El proceso prolongado y permanente de la deshispanización de América.
Ignacio G. Tejerina Carreras.
Presidente del Instituto Argentino de Cultura Hispánica de Córdoba
itejerinac@hotmail.com
Hay un tema importante que hace a la formación de la identidad hispanoamericana y que no ha sido estudiado como debería ser. De hacerlo de manera correcta, nos daríamos cuenta de un factor condicionante en la construcción de nuestra identidad y que ha tenido un aspecto negativo en ella: el proceso de siglos que aún permanece en nuestro presente y que se trata de un deliberado propósito de destruir lo que se formó o logró, a través de una constante deshispanización.
Por deshispanización, debemos entender, el ataque contra todo lo que significó para nuestra cultura la colonización española, caracterizada especialmente por su aspecto misionero de la civilización cristiana. Este proceso al que hacemos referencia tiene etapas y pasos desde la instalación y propagación de lo que se ha dado en llamar la Leyenda Negra, hasta la anulación de la celebración del Día de la Raza o Día de la Hispanidad, por parte de varios países de nuestro continente, entre ellos últimamente, la Argentina.
Trataremos de estudiar todos esos pasos brevemente.
Primer paso
La Leyenda Negra
¿En qué consiste ella? En afirmaciones que sostiene en general la crueldad de los conquistadores y/o colonizadores con el aborigen; la opresión oscurantista al retoño americano del árbol peninsular; la propiedad de la tierra, la imposición obligatoria de idioma y religión, y otra larga lista de reclamos que son entre otros la aseveración de algunos psicoanalistas de que España deconstruyó la identidad nativa para negativizarla.
¿Dónde y cómo nace la Leyenda Negra?
Pues bien, el Padre Fray Bartolomé de las Casas en su famoso libro “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, todo lo que vio o creyó ver, contribuyó de un modo esencial a crear y fomentar toda una serie de hechos fácilmente vinculables con la conquista de este nuevo continente, pero que no aparecen como algo diferente - en sus etapas hegemónicas – a lo que han sido el signo de todas las conquistas concretadas a lo largo de la humanidad. Para dar un breve ejemplo, podemos tomar el crecimiento y expansión de imperios tales como el incaico, hasta entrado nuestro territorio argentino actual, sometiendo a diferentes pueblos e introduciendo su lengua, el quechua como en zonas bien identificadas de la provincia de Santiago del Estero. Esta lengua es tomada en general por el común de la gente como si fuera la lengua originaria de esta provincia, lo que no lo es.
Todos los denuestos, manifestaciones de hostilidad, exageraciones y muchas mentiras que aparecen en al obra de Fray Bartolomé, sirvieron a los sempiternos enemigos de España para juzgarla y crear toda una atmósfera internacional en su contra. Inglaterra, Francia, Holanda y Alemania, marcharon a la vanguardia en la tarea de desacreditar la obra de colonización española, a través de los siglos, crear y desarrollar una leyenda que incluso llega hasta el presente [1].
Segundo paso
La época de la Ilustración y el cambio de régimen con los Borbones
Como todos sabemos, gobernaron los Austrias en España hasta el año 1700 y fue una gestión caracterizada entre otras cosas importantes por su expansión y la conquista de nuevos territorios para la Corona, pero por sobre todas las cosas la colonización de América, entendida esta por la radicación de población española, la fundación de ciudades, la creación de virreinatos, etc lo que constituyó sociedades desde el Río Bravo a Tierra del Fuego. Éstas últimas, no sólo fue obra de los españoles venidos de la península, sino también de sus hijos americanos, los criollos. De modo tal, que puede afirmarse que la colonia y salvo algunas autoridades enviadas desde España, fueron hombres nacidos en esta tierra, ya sea hijos de parejas de españoles o de mestizos, cuyo número se fue acrecentando cada vez más.
