentro de Catón, derrotándolo y muriendo Catón en la batalla. En España fue personalmente, derrotó al ejército romano y el pueblo librado, pareciendo de la escasez de alimentos le nombró dictador, César se aseguraba el granero de trigo.
Por último se desplazó hacia Albania en busca de los pasos de Pompeyo, este se preparó para defenderse del ataque, que inexplicablemente no lanzó cuando tenía las cosas a su favor.
Para el contraataque Julio César eligió a su lugarteniente a Marco Antonio. Aparecía en escena uno de los actores principales de la muerte de César.
Ambos contendientes se preparaban para la batalla final; Farsalia, fue la obra maestra de Julio César, mientras Pompeyo aguardaba en su tienda brindando con sus generales por la victoria, César alentaba a sus soldados durmiendo con ellos en el fango de la trinchera.
El resultado de la batalla fue convincente, César sólo había perdido a dos cientos hombres mientras quince mil soldados de Pompeyo yacían en el campo de batalla.
Mientras los soldados de César brindaban con los alimentos que tenía preparado Pompeyo para la batalla, Julio César buscaba aterrorizado entre los fallecidos aristócratas el cuerpo del holgazán Bruto, este era hijo de una antigua amante. Servilia, hermanastra de Catón. Se creía que César podría ser el padre de Bruto.
Pompeyo consiguió escapar al Egipto de Tolomeo XII, un señorón medio bobo a merced de un eunuco llamado Potino.
Pompeyo fue apuñalado mientras descendía de la embarcación antes los ojos aterrorizados de su mujer. Había sido asesinado por la mano de Potino, quien a la llegada de César le entregó la cabeza de Pompeyo. Al verla, César giro la suya horrorizado.
César era un hombre piadoso y estoy seguro que hubiera indultado a Pompeyo si lo hubiera capturado con vida.
Ya que estaba en Egipto puso en orden la provincia, según el testamento del padre de Tolomeo, el trono tenía que ser compartido con su hermana Cleopatra pero Potino la tenía encerrada. Para poder verla César se ocultó entre unas mantas que serían llevadas por el siervo Apolodoro al lecho de Cleopatra, lugar ideal para César donde mejor se desenvolvía.
César y Cleopatra
Cleopatra no era guapa como nos ha mostrado la tradición actual, pero rebosaba de sex-appeal con una voz sensual que nadie hacía presagiar detrás de ella una mujer fría y calculadora.
Su nariz y sus miradas eran sus armas letales que a un soldado con largos días de abstinencia en las trincheras hizo caer rendido a sus pies.
Reunió a los dos hermanos y destituyeron a Portino, éste preparó un complot consistente en una revuelta contra César, atrincherado en el palacio real como fortín pidió ayuda al ejército de Asia, mientras llegaban se puso al frente de la situación tomando el islote de Faro de Alejandría pero en el intento se quemó la famosa biblioteca.
Tolomeo se pasó a las filas de Potino, nadie supo su final, mientras Cleopatra valerosamente se mantenía al lado de César, consiguiendo dispersar a los egipcios.
Tanto le gustó la aventura egipcia que nueves meses después nació Cesarión. Sus soldados estaban preocupados de que se casase con Cleopatra y se quedara como rey del Mediterráneo, en un ataque de orgullo, César cogió y se embarcó hacia Asia Menor en donde pronunció su famosa frase: “Vini, Vidi, Vici”; llegué, ví.vencí, tras la batalla de Zela.
En este momento podemos establecer un punto de inflexión. Cayo Julio César se encontraba en el zenit de su carrera, su fama y poder creaba el recelo de Roma, podría haberse retirado a Egipto a disfrutar plácidamente de un descanso merecido hasta que su amada Cleopatra no le fuera de interés o encontrara un hombre mejor.
Pero a César le gustaba la acción y era consciente que la sombra de su final se acercaba así que prefirió esperar acontecimientos o la llamada de Roma.
La urbe nuevamente se encontraba en el caos donde la escasez de trigo era el primer problema. César había mandado a su “fiel” Marco Antonio a intentar poner un poco de orden en aquella anarquía.
Preparó su regreso haciendo su primera parada en África, donde se presentó a las legiones sublevadas desarmado. Los veteranos de guerra se estremecieron de vergüenza así que embarcaron buscando la redención desembarcando en Tapso, ahí les esperaba Catón, Matelo Escipión, su ex lugarteniente Labieno y Juba, Rey de Numidia.
Nuevamente se encontraba en desventaja en este caso uno contra tres, perdió la primera batalla, y tuvo que recurrir a su inteligencia y astucia.
Ganó la batalla, sus soldados degollaron a todos los supervivientes que encontraron, Juba murió en el campo y Escipión fue ejecutado; Catón se encerró en Útica y se clavó un puñal en el pecho, intentaron curarle y fingió un desvanecimiento, aprovechado por Catón para abrirse la herida con sus propias manos.
Al enterarse César dolido por su muerte, preparó fastos funerales y adopto a su hijo como propio.
