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San Nicolás de Bari: el primer Hospital construido en América (1503).

 

Benedicto Cuervo Álvarez.

 

Licenciado en Historia y Geografía por la Universidad de Oviedo. Profesor de Historia en la FESD de Oviedo y colaborador habitual en diversas revistas científicas (España).

 

 

Resumen.

El hospital de San Nicolás de Barí fue el primero construido en toda América por el gobernador Fray Nicolás Ovando. Las obras se iniciaron a fines de 1503 y no concluirían hasta 1508. A mediados del s. XVI el edificio fue remodelado y reforzado varias veces ampliándose su estructura y capacidad. Este hospital se sitúa en la zona colonial Dominicana, calle Hostos y fue planificado por el constructor Antonio Defilarete. De planta cruciforme, contaba con cuatro patios autónomos  rodeados por dependencias. Disponía de tres naves, siendo la central construida en piedra exquisitamente trabajada, descuidando el resto de la obra por motivos económicos. En sus orígenes, el hospital de San Nicolás, tenía unas dimensiones muy pequeñas y escasa capacidad ya que solo disponía de seis camas pero, posteriormente, será ampliado y, en 1552, ya acomodaba a unos 60 enfermos y llegaba a atender a unos 700 enfermos al año. A partir de fines del s.XVIII se inicia la decadencia del Hospital y, muy especialmente, en la década de los sesenta y setenta del s.XIX, debido a los constantes sismos que sacudían la isla Dominicana y a la demolición de parte del edificio por personas particulares para aprovechar los materiales para una nueva construcción.

Palabras clave: Hospital San Nicolás de Bari, Fray Nicolás Ovando, Antonio Defilarete, Francis Drake, Hospital Real Militar, terremotos y ciclones, ruinas de San Nicolás de Bari.

 

Abstract.

Saint Nicholas de Barí's hospital was the first one constructed in the whole America by the governor Fray Nicolás Ovando. The works began at the end of 1503 and they would not conclude until 1508. In the middle of  XVIth century the building was remodelled and reinfor ced several times its structure and capacity being extended. This hospital places in the colonial Dominican zone, street Hostos and it was planned by the builder Antonio Defilarete. Of cruciform plant, it was possessing four autonomous courts surrounded by dependences. It had three ships, being the principal built in exquisitely worn out stone, neglecting the rest of the work for economic motives.  In its origins, the hospital of Saint Nicholas, it had a few very small dimensions and scanty capacity because it only had six beds but, later, it will be extended and, in 1552, already it was accommodating approximate ly 60 patients and was managing to attend to approximately 700 patients a year. From ends of XVIIIth century the decadence of the Hospital began and, very specially, in the decade of the sixties and seventies of XIXth century, due to the constant earthquakes that were shaking the Dominican island and to the demolition on behalf of the building for particular persons to take advantage of the materials for a new construction.

Key word: Hospital Saint Nicholas de Bari, Monk Nicolás Ovando, Antonio Defilarete, Francis Drake, Royal Military Hospital, earthquakes and cyclones, Saint Nicholas de Bari's ruins.

 

INTRODUCCIÓN

Cristóbal Colón salió con tres carabelas hacia poniente en busca de Cipango lugar rico en especies, pero fue oro lo que encontró en el Nuevo Mundo aunque escaso ya que en las islas antillanas no era muy abundante este preciado metal. En poco más de veinte años (de 1493 a 1515) salieron de La Española unas veinte toneladas de oro en dirección a España. El acreedor principal de los reyes eran los Welser, alemanes capitalistas que se lanzaron a semejante aventura primero en La Española y, posteriormente, en Venezuela. (1)

No parece casual el fuerte descenso demo gráfico de la población indígena, en este mis mo periodo de tiempo, con la búsqueda y explotaciones auríferas a cargo de los  españoles que, por ello, explotaban a los nativos sin

importarles, en absoluto, sus vidas (de unos 7 millones de indígenas en 1492 que  vivían en La Española  pasaron a tan solo 15.000 en 1518). (2) Además, esta altísima mortalidad nos da idea de la escasísima relevancia que tenía el hospital de San Nicolás de Bari en los primeros años de su fundación.

Los misioneros que ya estaban establecidos en La Española no hicieron nada, en estos primeros años de la colonización de La Española, para evitar el genocidio de indígenas que se estaba produciendo. Su objetivo era la evangelización de los indios sin apenas alzar su voz ni protestar ante las autoridades españolas ante el exterminio de los indígenas hasta años posteriores con la llegada del dominico P. Bartolomé de Las Casas. (3)

Según cuenta la tradición y documentos de fines del s. XV antes de fundarse el hospital de San Nicolás en Santo Domingo, capital de la isla La Española, una mujer de color inició la atención hospitalaria. Parece ser que al finalizar el siglo XV, sin fecha precisa, esta mujer indígena, creó una serie de servicios hospitalarios y se ocupó de atender a los enfermos. Probablemente la mujer recurría, en sus tareas curativas, a las cualidades que tendrían algunas plantas y otros elementos de la naturaleza como minerales, al igual que a la magia e invocaciones a divinidades. Los servicios empezaron a otorgarse a raíz del traslado de la ciudad de Santo Domingo a la margen del río Ozama. En el breve texto que a continuación se presenta se reiteran algunos hechos: “El origen de esta institución se debió a la actitud piadosa de una mujer negra que a falta de hospital u otro centro de salud en el nuevo enclave de la ciudad curaba en un bohio a los enfermos pobres, de acuerdo a sus magras posibilidades. Esta obra benéfica fue creciendo gracias a limosnas de los vecinos”. (4)El bohío parece coincidir con un hospital al que hace referencia el historiador de la medicina, el venezolano M. Zúñiga, que indica que dos años después de haber llegado los españoles a las nuevas tierras, en el inventario de bienes reales del citado año aparecen “200 jergones para el hospital”. (5)