En publicaciones nuestras hemos probado que Hispanoamérica, nacida y simbólicamente bautizada cristiana el 12 de octubre de 1492, e individualmente todos los países que la integran, tuvieron un origen que fue el resultado de la mixturación de los pueblos aborígenes con los españoles, primeramente, y luego con la raza negra y que individualmente los integrantes de ella pueden establecer una fecha de nacimiento. Por eso es que con bastante justicia y munidos de un aparato documental inobjetable, podemos hablar en el sentido de que Argentina, nuestro país, surge el día 29 de junio de 1550, fecha que los Institutos de Cultura Hispánica llamamos Día de la Argentina Fundacional por haber sido ese día fundada la ciudad de Barco, que surge con las presencia de españoles y miembros de los pueblos originarios. Ello ocurrió en un sitio de la Quebrada del Portugués, en la actual provincia de Tucumán, y fue trasladada posteriormente en dos oportunidades más hasta dar con el asiento definitivo a orillas del río Dulce y pasar a llamarse Santiago del Estero[2]. A nivel popular, a esta antigua ciudad se la conoce como “Madre de ciudades”
La situación de ser la primer ciudad de lo que hoy sería la Argentina y el hecho de que allí partieran expediciones que llevarían a cabo las fundaciones de ciudades tan importantes como San Miguel de Tucumán y la ciudad de Córdoba, es trascendental, porque señala la presencia de nacientes sociedades con su cultura bien de la época de los Austrias, caracterizada por su enorme fe y por su fidelidad con la Biblia.
Otro dato fundamental de todo este período, es como dijimos al principio, el acceso de los Borbones al trono de España, quienes habían sido ya influenciados por la corriente de la Ilustración, que contrastaba significativamente con la cultura pre renacentista que había caracterizado a los hombres que habían llegado primitivamente a nuestras tierras. A partir del siglo XVIII los nuevos emigrantes españoles van a estar consustanciados con un nuevo discurso, alegato, y una distinta actitud social, lo que iba a chocar con lo que se considera hoy en día “políticamente incorrecto” Eso va a alumbrar y favorecer, poco a poco a nuestros países, al estallido de las revoluciones americanas y la libertad política[3].
Tercer paso
Matricidio e hispanofobia
Con toda una atmósfera que como estamos viendo ya estaba establecida en el aire americano, comienzan a estallar los gritos de mayor liberad y mayor participación ciudadana, España ha caído bajo las botas napoleónicas y José Bonaparte, ha asumido el mandato en la península. La resistencia se da en todas partes, con gran entusiasmo patriótico por parte de los españoles, incluso de aquellas zonas o regiones que hoy son consideradas por muchos de sus habitantes, separatistas.
Siempre ha sido mi opinión considerar que en alguna medida los países en su desarrollo y crecimiento, se parecen a las personas: tiene un nacimiento, una infancia y adolescencia y luego ya, una juventud y madurez. Pues bien, nuestra infancia - adolescencia pertenece a lo que mal se ha llamado el período colonial; el 25 de mayo de 1810 y el 9 de julio de 1816 - consideradas fechas patrias por ser el 25, aniversario de una Revolución que modifica el panorama del país que ya comienza a ser gobernado mayormente por criollos y que se consolida el día el 9 de julio en que se proclama la Independencia –. Deberíamos tenerlas en realidad como períodos de la mayoría de edad o emancipación. Hay quienes por diversos motivos creemos que se llega a la mayoría de edad y se la asume como algo normal, así también hay quienes en esa fecha dan un portazo y se van a su casa. Y esto último es lo que ocurrió en América, por eso es que consideramos en alguna medida, que cometimos un matricidio con la Madre Patria y le dimos pie a una hispanofobia reinante en algunos sectores intelectuales.
Cuarto paso
La hispanofobia de nuestros próceres
Este cuarto paso está muy unido al tercero y nos revela lo que nos dice el título: la hispanofobia de nuestros próceres y hombres ligados a la clase dirigente del país.
