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Homenaje a Arauco.

 

José M. Rivera Restrepo.

 

Profesor de Derecho civil en la Universidad de Chile y Universidad de Talca (Chile)[1].

 

Si vuelves aquejarte parto un roble

y te lo clavo en tus nudosas entrañas

para que pases aullando doce inviernos”.

(Personaje PRÓSPERO, en la obra “La tempestad”,

de William SHAKESPEARE, 1611).

 

 

RESUMEN.

La presente investigación tiene por finalidad analizar, aunque sea someramente, algunos aspectos relevantes que tipifican desde su nacimiento al pueblo araucano, y que sirvieron para forjar el carácter del pueblo chileno. Dicha mirada se analiza principalmente desde el punto de vista de los que fueron, por casi trescientos años, sus enemigos. Aunque los mapuches constituyen un importante elemento étnico y cultural, que se amalgama, con elementos foráneos, en el crisol de la República de Chile, a lo largo de la historia su relevancia ha sido subestimada por textos jurídicos, gobiernos, prensa, etc. Quizás, los que más los han realzado, han sido sus antiguos contrincantes: los naturales del Reino de España.

 

PALABRAS CLAVE.

Arauco – araucanos – mapuches – historia de los mapuches – América precolombina

 

 

ABSTRACT.

This research aims to examine, albeit briefly, some important aspects that typify from birth to Araucanian people, which have helped to shape the character of the Chilean people. This look is mainly analyzed from the point of view of those who were, for nearly three hundred years, their enemies. Although the Mapuche are an important ethnic and cultural element, which is amalgamated with foreign elements, in the crucible of the Republic of Chile, throughout history its importance has been underestimated by legal texts, government, media, etc. Perhaps, the most they have enhanced, were his former opponents: the natives of the Kingdom of Spain.

 

KEYWORDS.

Arauco – Araucanians – Mapuche – History of the Mapuche – Columbian America

 

 

SUMARIO.

Algunas notas apriorísticas. Arauco: Tierra indomable. Consideraciones finales.Conclusiones.

 

 

ALGUNAS NOTAS APRIORÍSTICAS.

Al entrar en el Museo Naval de Madrid, no imaginaba encontrarme con una visión tan espectacular de la cultura mapuche, que incluso empalidece a la escalera monumental, –hecha de mármol de carrara– del Cuartel General de la Armada. [2] Después de repasar los diversos pueblos precolombinos de la América, agrupados de forma cronológica, en un lugar de honor, al final, como corolario, una pared completa de cuadros recuerda la hazaña de los araucanos: en el centro, una machi sujeta su bastón de mando, hecho de oro, reluciente la plata cuelga de su cuello en una actitud altanera, orgullosa, triunfal. Esas obras me recordaron la descripción que de ellos hace el abate MOLINA. No me imaginaba el homenaje que los antiguos enemigos de Arauco le harían a este singular pueblo, nunca por ellos conquistado. [3] Una vez más confirmé, a metros del Paseo del Prado, con desazón, que nadie es profeta en su tierra. [4]

 

            La vanidad dispone como máxima que, cuanto más lejos se establece el origen de algo o alguien, es mayor prueba de su grandeza y mérito. Y la opinión pública, que se presta a gusto a todas las ilusiones del espíritu humano, ha consagrado esta idea, como si el arroyo que se pierde en el océano se ennobleciera a cien leguas de su desembocadura. Los araucanos, jóvenes habitantes del cono sur americano, [5] una rama étnica de los mapuches, constituyen dignos representantes del carácter chileno, abnegado pueblo que se ha levantado una y mil veces, y que, no obstante la tendencia popular basada en una creencia equivocada, que se erige a partir de un error envejecido y profundamente perjudicial (la mala autocrítica de nosotros mismos). Esos pueblos originarios, así como su aporte genético a la República de Chile, han aportado conocimientos y luces necesarias para lograr el progreso del país, haciendo florecer a la Patria.[6] Creemos que ha llegado el turno de los mapuches, y demás pueblos indígenas del país, estableciendo su verdadera relevancia en el forjamiento de Chile: apelo a la justicia de los hechos, su elocuencia hablará por mí.

 

            Respecto del carácter chileno, me gustaría partir este ensayo, reseñando una entrevista a Pablo NERUDA, realizada en Milán en 1972, por el español Antonio COLINAS. En ella, el autor describe al poeta, fiel representante de la idiosincrasia chilena. COLINAS relata la llegada del reciente premio nobel a los salones de Editorial Rizzoli, en los siguientes términos: “Pablo NERUDA viene lentamente, lentamente, con las manos atrás y la gorra calada sobre los ojos, por la Galería Vittorio Emanuele de Milán. […] Amigo de los silencios y espacios planetarios Pablo NERUDA, el nuevo Premio Nobel, se desenvuelve con dificultad en este ambiente”.[7] Si bien existen muchos matices que definen la idiosincrasia chilena, existe uno, que a mi juicio, determina su quinta esencia: la facultad de levantarse, unido y gallardo, frente a catástrofes naturales o amenazas externas.

 

            Pretendo revisar tangencialmente algunos aspectos del carácter araucano, alguno de los cuales se mantiene en el pueblo chileno. Los mapuches, domesticadores de la papa (patata) y la gallina, [8] polígamos, muy apegados a la tierra y a la familia, esotéricos, rendían culto a los antepasados,[9] sumamente higiénicos,[10] aguerridos e indomables. Gente de una contextura física no despreciable, en palabras del abate MOLINA son personas nerviosas, robustas, de aspecto soldadesco, de poca barba (como los Tártaros), cuya esperanza de vida es muy superior a la de los españoles, intrépidos, animosos, hospitalarios, amantes de la libertad y celosos de cumplir con la palabra empeñada.[11]

 

 

ARAUCO. TIERRA INDOMABLE.