Tras este suceso el único escollo que le quedaba para regresar a Roma era el ejército de España, el cual lo descalabró en la batalla de Munda.
Entró en la urbe y se presentó al Senado con plenos poderes, le concedieron el titulo de dictador por diez años y después de por vida. Formó una especie de ministerio con Marco Antonio, Dolabela…entre otros; a partir de este momento comenzaron las conspiraciones contra su persona, resurgiendo la vieja fábula de trasladar al capital a Alejandría y casarse con Cleopatra.
A partir de este momento comienza la cuenta atrás los Idus de Marzo han iniciado su camino.
Los Idus de Marzo
Nos encontramos en febrero del año 44 A.C. un mes antes de su trágico final, César se encontraba con Calpurnia su mujer que le había aceptado nuevamente incluso pese a los cuernos que estoicamente sobrellevaba. Era su punto de apoyo a quien confesaba todos sus temores y confabulaciones hacia su persona, incluso había quemado la correspondencia de Pompeyo en donde seguramente aparecía el nombre los conspiradores.
De dictador sólo representaba el papel con el uso de la famosa corona de laurel para tapar su problema de calvicie.
Nombró gobernadores de provincia a Bruto y Casio, a los cabecillas de la conspiración les estaba dando poder. Tal vez por este acto tan magnánimo había desprecio hacia la figura del hombre, hecho que casi siempre acompaña a los aires de grandeza.
Casio (convencido por Cleopatra) quiso atraerse a Bruto, el considerado por César como hijo suyo, tratando de dar muerte a un tirano que quería proclamarse como rey. Bruto detestaba a César que, según Plutarco, en realidad era su hijo y era consciente de ello, no le perdonaba que lo hubiera tenido como un bastardo aunque recibiera una buena educación para gobernar.
Sólo faltaba la elección de una fecha para poner en marcha la traición y ese día había sido ya elegido.
Quince de marzo del 44 A.C. Esta fecha marco un antes y un después en la historia de Roma y en la Historia Antigua aunque posteriormente se intentó borrar al igual que la memoria de César.
El mes de marzo recibía el nombre por el Dios Marte, como padre natural de los fundadores Rómulo y Remo, además de ser el Dios de la siembra es representado como un profesor de la agricultura con un ideario que en la actualidad sería tildado de comunista.
Los días estaban divididos según: las Calendas (el primer día), las nonas (día 5 y 7), y los Idus (13-15) del respectivo Annus, sin olvidar si el día era fasti (par) y nefasti (impar).
La importancia que adquirió César quedo patente en la reforma del calendario que lleva su nombre.
Volviendo al hecho que nos concierne, Casio había dado orden a su lugarteniente Lucio Cotta que propusiera para este día a César como rey dictador, aunque el Senado iba a rechazar tal enmienda, las reformas llevadas a cabo por Julio César habían plagado la sala de Cesaristas a fines a su causa.
No existe constancia de que manifestara ser rey de Roma ya que acumular todo el poder en sus manos sólo le causaría quebraderos de cabeza y aumentaría el número de enemigos hacia su persona.
La muerte de César ha dado una cantidad de especulaciones y rumores entre la veracidad y el mito, los cuales podríamos señalar:
Mitos y leyenda
La noche de antes César cenaba con amigos, le propusieron un tema de conversación “¿Qué muerte preferiríais” a lo que respondió rápida y violenta.
César era consciente de que tramaban su asesinato, una persona calculadora y cabal le gustaba tener atado lo que sucedía a su alrededor; esa prudencia espartana le había mantenido hasta este momento con vida.
Su mujer Capurnia había tenido un sueño premonitorio que si partía aquella mañana hacia el Senado sería la última vez que lo vería con vida.
En ese mismo día mientras se dirigía hacia su final un amigo suyo participe de la conjura fue a buscarle para asegurarse que iba al Senado, mientras otro amigo corría en su búsqueda para informarle del complot.
A medio camino se detuvo en un quiromante que le gritaba “Atente con los Idus de marzo” A lo que le respondió: “No veo que haya pasado nada”; teniendo por respuesta: “los Idus han llegado pero todavía no han actuado”.
César subía las escaleras que le conducirían a su fin, pero antes de acceder le entregaron un papiro con el nombre e información de los traidores, creyó que se trataba de un informe de Estado y no lo desenrolló.
César se adentró con paso firme cuando una nube de Senadores traidores se abalanzaron sobre él, un aluvión de apuñaladas cayeron sobre su persona.
La autopsia que se le practicó después a su cadáver ha sido de estudio en la actualidad por el historiador César Vidal. En su hipótesis cree que Julio César podría haber planificado su muerte enfrentándose de frente a su enemigo como si fuera su última batalla.
César giro el brazo para protegerse de la primera puñalada la cual esquivó, al mover el brazo pudo ver con sus ojos a su amado Bruto, en ese momento se abalanzó sobre él y le hundió el puñal en el pecho, según la tradición fue en ese momento cuando exclamó: “ et tu quoque brute fili mi” nunca sabremos lo que se le paso por la cabeza en ese instante a César cuando la última visión antes de que le apuñalaran en los ojos y abandonara esta vida fue la de su hijo asesinándole; de las veintiuna puñaladas que recibió sabemos que fue mortal la del pecho.