La verdad es que la crisis de nuestra identidad fue grave, porque la mayoría de quienes estaban en importantes situaciones de gobierno u opinión, se negaban a “acusar recibo” de su origen hispánico. La “civilización” estaba representada por hombres vinculados a la generación de 1837, partidarios de una política renovadora, mientras que la “barbarie” estaba representada por los caudillos y toda la tradición criolla y católica. Como muestra de una actitud hostil a la Madre Patria, recordemos que Juan María Gutiérrez, poeta, escritor, matemático y estadista, se negó a formar parte de la Academia Española
La hispanofobia fue tan amplia que se dijeron realmente barbaridades, Sarmiento fue un carismático ejemplo del disvalor que le daba a la herencia española, llegando en algunos casos a tener opiniones muy severas. Él no creía que pudiera obtenerse nada valioso de lo que realizaba o había hecho España en América[4]
Quinto paso
Dar a nuestro subcontinente el nombre de América Latina
Parecerá poco razonable un subtítulo de esta naturaleza, pero encierra una gran verdad. Durante la época que fuimos parte del imperio español, a estas tierras se la llamó la América española, pero fue en el siglo XIX, en su segunda mitad cuando por influencia de un francés, Chevalier, se la comenzó a conocer como América Latina con el pretexto de que existían Haití, la Guayana francesa y otras islas antillanas. Era época en que Francia adquiría cierta importancia y quería ver traducida eso en la realidad americana. Los países sajones como Inglaterra y Estados Unidos, inmediatamente aceptaron de hecho esa denominación y lo mismo hizo la Iglesia Católica, pues fue en siglo XIX, que el papado creó el Colegio Pío Latinoamericano. Pues bien ¿Porqué nosotros opinamos que ello fue una muestra de hispanofobia y un error que debía corregirse? Porque pensamos que se nos ha dado el nombre de latino que no expresa una característica biológica, sino cultural. En Estado Unidos, se habla de un pueblo anglosajón es decir que es una característica biológica y cultural respectivamente, ya que proceden de los pueblos anglos y de los pueblos sajones que establecieron sus propias culturas en esas tierras. En cambio a nosotros se nos llama latinos, no por la cultura latina, tampoco por una raza porque no hay una raza latina, sino por una lengua. Pero el hecho es que si bien la lengua castellana es de origen latino, también tiene otros aportes y es esa la lengua que se habla en Hispanoamérica y no otra. Por eso con mucha justicia, debemos llamar hispanoamericano a nuestros pueblos incluso Portugal y su colonia el Brasil porque Hispania fue el nombre romano que tuvo la península ibérica. Pero para que no se nos clasifique de querer separar al Brasil podemos llamarle iberoamericano e Iberoamérica.
Sexto paso
Recuperación de lo hispánico
A fines del siglo XIX (1898), se produce la llamada guerra de Cuba, entre España y los EEUU. El país caribeño aún se hallaba formando parte del imperio español, al igual que Puerto Rico en América y las Filipinas en el Asia. Guerra que fue perdida por España y a partir de esa pérdida, EEUU termina con el imperio colonial hispánico y asume el gobierno de Puerto Rico y Filipinas, al mismo tiempo que va a influir de manera muy sólida en la política cubana, hasta la llegada de la revolución castrista. Ese conflicto hispano-norteamericano, despertó un sentimiento generalizado de apoyo dentro de nuestros pueblos a la causa española, a través de muchísimas vías y formas de expresión. Hasta los poetas como el caso particular de Rubén Darío, se mostraron sensibles al acontecimiento y cantaron a la causa de lo que era la América española[5]
Ese sentimiento filial, iba a continuar y comenzaron a aparecer en nuestra América loas a la conquista y colonización de estas tierras, y un reconocimiento especial hacia la existencia de un nuevo hombre surgido del mestizaje entre el europeo y el originario de América. Los gobiernos propusieron y establecieron esos homenajes a través del día 12 de octubre como Día de la Raza. Así lo hicieron varios países, algunos con este nombre y otros con nombres semejantes como Día del descubrimiento de América, entre otros. Más adelante nos referiremos a lo sucedido en Argentina.