            Aun cuando el conquistador Pedro de VALDIVIA le había prometido a su rey una rápida conquista de los territorios al sur del Tahuantinsuyo,[12] quizás alentado por la confianza que le otorgaban los trópicos, por el orgullo propio del pueblo español,[13] y más tarde, por la fiebre amarilla, ya que se había descubierto oro en un río cercano a Concepción, emprendió la conquista de la tierra fangosa o Arauco, [14] como la había llamado ERCILLA, [15] apoyado por un millar de cristianos que habitaban en seis ciudades recién fundadas y por miles de indios auxiliares. Después de la batalla de Andalién, de la resultó triunfador, fundó tres fuertes: Arauco, Tucapel y Purén, dispuesto a “pacificar” a los araucanos, subestimando su poder.[16] En el lado “bárbaro” (como llamaba DE ROSALES a los mapuches),[17] y mientras discutían los caciques acerca de cómo hacer frente a la aventura española, se levantó el joven LAUTARO (LEFTRARU),[18] convenciéndolos que los “huincas” [19] y los caballos eran mortales, y que se cansaban pronto, especialmente en días tórridos. En su discurso hizo gala de sus dotes de estratega militar, planteando la necesidad de formar a lo menos doce guerrillas de reserva, que se alternarían en la batalla, [20] logrando la cohesión de los mapuches,[21] mediante una táctica de mimesis. La guerra se mantendría por más de 350 años (si consideramos la guerra contra el Estado de Chile a partir de 1810 y hasta 1881), y ya en 1664, Jorge EGUÍA Y LUMBE computaba en 29.000 las bajas españolas.[22]

 

            Recordamos las palabras de NERUDA para resaltar el carácter araucano: “[…] en tu cabeza y en ella, en la nevada cabellera del mundo, el cóndor levantando sus alas poderosas, su vuelo digno de las acérrimas alturas”.[23] En palabras de DARÍO, refiriéndose a CAUPOLICÁN (KAWPOLIKAN): “Es algo formidable que vio la vieja raza: robusto tronco de árbol al hombre de un campeón salvaje y aguerrido, cuya fornida maza blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón”.[24] Así, en el primer enfrentamiento entre la Corona española y los mapuches, ocurrido el 2 de marzo de 1553, en Tucapel, los indios comandados por CAUPOLICÁN, alentados por los excesos cometidos por los peninsulares, sacrificaron a todos los españoles,[25] incluido Pedro de VALDIVIA. [26] Por su parte, DE OCAÑA señala que: “Todos los indios de Chile generalmente son indios de razón y de traza, en particular para las cosas de la guerra […]”. [27] En este sentido, la doctrina castellana señala que: “Su fama es debida, sobre todo, a la heroica resistencia[28] que hicieron a los españoles, a los que vencieron […]”. [29] Ello aparece cotejado por leyendas mapuches: “Caían los indios como moscas sobre los españoles; esos huemules grandes que ellos montaban corrían, pero siempre encontraban las lanzas de los indios […]”.[30] El poeta mapuche canta: “Tres veces vino el malón / tres veces lo rechazamos / pero ahora viene otra vez / y no podemos luchar. El winka está disparando”. [31] Los españoles nunca pudieron someter a este pueblo, así lo corrobora el español HERNÁNDEZ SÁNCHEZ–BARBA, quien señala, refiriéndose a los espectaculares avances de la gran conquista española en América, “[…] hasta quedar detenida por la irreductible resistencia de los araucanos”. [32] Por otra parte, resulta un tanto polémico el título de la obra del español ESTEVE BARBA, quien titula a uno de sus libros “Descubrimiento y conquista de Chile”.[33]

 

            En este sentido, SANTA CRUZ OSSA señala que: “Ni los Incas,[34] cuyos reyes poderosos y osados conquistaron territorios, ni otras tribus más salvajes y feroces lograron jamás someter a los hombres de Arauco. Nunca planta alguna extranjera pisó su noble tierra, nadie logró penetrar en el delicioso valle que era de todos codiciado por sus bellezas naturales, por sus ricos frutos y por sus minas de oro y plata”. [35] Este afán de nunca rendirse ante potencia extranjera alguna, queda de manifiesto en la conducta de GALVARINO, quien, siendo apresado por el enemigo, fue privado de ambos brazos por orden de GARCÍA HURTADO, con todo, lejos de amedrentarse, siguió peleando con una lanza amarrada a uno de sus brazos mutilado. [36]

            Aun cuando, podría pensarse que Arauco sucumbió ante el poder cristiano, v. gr., cuando DE OÑA habla de “Arauco domado”,[37] los historiadores plantean que ello nunca fue así, pues “[…] ni todo el poder de España lo ha podido domar”.[38] Respecto de este punto, hay que señalar que el carácter del araucano era tranquilo y dócil, siempre que no se le hostilizara y pretendiera conquistar, pues, eran generosos y hospitalarios con el extranjero, sin embargo, el deseo de someterlos por las armas y por otros medios innobles despertó en el natural de Arauco una ferocidad poco vista en los territorios de la América del Sur.[39] Valiente pueblo del extremo sur de las Américas que en palabras de VALVIDIA, le recordaban a los tudescos de Flandes nunca fueron intimidados por los peninsulares, al contrario, éstos, eran, en el sentir de los indios, un digno contrincante.[40] Claudio GAY se admiraba del carácter mapuche, en sus palabras: “Sus enemigos eran los vencedores de Europa”.[41]