Cayó cosido a puñaladas a los pies de la estatua de Pompeyo, la misma que había mandado colocar y que siempre solía inclinarse al pasar.
La única persona que podría haberle salvado era Marco Antonio pero se encontraba retenido por Trebonio.
Los asesinos alzando los puñales ensangrentados llamaron a Cicerón el cual al ver lo que había hecho se quedó por primera vez sin palabras.
Al entrar Marco Antonio y ver el cuerpo cosido a puñaladas, esperaban los ahí presentes que, movido por la ira se abalanzara sobre los asesinos mas, quedándose quieto calló en silencio y salió sin levantar la cabeza; esa era la reacción del “fidelísimo”.
La noticia del asesinato corrió como la pólvora, la muchedumbre se concentró a las puertas donde se habían apostado los conjurados con más miedo que vergüenza, intentaron calmar a las masas con consignas que no causaron ningún efecto sobre el pueblo.
Corriendo hacia el Capitolio, se atrincheraron con sus esclavos a los cuales apostaron enfrente de la puerta, un emisario fue a buscar a Marco Antonio.
A la mañana siguiente Casio y Bruto siguieron con despectivos hacia la figura de César mientras Marco Antonio lograba calmar a las masas. A la vez se dirigió a casa de Calpurnia su viuda, para consolarla y entregarle el testamento de César, el cual iba a marca el devenir de los acontecimientos.
Su contenido fue entregado a las Vestales para que procediera a su lectura, el contenido del mismo nos dio a conocer la última voluntad de César, su fortuna personal alcanzaba los cien millones de Sestercios, adjudicando su herencia a sus sobrinos de los cuales Octaviano sería su sucesor.
El día 18 se celebró un fastuo funeral en el que participó todo el pueblo de Roma, mientras Casio y Bruto pedían nuevo destino al Senado para escapar del pueblo.
Este movimiento de traiciones y conspiraciones políticas acompañará a la Historia de Roma hasta el siglo XX, volviéndose a repetir la historia en la figura de Aldo Moro.
Los asesinos de César no se salieron con la suya, veremos cuál fue el trágico final de cada uno de los conspiradores.
Después de César
El desconocido Octaviano, nieto de Julia hermana de César, era un joven aquejado de colitis, eccema y bronquitis siempre mirando por su salud; así entro en Roma con el nombre de Cayo Julio Cesar Octaviano.
Desde que se hizo cargo de la herencia recibida encontró la negativa de Marco Antonio, este a su vez tuvo en contra a Cicerón y sus famosas filípicas. Ante este panorama, Marco Antonio opto por huir para no enfrentarse a Octavio ni al lugarteniente de César; Lépido, este le ofreció formar un nuevo pacto que aceptó sin pensarlo, el llamado segundo triunvirato formado por Octaviano, Marco Antonio y Lépido.
Una vez que tenía a Marco Antonio de su bando, preparó la venganza contra los asesinos de César; así el tribuno Salvio murió envenenado, Marco Antonio aprovechó para librarse de una vez de su detestado Cicerón. intentó huir el padre de la patria murió decapitado ante el regocijo de Marco Antonio.
Los verdaderos conspiradores Bruto y Casio no habían recibido castigo, permanecían en sus provincias. Octaviano se apresuró a formar un ejército contra ellos. Se dirigió a por Bruto y Marco Antonio a por Casio, este último viéndose acorralado mandó a un sirviente que le asesinara.
Marco Antonio corrió en ayuda de Octaviano, Bruto al verse rodeado se lanzó contra la espada de un amigo.
El triunvirato se repartió los extensos territorios quedándose Octaviano, Europa; Lépido, África y Marco Antonio Egipto y Grecia.
Marco Antonio llegó a Egipto y en el mismo día ya había quedado prendado del elixir de Cleopatra, ésta fríamente había analizado la nueva situación que se le presentaba y convenció a Marco Antonio que atacara a Octaviano.
Octaviano al recibir la misiva se puso rumbo hacia Egipto con la intención de poner fin a la mujer que le había traído la ruina a su tío.
Octaviano destrozo el ejército de Marco Antonio y éste viéndose acorralado y tras conocer que Cleopatra había muerto, intentó suicidarse de una puñalada. Herido hizo trasladarse hacía donde se encontraba Cleopatra para morir entre sus brazos.
Con la excusa de dar sepultura al cadáver se entrevistó con Octaviano con la idea de enamórale como había hecho con los anteriores, pero los años no perdonan y la belleza de juventud se había marchitado.
Octaviano no le mostró ningún afecto y viéndose sin ninguna posibilidad se arrimó un áspid al seno y murió envenenada, la misma suerte corrió su hijo Cesarión.
Octaviano pasó a la historia como Augusto iniciándose con él la máxima época de esplendor de Roma, creación del Imperio.
A Julio César la historia le tenía la Historia un lugar reservado, con su muerte se le abrirían las puertas de la eternidad.