No quiero terminar este sexto paso sin hacer una mención de una prueba irrefutable de los sentimientos hispanoamericanistas
En Puerto Rico, colonia que Estados Unidos le arrebató a España, tenía prácticamente el inglés como lengua oficial y el español como lengua natural de su pueblo, así es como en el período de gobierno de un brillante estadista D. Rafael Hernández Colón, se aprobó una ley cambiando las cosas y decretando que el único idioma oficial de Puerto Rico, era el español. De todo el mundo hispánico, recibieron salutaciones por esa decisión y España concedió al pueblo portorriqueño la distinción del premio Príncipe de Asturias. En nuestro caso, inmediatamente de conocerse la noticia le enviamos una felicitación al gobernador por su apreciada iniciativa, respondiéndonos inmediatamente con una nota muy emotiva que terminaba manifestando que “el pueblo portorriqueño tenía el idioma español como seña de identidad nacional y que los hacia sentirse parte integrante de la gran familia iberoamericana”
El sucesor del gobernador Hernández Colón, D. Pedro Juan Rosello, conocido anexionista que deseaba que Puerto Rico fuera el estado 51 de Norteamérica, anuló la resolución del gobernador anterior y volvió a poner el inglés como idioma cooficial en la isla.
Séptimo paso
La reflotación de Leyenda negra
Luego de varias décadas de tranquilidad al respecto y de respeto a las resoluciones de los gobiernos de homenajear al Día de la Raza como correspondía con actos oficiales, actos escolares, izamiento de la bandera de la Hispanidad, etc, comenzó a surgir silenciosamente al principio y ruidosamente después, una oposición y crítica destructiva hacia todo lo que tenía que ver con el descubrimiento de América, la conquista y colonización española. Se volvía a repetir con insistencia los sustantivos que se había gestado en la peor época de la inquina de algunos países europeos contra España: se hablaba de genocidio, robo, imposición del idioma y la religión del invasor, alienación, explotación laboral, destrucción de cultura e instalación de identidad negativa, según alguno que otro psicoanalista que se interesó del tema.
No hay duda que había un objetivo para ello y no era otro, que la conmemoración del V Centenario del descubrimiento por parte de los europeos, el día 12 de octubre de 1492.
De repente el protagonista pasó a ser el aborigen y los llamados pueblos originarios. La campaña abarcaba muchísimos aspectos simultáneamente: desde artículos o libros escritos por historiadores, ensayistas o poetas, etc hasta canciones y temas musicales que hablaban en forma negativa de la conquista española. En este último caso, podemos señalar el tema musical Taki Ongoy, popularizado por el cantante argentino Víctor Heredia y en el que se hablaba del genocidio de más de 50 millos de personas en la primera etapa de la colonización. Fue tan intensa la campaña, tan bien dirigida que encontró un eco inesperado en la aceptación prácticamente acrítica por parte de la sociedad y de la población en general. Recuerdo haber dado decenas de conferencias al respecto y tuve experiencias realmente traumatizantes, causadas por parte de personas del público por cuestionamientos referidos a los temas tratados. Hubo casos en que algunos de ellos, descendientes inmediatos de españoles con padre o abuelo peninsular, manifestaron públicamente su repudio a su origen, es decir, no tenían problemas de afecto hacia sus progenitores o abuelos, sino que no querían o detestaban asumir la identidad de ellos.
Octavo paso
El V Centenario y sus daños colaterales
Dificultosamente se puede encontrar algo más polémico y de carácter internacional como es la celebración del V Centenario del descubrimiento de América, conquista y colonización española. El gobierno español y en acuerdo con todos los países hispanoamericanos, formaron comisiones nacionales para conmemorar y organizar la mayor cantidad de actos posibles desde diez años anteriores a la fecha del 12 de octubre de 1992. Este hecho de celebrar o conmemorar, inició una polémica que se extendió no solamente en el continente americano, incluyendo la comunidad hispana de Estados Unidos, sino también en varios países europeos, donde se promovían actos y se escribían notas, artículos, etc de repudio. En este sentido uno de los países donde mayor acogida se les dio a las manifestaciones anti conquista y colonización española fue principalmente Francia.
La polémica también llegó a la radio, televisión, periódicos y revistas, instituciones y muy especialmente a los pueblos aborígenes y a las minorías étnicas en algunos de nuestros países de la Patria Grande, ideal este sanmartiniano y bolivariano que expresaba la unión de todos los países de la comunidad hispánica. La consigna de los ataques era destruir todo lo relevante que había hecho España, ignorar todo lo bueno y destacar los errores que se cometieron.
La campaña indigenista, fue tan intensa, tan bien lograda, planificada y diseñada que contó con la simpatía de todos los pueblos, tanto de las clases medias como de las clases populares.