 

Muchos fueron los heroicos comandantes del ejército araucano, de ellos, destaca la figura de uno: PELANTARÚ (de payllan trarú o truz, que significa carancho de espaldas), quien, en 1598 se levantó en contra del conquistador García OÑEZ DE LOYOLA,[42] dándole muerte personalmente,[43] e, iniciando un gran alzamiento que destruyó las siete ciudades españolas del sur de Chile.[44] El desastre de Curalaba o la victoria de Cuaralaba,[45] entonces, “[…] arruinó la colonización al sur del río Maule”. [46] La resistencia de los araucanos en contra de los blancos perduró por casi 300 años y continuó hasta más allá de la independencia de Chile,[47] siendo llamado el “Flandes[48] Indiano”. [49] Así lo corrobora el español GARCÍA HURTADO DE MENDOZA.[50] Es interesante destacar que, ante la adversidad y las amenazas, siempre emergía al carácter indomable y organizado mapuche. Piénsese que, el primer plan de ataque en contra de los blancos fue atacarlos en la capital del imperio.[51]

            Los araucanos pelearon para defender su territorio y su dignidad, de forma epopéyica, al son de su máxima “Lape, lape” (“Muera, muera”),[52] porque eran ellos los legítimos ocupantes de Arauco, [53] alentados por los dioses, [54] su perspicacia, el clima lluvioso, la dispersión de su población, su conocimiento de las cosechas (que les permitió reemplazar el maíz por la cebada y el trigo, confundiendo a los españoles sobre sus verdaderas reservas de granos), refugiándose en la cordillera.[55] Numerosas fueron las alianzas que suscribieron (con otros pueblos aborígenes),[56] cuestión que denota la unión que desde siempre se ha forjado entre los chilenos ante situaciones de peligro. [57] Ello, unido a la adopción del caballo y algunos ingenios militares europeos, dio gran impulso a la resistencia nacional. En este sentido, Gabriela MISTRAL expresa: “Chiquito, escucha: ellos eran dueños de bosque y montaña de lo que los ojos ven y lo que el ojo no alcanza, de hierbas, de frutos, de aire y luces araucanas, hasta el llegar de unos dueños de rifles y caballadas”. [58] La capitulación peninsular[59] se plasmó en el Parlamento de Quilín de 1641, [60] siéndole reconocida la independencia a Arauco[61] en el Parlamento de Maquegua de 1647, [62] (aun cuando, ya desde el desastre de Curalaba se pensaba en la paz) año en que también rugió la tierra.[63] En esta época gobernaba el Imperio español Felipe IV. [64] La aventura chilena, significó una gran sorpresa para el orgullo español, haciendo honor a la voz mapuche que le da nombre (“Chüllüm”).[65]

 

            Podemos agregar, como notables avances del pueblo mapuche, el rol que cumplía la mujer, constituyendo Arauco, un verdadero matriarcado.[66] Además, los mapuches son gente extremadamente solidaria. En este punto, le es aplicable el pensamiento de origen aymará: “Jan t’aqhisiñ munasaxa yanapiñaw chikatanakaruxa (<si no quieres sufrir, ayuda a los demás>)”. [67] En efecto, a primera vista pareciera ser el araucano una persona hostil y belicosa, nada más alejado de la realidad. El araucano es una persona amable con el extranjero. En este sentido, RUIZ ALDEA señala que: “La guerra no es el alimento del araucano, como el de otras tribus que viven exclusivamente de ella; él no la acepta ni la declara sino en el último caso, cuando ya no puede esquivarla. El derecho que más defiende es la inviolabilidad de su territorio, i su invasión un motivo para tomar las armas”.[68] Ni siquiera el gran emperador Carlos V, el “paladín de la unidad”[69] logró someter a los araucanos.[70] En sus tierras si se puso el Sol.[71] Lo anterior, como digno homenaje a sus celestiales antepasados, gente de la tierra que había “[…] bajado del cielo y conocían el lenguaje de los animales, los árboles, el viento y las aguas”.[72]

           

CONSIDERACIONES FINALES.

El sacrificio, abnegación, trabajo y esfuerzo del pueblo mapuche se enmarca dentro de las grandes hazañas militares de la historia, emulando, de esta forma, la resistencia de la rocosa fortaleza bíblica de Massada, la tenacidad de los trescientos en el paso de las Termópilas, la entrega del pueblo ruso en Stalingrado, frente al avance nazi, el arrojo y la abnegación de los samuráis. Este sacrificio marcó el carácter chileno, forjando así, una resistencia natural a cualquier intento de colonización extranjera, y sirviendo de modelo para futuros acontecimientos heroicos en la historia de Chile. Gente obstinada, [73] que se levanta una y mil veces ante las pruebas de la naturaleza.

 

Una antigua leyenda araucana reza: “Mientras haya araucanos habrá yokones, porque unos y otros se asemejan: los araucanos y los yokones saben conservarse y sostenerse”.[74]

 

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[1] José Maximiliano Rivera Restrepo inició sus estudios en el Instituto Nacional y en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile. Abogado de la Universidad de Chile y Magíster en Derecho Privado por la Universidad de Chile. Máster Oficial en Derecho Civil por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente Doctorando en Derecho Civil por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor de Derecho civil en la Universidad de Chile y Universidad de Talca. <jrivera_lex@hotmail.com>.

[2] Al respecto, vid.: <www.armada.mde.es>.

[3] En este sentido, Moyano, señala que: “Pero no sólo las conclusiones de la arqueología leídas desde otra perspectiva pueden confirmar que la hipótesis de la Araucanización de Pampa y Patagonia es una farsa o al menos, un error repetido en demasiadas oportunidades”. Moyano, A. B.: Crónicas de la resistencia mapuche, Cooperativa Chilavert Artes Gráficas, San Carlos de Bariloche, 2007, p. 114. Cfr.: Rossignol, J.: Chilenos y mapuches a mediados del siglo XIX. Estudios históricos, traducc. y compilación de Raúl Guerrero, Ediciones Universidad del Bío–Bío, Concepción, 2007, pág. 45.

[4] Me recordé de las palabras de Jesús de Nazaret [El evangelio según San Mateo, 13: 57]: “En todas partes se honra al profeta, menos en su propia tierra y en su propia casa”. Dios habla hoy: La Biblia con Deuterocanónicos, versión popular, segunda edición, traducc. directa de los textos originales: hebreo, arameo y griego, Sociedades Bíblicas Unidas, Santafé de Bogotá, 1979, [El evangelio según San Mateo], pág. 22.

[5] En este sentido, Noggler señala que: “[Los araucanos] habrían inmigrado desde la Pampa argentina a la región situada entre los ríos Itata y Toltén al Oeste de la Cordillera de los Andes, probablemente en el siglo XII o XIII; o sea, poco antes del descubrimiento del continente americano”. Noggler, A.: Cuatrocientos años de misión entre los araucanos, Ed. San Francisco, Padre Las Casas, 1972, p. 1. Respecto del verdadero origen de los araucanos, De  Hoyos Sáinz señala que: “La gran familia étnica de los araucanos, es clasificada por los antropólogos de muy diverso modo, en las subdivisiones de los pueblos sudamericanos; pues mientras Quatrefages y el Sr. Antón forman con ellos los patagones y extinguidos charrúas, la raza pampense, Siemiradzki, Virchow, Deniker y otros, constituyen un tronco de la gran raza andina, de origen centroamericano y en relación directa con los atacameños […]”. De  Hoyos Sáinz, L.: Cráneos araucanos del Museo Antropológico Nacional, publicado en la Revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, Establecimiento Tipográfico y Editorial, Madrid, 1912, pág. 1. Por último, Marquez Miranda señala que: “Parece ser que los primitivos habitadores del territorio araucano fueron pueblos pescadores e ictiógafos, de una cultura muy arcaica”. Marquez Miranda, F.: “Los aborígenes de América del Sur”, Historia de América, T. II, Ricardo Levene (Direct. General), W. M. Jackson, Inc., Buenos Aires, 1940, págs. 349–350.

[6] En este sentido, Collier señala que: “En un banquete celebrado en Valparaíso en 1852, el escritor argentino Juan Bautista Alberdi propuso un brindis por «la excepción honrosa de la América del Sur»”.  Collier, S.: “Capítulo 7. Chile”, Historia de América Latina, 6. América latina independiente, 18201870, Leslie Bethell (Edit.), traducc. castellana para España y América por Àngels Solà, Ed. Crítica, S. A., Barcelona, 1991, pág. 238.

[7] Colinas, A.: “Entrevista con Pablo Neruda”, Revista de Occidente, fundada por José Ortega y Gasset, junio 1972, nº 11, José Ortega Spottorno (Direct.), Talleres Gráficos de Ediciones Castilla, S. A., Madrid, 1972, pág. 255.

[8] Cfr.: Aldunate del Solar, C.: “Presentación”, Mapuche. Semillas de Chile, Museo del Oro, Banco de la República, Museo Chileno de Arte Precolombino, Bogotá, 2009, pág. 11.

[9] Cfr.: Enciclopedia de Chile, T. 3, Océano Grupo Ed., Barcelona, 2002, pág. 592.

[10] Para Patzelt: “[…] desde chicos [los niños] son acostumbrados al agua fría. Y si un niño muere es porque es demasiado débil”. Patzelt, E.: Vida y costumbres del pueblo mapuche. Documentación histórica 19591965, Chile, Ed. Universitaria AbyaYala, Quito, 2010, pág. 94.

[11] Cfr.: Molina, J. I.: Compendio de la historia civil del Reyno de Chile, Parte segunda, traducida al español y aumentada con varias notas por Nicolás de la Cruz y Bahamonde, Madrid, 1745, págs. 53–55.

[12] Cfr.: Hidalgo, J.: “Capítulo 4. Los indios de América del Sur meridional a mediados del siglo XVI”, Historia de América Latina, 1. América latina colonial: la América precolombiana y la conquista, Leslie Bethell (Edit.), traducc. castellana para España y América por Antonio Acosta, coordinación y revisión de César Yáñez, Ed. Crítica, S. A., Barcelona, 1998, pág. 89.

[13] Cfr.: Blanco Fombona, R.: Ensayos históricos, Prólogo de Jesús Sanoja Hernández, selección y cronología por Rafael Ramón Castellanos, Caracas, 1981, pág. 19.

[14] El nombre “araucano” “[…] parece provenir de la palabra quechua auca, que significa guerrero y rebelde”. Cfr.: Gran Laurousse universal: vol. 3, Guillem Burrel i Florià (Direct.), edición española Plaza & Janés editores, S. A., Barcelona, 1995, pág. 922;  Pericot y García, L.: “El hombre americano – Los pueblos de América”, América Indígena, T. I, segunda edición, Salvat Editores, S. A., Barcelona, 1961, pág. 930.