Se reinstaló de ese modo con fuerza y presencia, lo peor y más agresivo de la Leyenda Negra y la hispanofobia que prácticamente llega hasta el día de hoy. Tengo testimonios propios de haber dado conferencias y charlas por toda Argentina, para hablar de los 500 años de la llegada española analizando los pros y los contras, pero insistiendo en que la herencia o legado, se la puede discutir pero hay que asumirla. Recuerdo la hostilidad de parte del auditorio, lo que me hacía ver que había una febril y agresiva actitud hacia la conquista y la colonización. En la ciudad de Córdoba, el Instituto Argentino de Cultura Hispánica, organizó un importantísimo congreso en mayo de 1992 con un poco más de mil asistentes y más de 300 ponencias, y allí se dieron debates algunas veces ácidos, otros no, pero el resultado fue fructífero. El problema fue que no hubo otras iniciativas de esta naturaleza que pudieran contrarrestar la ola pro indigenista que asolaba a la sociedad. Y queremos aclarar algo de importancia clave para la comprensión de nuestra posición con respecto a la población nativa de origen pre hispánico. Aceptamos y apoyamos una política indigenista que dé soluciones a esos millones de seres que pueblan el continente americano porque deben disfrutar de todos los derechos y posibilidades que tienen todos los ciudadanos. Lo que no aceptamos es el indigenismo político que tiene otras intenciones que la mayor parte de las veces son incompatibles con lo que constituye la gran mayoría de la población.
Noveno paso
Anulación del Día de la Raza y ocultamiento de nuestra identidad
Todas estas situaciones que he ligeramente descripto, motivaron que desde hace varios años, se iniciara una campaña contra la celebración del 12 de octubre como Día de la Raza[6]. Quienes estábamos en una posición contraria a este ataque, todos los años sufríamos la reaparición de los objetores clásicos, pensando que tarde o temprano iba a haber una modificación. Y así fue, el actual gobierno nacional de mi país en el año 2010 cambió la designación histórica del día 12 de octubre por el híbrido “Día del Respeto a la diversidad cultural” que no dice, ni significa nada.
Con esta situación se profundiza el ocultamiento de nuestra identidad. Argentina tiene un día dedicado al aborigen y otro día dedicado al inmigrante, pero ahora hemos perdido el Día de la Raza y la raza a la que se refiere, no es otra que a la que surge en América precisamente con la unión de las sangres del español y el aborigen, para constituir el hispanoamericano o criollo. Es decir que el gobierno nacional, ha cometido un real criollicidio[7]
Esto, ha sido la nota final de una hispanofobia de siglos.
Conclusión
Como ya lo he señalado ut supra los integrantes de los Institutos de Cultura Hispánica de la Argentina, en el congreso internacional V Siglo de Hispanidad, aprobó la iniciativa no nueva, sino de decenas de años de la unión de los pueblos hispanoamericanos que tuviera una base jurídica que acompañara a todos los que hemos compartido los ideales de la hispanidad.
Pues bien, ya han pasado más de veinte años y más allá de que se han concretado algunas uniones como el MERCOSUR que abarca a Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay y Venezuela y países asociados como Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, y como países observadores tiene a Nueva Zelanda y México, no es mucho lo que se ha avanzado en esencia.
A posteriori y como iniciativa de Hugo Chávez y otros presidentes sudamericanos se crea UNASUR – Unión de Naciones Suramericana – que supuestamente continúa en una vigencia burocrática en sus propósitos de “construir” una identidad subcontinental.
Todas estas iniciativas más otras que unen a estos mismos países sudamericanos, con sus hermanos de América Central y el Caribe son pantallas que lo único que reconocen es lo atingente a sus economías y negocios pero carecen de un alma colectiva que nos reconozca como hermanos que compartimos una misma lengua y que tenemos una cultura de cinco siglos que no es otra que la cultura hispánica o hispanoamericana. Esto obligaría a que nuestros países por supuesto que incluidos de echo España y Portugal, no acepten el coloniaje sobre Puerto Rico y que ayuden vigorosamente las iniciativas de la comunidad portorriqueña de pertenecer con carácter de país hispanoamericano aunque esté “asociado” a los Estados Unidos.
Ojalá podamos seguir luchando por este ideal, ideal que fuera de nuestros próceres que no se reconocían por su lugar de nacimiento, sino que lo hacían en su calidad de americanos.
[1] Consultar al respecto el excelente libro de Rómulo Carbia “Historia de la leyenda negra hispanoamericana” publicado por Consejo de la Hispanidad, Madrid 1944, donde el autor demuele punto por punto las aseveraciones de la mencionada leyenda y nos explica su origen, sus fuentes generadoras y su vehículo de difusión. También sus intenciones y los autores intelectuales de ella.
Al mismo tiempo se puede ver en Tejerina Carreras Ignacio, “la leyenda Negra, porqué y desde cuándo” Especial para el diario La Mañana. Córdoba Argentina 9 de octubre de 2005.
[2] Ver Teresa Pioseck Prebisch “Poblar un pueblo. El comienzo del doblamiento de Argentina en 1550” Talleres Gráficos S. A. I. C. A. I Salta, Argentina 2005.
En él da una detallada y brillante exposición de la expedición fundadora de Juan Núñez del Prado que salió desde el Perú con indicaciones de La Gasca de fundar un pueblo.
[3] TEJERINA CARRERAS, Ignacio G. “El congreso de Tucumán y la genealogía”. Diario Los Principios, 9 de julio de 1978. Córdoba, Argentina.
[4] Uno de los más importantes pensadores y estadistas argentinos, fue Domingo Faustino Sarmiento, muy conocido en toda Hispanoamérica por su labor a favor de la educación y la docencia en nuestro país. Sarmiento, criollo de muchas generaciones en su tiempo (nació en 1811), tenía un árbol genealógico que lo llevaba a empalmar con lo primeros fundadores y conquistadores del territorio nacional y que la historia los ha reconocido como “Beneméritos de Indias” Pues bien, él prácticamente rechazó en alguna medida su profundo y total origen hispánico y tuvo expresiones tremendas para su propia gente y por supuesto para España.
Por su parte otro de los que fueron mentores fue Juan Bautista Alberdi cuyo más importante valor fue su contribución decisiva para la elaboración de nuestra Constitución Nacional. También Alberdi, en muchas oportunidades fue hostil a la herencia hispánica aunque en otras reconoció en algunos aspectos elementos positivos en la herencia común recibida de España.
[5] Rubén Darío, el eximio poeta y escritor nicaragüense es un ejemplo clásico de quienes aceptaron y asumieron intelectual y afectivamente, la conquista española y el legado cultural que esto significó. Él amó España e Hispanoamérica visitando países de América Central y algunos de la América del Sur, entre ellos Chile y Argentina. Tiene muchísimos poemas que exaltan lo hispánico pero reproduciremos algunos de sus célebres versos dedicados al presidente TheodoreRoosevelt:
“… que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del gran Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
«Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!”
[6] El presidente Evo Morales calificó al Día de la Raza en su país - Bolivia - en el año 2009: como el "día del luto" porque hubo una "invasión" que trajo "hambre, miseria, enfermedades".
Lo mismo ocurrió con Venezuela a través de Hugo Chávez quien sancionó el decreto 2028 por la Asamblea Nacional de Venezuela como “Día de la resistencia indígena”, con fecha del 11 de octubre de 2002.
[7] Al comienzo de la gestación de la sociedad hispanoamericana, se consideraba criollos a los hijos de españoles nacidos en América y se llamaba mestizos, a los hijos nacidos de la unión de españoles con aborígenes.
A la llegada de la raza negra, se producen otras combinaciones raciales, dando lugar a mulatos: hijos de blancos y negros y zambos: hijos de negros e indígenas. Cuando más tarde en el siglo XIX, llega una masiva inmigración, se les llama criollos a todos los nativos de la tierra ya sean blancos o mixturados de blanco con naturales de la tierra y negros.
Mi opinión personal es que para no hacer diferencias en el trato en la actualidad, deberíamos llamar criollos a todos, basta que sean nacidos argentinos o cualquier otro país iberoamericano porque constituyen lo que yo llamo la criolledad cultural, habida cuenta que se expresan y piensan en idioma español y son formados en una sociedad que todavía conserva el bagaje de cultura heredada de España.