[15] Cfr.: Bleiber, G. (Direct.): Diccionario de historia de España, Ediciones de la Revista de Occidente, S. A., Madrid, 1968, pág. 313. En este sentido, Kurteffseñala que: “[…] El término correcto hubiera sido «mapuche» (mapu, tierra; che, gente), aunque los lingüistas prefieren aplicar dicho término específicamente al aspecto filológico y no etnográfico. Así es que al decir araucano no me refiero a una parcialidad determinada sino a la totalidad de las tribus comprendidas en un mismo grupo social”. Kurteff, A.: Los araucanos en el misterio de los Andes, Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1991, pág. 14. Según, Noggler: El nombre <Arauco> se deriva de la palabra indígena raq (ragh) = la greda, y co = agua; significa, por lo tanto, agua gredosa. El nombre primitivo fue Rauco, ya el conquistador de Chile, Pedro de Valdivia, había cambiado el nombre del lugar en A–Rauco, probablemente por sonar mejor en lengua castellana”. Noggler, Cuatrocientos años de misión entre los araucanos, Op. Cit., pág. 1. Al respecto, vid. también: Hernández, I.: Los mapuche, reimpresión, Galerna, S. R. L., Buenos Aires, 2007, pág. 17.

[16] En este sentido, Barral señala que: “Desde muchos puntos de vista […] no debemos considerar excesivamente descabellado el poder estimar este momento de la historia del pueblo mapuche, [periodo de la conquista española] vista como una de las últimas épocas doradas de prosperidad, expansión, libertad e independencia que disfrutaron los indios araucanos tanto chilenos como argentinos a lo largo de su historia […]”. Barral, Á.: Rebeliones indígenas en la América española, Ed. Mapfre, Madrid, 1992, pág. 231.

[17] Cfr.: De Rosales, D.: Historia general del Reyno de Chile. Flandes Indiano, dedicada al rey de España D. Carlos II, publicada, anotada i presidida de la vida del autor i de una estensa noticia de sus obras por Benjamín Vicuña Mackenna, Imprenta El Mercurio, Valparaíso, 1877, Capítulo XX, pág. 56.

[18] En mapuzundum  [idioma de los araucanos], “lef” significa corrió, huyó y “traru” o “tarú”, hace alusión a los traros (aves). Cfr.: De Augusta, F. J.: ¿Cómo se llaman los araucanos?, Imprenta San Francisco, Valdivia, 1902, págs. 10 y 34. Para Ladino Curiqueo, el nombre Lautaro (“Lef Traru”) significa ave veloz. Ladino Curiqueo, M.: Manual básico de cultura mapuche, tercera edición, Ed. Amawta, Santiago de Chile, 2010, pág. 83.

[19] Los españoles eran conocidos por los mapuches con el nombre de “winkas” o “huincas”, por la creencia de que eran la versión moderna de los incas.

[20] Cfr.: Kirkpatrick, F. A.: Los conquistadores españoles, cuarta edición, EspasaCalpe, Buenos Aires, 1946, págs. 216–217.

[21] Esta cohesión, no obstante variadas crisis instituciones, ha tendido a mantenerse. En este sentido, Safford y Jacobsen señalan lo siguiente: “Para su independencia en 1818, Chile se caracterizaba por su extraordinaria cohesión sociopolítica”. Safford, F. y Jacobsen, N.: “Las economías de la América Andina, 1830–1885”, Historia de América Andina, vol. 5, Creación de las repúblicas y formación de la nación, Juan Maiguashca (Edit.), Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, 2003, pág. 79.

[22] Cfr.: Oses, B.: “Los araucanos, un pueblo de guerreros. Sus procedimientos de guerra”, Revista española de antropología americana, vol. II, nº 2, Jesús Adánez Pavón (Direct.), Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1957, pág. 49.

[23] Neruda, P.: Antología poética, T. II, Alianza Ed., Madrid, 1983, pág. 294.

[24] Darío, R.: Poesías, Clásicos Ebro, Zaragoza, 1963, pág. 97.

[25] Era común que los araucanos luchasen hasta la muerte. Este mismo sentimiento le era exigido al enemigo. La palaba “rendición” al parecer no tenía cabida en el lenguaje mapuzungun. Cfr.: Oses, “Los araucanos, un pueblo de guerreros. Sus procedimientos de guerra”, Revista española de antropología americana, vol. II, nº 2, Op. Cit., págs. 52–53.

[26] Hux, P. M.: Caciques, borogas y araucanos, El Elefante Blanco, Buenos Aires, 2004, pág. 247. Cfr.: Bizzarro, S.: Historical dictionary of Chile, The Scarecrow Press, Inc. Metuchen, New Jersey, 1972, pág. 56.

[27] De  Ocaña, D.: Un viaje fascinante por la América Hispana del siglo XVII, [escrito hacia 1630], Ed. Studium, Madrid, 1969, pág. 85.

[28] En este sentido, el Gran Diccionario enciclopédico señala que: “[…] Se ha hecho proverbial su carácter indómito”. Gran Diccionario enciclopédico: Guillem Burell i Florià (Direct.), L 15, vol. 1, Plaza & Janes, editores, S. A., Barcelona, 1996, pág. 231.

[29] Bleiber, Diccionario de historia de España, Op. Cit., pág. 313. Cfr.: González Echenique, J.: “Las conquistas y empresas de Chile”, Historia general de España y América. El descubrimiento y la fundación de los reinos ultramarinos. Hasta fines del siglo XVI, Manuel Lucena Salmoral (Coord.), T. VII, segunda edición, Ediciones Rialp, S. A., Madrid, 1991, pág. 398.

[30] De Sauniere, S. R.: Cuentos populares araucanos y chilenos, Prólogo de Alfonso Calderón, Ed. Nascimento, Santiago de Chile, 1975, págs. 155156.

[31] El poeta se llama Leonel Lienlaf, es citado por Rojas. Cfr.: Rojas, R.: La lengua escorada. La traducción como estrategia de resistencia en cuatro poetas mapuches, Pehuén Editores, Santiago de Chile, 2009, pág. 110.

[32] Hernández Sánchez–Barba, M.: “El imperio ultramarino”, Historia de España, vol. III. De la Baja Edad Media hasta el reinado de Felipe II (s. XVI), Juan Manuel Prado (Direct.), Ediciones Orbis, S. A., Barcelona,  283.

[33] Cfr.: Esteve Barba, F.: Descubrimiento y conquista de Chile, T. XI, Salvat Editores, S. A., Barcelona, 19. 46, portada y pág. III. En la pág. 300 de esta obra, Esteve Barba señala que: “La sublevación de los indios, nunca por completo vencida, amenazaba ahora desbordar a las fuerzas castellanas”. Ibid., pág. 300.

[34] En este sentido, Antona Bustos –siguiendo a Mostny– señala que: “Los incas irrumpieron en el centro de Chile en el último cuarto del siglo XV (14501470) y llegaron hasta el río Maule, donde fueron detenidos por los pikunche en torno a 1520”. Antona Bustos, J.: Etnografía de los derechos humanos. Etnoconcepciones en los pueblos indígenas de América: el caso mapuche, Tesis Doctoral, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia de América II (Antropología de América), Madrid, 2011, pág. 146.

[35] Santa Cruz Ossa, B.: Leyendas y cuentos araucanos, Biblioteca Fantástica, vol. 17, Soc. Imprenta y Litografía Universo, Valparaíso, 1936, pág. 9. En este mismo sentido, Fuentes; Cortes; Castillo Infante y Valdés Phillips señalan que: “La guerra de Arauco es un caso único en la conquista de América por la resistencia inflexible del indio mapuche en la defensa de su territorio, no sometiéndose nunca por la fuerza de las armas ni por los intentos pacíficos para atraérsele y asimilarlo”. Fuentes, J.; Cortes, L.; Castillo Infante, F. y Valdés Phillips, A.: Diccionario histórico de Chile, 8ª edición, ZigZag, Santiago de Chile, 1984, pág. 49.

[36] Cfr.: Hux, Caciques, borogas y araucanos, Op. Cit., pág. 248.

[37] Al respecto, vid.: De Oña, P.: El Arauco domado. Poema, Imprenta Europea, Valparaíso, 1848.

[38] Cfr.: Zeballos, E. S.: Viaje al país de los araucanos, El Elefante Blanco, Buenos Aires, 2002, pág. 491. En este sentido, el Diccionario enciclopédico hispano–americano de literatura, ciencias y artes señala que: “La guerra que comenzaron los altivos araucanos [en defensa de su territorio] fue larga y sangrienta y jamás se sometieron por completo al dominio español”. Diccionario enciclopédico hispano–americano de literatura, ciencias y artes: T. Segundo, Montanier y Simón, editores, Barcelona, 1887, pág. 500.

[39] Cfr.: Ruiz Aldea, P.: Araucanos i sus costumbres, Guillermo Miranda, editor, Santiago de Chile, 1902, pág. 9.

[40] Cfr.:Oses, “Los araucanos, un pueblo de guerreros. Sus procedimientos de guerra”, Revista española de antropología americana, vol. II, nº 2, Op. Cit., pág. 54.

[41] Cfr.: Ibid.

[42] En este sentido, Wachtel señala que: “[…] En este contexto podemos comprender por qué la expansión europea fracasó en Chile. Hubo especialmente un notable retroceso en 1598 cuando una rebelión general obligó a los españoles a evacuar todo el territorio al sur del río Bío–Bío. El epílogo de la historia es simbólico: el gobernador Martín García de Loyola, esposo de la princesa Beatriz y antiguo vencedor de Túpac Amaru, fue ejecutado y su cabeza paseada en la punta de una pica araucana”. Wachtel, N.: “Capítulo 7. Los indios y la conquista española”, Historia de América Latina, 1. América latina colonial: la América precolombina y la conquista, 1ª edición, reimpresión, Leslie Bethell (Edit.), traducc. castellana para España y América por Crítica (Grijaldo Mondadori, S. A.), Coord. y revisión de César Yáñez, Ed. Crítica, S. A., Barcelona, 1998, pág. 200.

[43] Este Gobernador había sido el persecutor del inca Túpac Amaru, en 1572. Cfr.: Enciclopedia de Chile, T. 3, Op. Cit., pág. 592.

[44] Cfr.: Hux, Caciques, borogas y araucanos, Op. Cit., págs. 250–251.

[45] Para Antona Bustos: “El convencimiento de que la Guerra de Arauco suponía un lastre y un riesgo para la seguridad del Imperio llevó a las autoridades españolas a ensayar un nuevo modelo de dominación”. Dentro de los cuales estaba someter a los indios a esclavitud, la evangelización, la paz, etc. Antona Bustos, Etnografía de los derechos humanos. Etnoconcepciones en los pueblos indígenas de América: el caso mapuche, Op. Cit, pág. 149.

[46] Mijares, L. y Sánz Tapia, A.: “Capítulo III. El desarrollo histórico”, Historia de Iberoamérica, T. II, Historia moderna, Pablo Emilio Pérez–Mallaína, Demetrio Ramos Pérez, Antonio Gutiérrez Escudero, Manuel Lucena Salmoral, Lucio Mijares, Ángel Sanz Tapia, John Fisher y Carlos Malamud (autores), Ediciones Cátedra, S. A., Madrid, 1990, pág. 503. Por su parte, Lázaro Ávila expone que: “Tras la victoria indígena de Curalaba, españoles y mapuches siguieron enfrentándose hasta final de siglo por el dominio del territorio en el que se hallaban emplazadas las ciudades del sur; pero los sucesos del año 1598 supusieron el punto de inflexión de la historia colonial en la Araucanía”. Lázaro Ávila, C.: La transformación sociopolítica de los araucanos, Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1995, pág. 76. Cfr.: Barros Arana, D.: Historia general de Chile, T. III, segunda edición, Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 2000, pág. 178.

[47] Cfr.: Gran Enciclopedia de España: T. 2, Javier Arbués Villa (Direct.), Enciclopedia de España, S. A., impreso por Heraclio Fournier, Vitoria, 1991, pág. 886. En este mismo sentido, The New Encyclopædia Britanica señala que: “In the face of the Spanish threat, the Mapuche formed widespread alliances above the village level, adopted the strategic use of horses in battle, and, in a series of conflicts called the Araucanian wars, successfully resisted Spanish and Chilean control for 350 years”. The New Encyclopædia Britanica: vol. 1, 15th edition, Encyclopædia Britanica, Inc., Chicago, 1992, pág. 519.

[48] En este sentido, Pedro Rodríguez del Manzano, citado por Oses, expresa lo siguiente: “[…] que fué y es Chile en la América lo que Flandes o Italia en la Europa [sic]”. Oses, “Los araucanos, un pueblo de guerreros. Sus procedimientos de guerra”, Revista española de antropología americana, vol. II, nº 2, Op. Cit., pág. 50.

[49] Cfr.: Mijares y Sánz Tapia, “Capítulo III. El desarrollo histórico”, Historia de Iberoamérica, T. II, Historia moderna, Op. Cit., pág. 503.

[50] En Callao, en 1590, García Hurtado de Mendoza, citado por Boccara, señaló que: “[…] finalmente lo de Chile se ha convertido en guerra de Flandes […]”. Boccara, G.: Los vencedores. Historia del pueblo mapuche en la época colonial, Prefacio de Nathan Wachtel, Traducc. por Diego Milos, Imprenta Salesianos, S. A., Santiago de Chile, 2007, pág. 29.

[51] En este sentido, la Enciclopedia Hispánica señala que: “[…] los españoles reconocieron el poder mapuche e incluso invitaron a sus representantes a que se acreditasen como embajadores en Santiago”. Enciclopedia Hispánica: vol. 2, Encyclopædia Britanica Publishers, Inc., Barcelona, 1990, pág. 14.

[52] Cfr.:Oses, “Los araucanos, un pueblo de guerreros. Sus procedimientos de guerra”, Revista española de antropología americana, vol. II, nº 2, Op. Cit., págs. 51–52.

[53] En este sentido, Colinas señala que: “Nosotros vivimos en grandes espacios y ello es importante en nuestras vidas. Es una característica no sólo de la poesía americana del Sur; también de la del Norte”. Colinas, “Entrevista con Pablo Neruda”, Revista de Occidente, Op. Cit., pág. 255.

[54] Los araucanos eran un pueblo sumamente religioso, así lo reconoce Oses, cuando señala que: “Ninguna campaña se emprendía sin previa consulta a los magos o adivinos, los <voiguevoes> o señores del canelo, que examinaban las entrañas de las víctimas inmoladas y hacían consultas al Pillán”. Oses, “Los araucanos, un pueblo de guerreros. Sus procedimientos de guerra”, Revista española de antropología americana, vol. II, nº 2, Op. Cit., pág. 51.

[55] Cfr.: Enciclopedia de Chile, T. 3, Op. Cit., pág. 615.

[56] Vid.: Dillehay, T. D.: Monuments, empires and resistance, Cambridge Studies in Archaeology, Cambridge University Press, New York, 2007, págs. 335 y ss.

[57] Cfr.: Ruiz Rodríguez, C.: “Síntesis histórica del pueblo mapuche (siglos XVI–XX), Historia y luchas del pueblo mapuche, Ed. Aún Creemos en los Sueños, Santiago de Chile, 2008, pág. 59.

[58] Mistral, G.: Poema de Chile, Ed. Pomaire, Barcelona, 1967, pág. 196.

[59] En este sentido, Antona Bustos expresa lo siguiente: “En 1639 el gobierno de las tierras de Chile quedó bajo el mando de Francisco López Zúñiga, Marqués de Baydes, personaje que marcará un hito sin precedentes en la historia de los pueblos indígenas de América de Sur, al iniciar un proceso de paz que llevará al reconocimiento de la soberanía de la nación mapuche en los territorios al sur del río Bío Bío, proceso que culmina en el Parlamento de Quilín de 1641”. Antona Bustos, Etnografía de los derechos humanos. Etnoconcepciones en los pueblos indígenas de América: el caso mapuche, Op. Cit, pág. 153.

[60] En una Carta impresa en Madrid por Francisco Maroto, en 1642, (que consta de cuatro folios), se hace alusión a la “[…] verdadera de las paxes que capituló con el Arauco rebelado el Marqués de Baides, Conde de Pedroso, Governador y Capitán del Reyno de Chile y Presidente de la Real Audiencia. Sacada de sus informes y cartas y de los Padres de la Compañía de Jesús, que acompañaron al real exército en la jornada que hizo para este efecto el año pasado de 1641 [sic]”. Paz, J.: Catálogo de manuscritos de América existentes en la Biblioteca Nacional, 2ª edición revisada y aumentada por Clotilde Olaran y Mercedes Jalón, Ministerio de Cultura, Madrid, 1992, pág. 360.

[61] En este sentido, Antona Bustos señala que: “El rey Felipe IV confirmó la legitimidad de este tratado por Cédula Real del 29 de abril de 1643 […]”. Antona Bustos, Etnografía de los derechos humanos. Etnoconcepciones en los pueblos indígenas de América: el caso mapuche, Op. Cit, pág. 154.

[62] Cfr.: Contreras Painemal, C.: Koyang: Parlamento y Protocolo en la Diplomacia mapuche–castellana. Siglos XVI–XIX, Jorge Cabucura (Edit. General), Forschungs- und Dokumentationszentrum, ChileLateinamerika FDCL, Centro de Investigación y Documentación Chile–Latinoamérica, Berlín, 2007, págs. 7678. En este punto, se debe agregar lo que señala Bengoa: “Probablemente son [las Capitulaciones discutidas en Maquehua] las mismas que habían sido aprobadas en el primer. Bengoa, J.: El Tratado de Quilín. Documentos adicionales a la historia de los antiguos mapuches del Sur, Catalonia Ltda., Santiago de Chile, 2007, pág. 53.

[63] En este sentido, Paz se refiere a una carta escrita por el jesuita Juan Gonçales Chap Quilín, ya que solamente habían pasado cinco añosarro “[e]n que se da cuenta del lastimoso suceso del terremoto que hubo en la ciudad de Santiago de Chile, en Indias. Lima, 13 Julio 1947”. Paz, Catálogo de manuscritos de América existentes en la Biblioteca Nacional, Op. Cit., pág. 360.

[64] En este sentido, Gavilán señala que: “El proceso de la Guerra de Arauco permitió a los Lafkenche [gente de la costa] acelerar la influencia de su cultura a los pueblos vecinos. En los primeros cien años de guerra con España, los Lafkenche lograron derrotar a la Corona y generar la más grande de las naciones indígenas de su época”. Gavilán, V. M.: La nación mapuche. Puelmapu ka gulumapu, Impresiones Gráficas Digitales, Santiago de Chile, 2007, págs. 31 y 32.

[65] Para Ladino Curiqueo, la palabra “Chüllüm” significa lugar de sorpresa. Ladino Curiqueo, Manual básico de cultura mapuche, Op. Cit., pág. 79.

[66] En Arauco, se le da un rol sumamente importante a la mujer, a tal punto que la “machi” (en la mayoría de los casos mujer) es la jefa de cada tribu. Cfr.: Delibes, M.: Por esos mundos, Ed. Destino, Barcelona, 1972, págs. 129131; Valdés Bunster, G.: “Chile, en el siglo de su difícil consolidación: el Flandes del Nuevo Extremo”, Historia general de España y América, T. IX2, Demetrio Ramos Pérez y Guillermo Hohmann Villena (Coords.), Ediciones Rialp, S. A., Madrid, 1984, pág. 418.

[67] Albo, X.: Raíces de América. El mundo Aymará, Alianza Ed., Madrid, 1988, pág. 171.

[68] Ruiz Aldea, Araucanos i sus costumbres, Op. Cit., pág. 75.

[69] Cfr.: Piñar Pérez, B.: “Lecciones permanentes de la política religiosa de Carlos V”, Cuadernos Hispanoamericanos. Revista Mensual de Cultura Hispánica, Luis Rosales (Direct.), 107–108, nov.–dic., Gráficas Varela, S. A., Madrid, 1958, pág. 245.

[70] Quizás también influyó en él su voluntad decidida en cuanto a lograr una “paz y tregua universal”. Cfr.: Gamir Sandoval, A.: “Una falsa alarma en la costa inglesa”, Cuadernos Hispanoamericanos. Revista Mensual de Cultura Hispánica, Luis Rosales (Direct.), 107–108, nov.–dic., Gráficas Varela, S. A., Madrid, 1958, pág. 288.

[71] En alusión a la célebre oración –de origen bíblico– atribuida a Felipe II: “En mis dominios no se pone el Sol”. En este sentido, el Salmo 13:3 reza lo siguiente: “Desde el nacimiento del Sol hasta su puesta [<A solis ortu usque ad occasum>] ha de ser alabado el nombre de Jehová”. Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc., Traducción del Nuevo mundo de las Santas Escrituras, International Bible Students Association Brookyn, New York, USA, Roma, 1997, pág. 800.

[72] Ruiz Aldea, Araucanos i sus costumbres, Op. Cit., pág. 82.

[73] El grado de obstinación, se nota, v. gr., en el sentimiento de rechazo hacia la religión católica introducida por los peninsulares. Cfr.: Leiva Orellana, A.: Rechazo y absorción de elementos de la cultura española por los araucanos en el primer siglo de la Conquista de Chile (1541 – 1655), Tesis para optar al grado de licenciado en antropología, Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1977, pág.16.

[74] Koessler Ilg, B.: Cuentan los araucanos, EspasaCalpe Argentina, S. A., Buenos Aires, 1954, pág. 112.

 

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