También sabemos, por un informe de Cristóbal Colón (30 de enero de 1494) que, en ese mismo año desembarcó, residió y trabajó durante un tiempo (de 1494 a 1501) en La Española el doctor Diego Álvarez Chanca, natural de Sevilla, al que se le había asignado un sueldo de 5.000 maravedíes anuales. Fue el primer europeo en pisar tierra dominicana. Con él venía un cirujano de la Armada, al que se identifica como Melchor Maldonado. Se sabe que tanto el doctor como el cirujano atendieron al cacique Guacanagari que tenía una herida en el muslo. (6)

Poco tiempo después, es nombrado gobernador de La Española, Fray Nicolás de Ovando quien llega a la isla en 1502 retomando las actividades de la mujer negra y recibiendo el apoyo de alcaldes, religiosos y habitantes del lugar. Así fundó, el 29 de noviembre de 1503,  un verdadero establecimiento hospitalario, conocido como San Nicolás de Bari, patrono de su fundador. Al respecto Antonio de Herrera (1559–1625) historiador español escribió: “..fabricó el hospital que llamó de su nombre... El hospital estaba al lado de una iglesia con que confundía física y funcionalmente”. (7)

En un principio, el inmueble de 1503, era pequeño, hecho de materiales sencillos, a partir de entonces estuvo sujeto a diversos avatares: caprichos de la naturaleza, ataques de los hombres y descuidos en el mantenimiento, razones por las que en varias ocasiones fue reparado y modificado. En 1521 fue remozado, en 1532 y 1542 fue sujeto a otras modificaciones físicas. El inmueble nuevamente fue restaurado en 1757, 1762 y 1789, a pesar de las mejorías al inicio del siglo XIX su estado físico era lamentable. (8)

Entre 1502 y 1509 Nicolás de Ovando, hombre controvertido, vivió en una fortaleza  cercana al hospital. El dominico Bartolomé de Las Casas, que estuvo en La Española a principios del s. XVI, hizo un retrato político, físico y conductual de Nicolás de Ovando, relatando que: “Este caballero era varón prudentísimo y digno de gobernar mucha gente, pero no indios, porque, acabó siendo el inventor de los repartimientos y encomiendas de indios a los españoles, que fue prácticamente una esclavitud… Era mediano de cuerpo, y la barba muy rubia o bermeja, tenía y mostraba grande autoridad, amigo de justicia, era honestísimo en su persona en obras y palabras, de codicia y avaricia muy grande enemigo y no pareció faltarle humildad, que es esmalte de las virtudes; y dejando que lo mostraba en todos sus actos exteriores, en el regimiento de su casa, en su comer y vestir, hablas familiares y públicas, guardando siempre su gravedad u autoridad, mostrolo asimismo, en que después que le trajeron la Encomienda mayor, nunca jamás consintió que le dijese alguno señoría”. (9)

No obstante, el cronista de las Indias Herrera comenta que:…”El gobernador Ovando a pesar del buen trata que siempre dispensó a los españoles la reina Anacaona del cacicato de Xaraguá la mandó ahorcar lo cual fue de una gran injusticia…”. (10)

 

FUNDACIÓN DEL HOSPITAL DE SAN NICOLÁS DE BARI Y SU PRIMERA ANDADURA (SS. XVI Y XVII)

Así, pues, se da por segura la construcción del hospital de San Nicolás en 1503, durante el gobierno de Fray Nicolás Ovando, (11) pero dichas obras no finalizarían hasta 1508 como se puede ver en una placa de mármol que está a la entrada de las actuales ruinas del hospital. Parece ser que Ovando dedicó la venta de varias de sus casas para el mantenimiento del hospital recién creado, con la finalidad de que prestara auxilio a todos los pobres que pudiese albergar. (12)

También se da por sentado, según documentos de Fray Cipriano de Utrera, que: “... Nicolás de Ovando fundó dicho Hospital en el pie que siempre tuvo en el siglo XVI, a una negra y con él a los vecinos de la ciudad que la ayudaron se han de atribuir los orígenes de la institución”. Menciona que el Arzobispo Fernando Carvajal y Rivera (13)  dice en un informe a Carlos II, el 2 de Diciembre de 1695: “El principio de esta fundación fue un bohio donde hoy está Nuestra Señora de Altagracia que era una negra piadosa que recogía los pobres que podía y los curaba según su posibilidad por no haber hospitalidad en esta ciudad”. (14) Los padres dominicos hablan también de dicha negra que no paraba de día ni de noche, ya que venía cargada de casabe (pan ácimo) o ya de pesca para atender a los menesterosos. (15)

Unas instrucciones reales, dadas para Ovando el 20 y 29 de marzo de 1503, mandan que el gobernador Fray Nicolás de Ovando: “Faga fazer en las poblaciones donde él viere que fuera más necesario casa para hospitales en que se acoxen y curen los pobres ansi de los cristianos como de los yndios”. (16) Según parece durante la época del gobernador Ovando, este hospital era un pequeño edificio de madera y paja que albergaba a unos seis enfermos. Debido a la tolerancia que tenía el gobernador Ovando contra los malos tratos que recibían los indios por parte de los colonos españoles, Fernando el Católico lo sustituyó por Diego Colón, regresando Ovando a España, en 1509, donde murió rico y estimado. (17) Apenas tres años después de cesar en el cargo Fray Nicolás Ovando, el 23 de febrero de 1512, el rey Fernando el Católico ordena entregar 60 indios de encomienda al médico y 40 más al boticario del hospital para el cuidado del hospital y el auxilio de los enfermos. (18)

En 1519 se construye el segundo edificio del cual lo único que podemos observar, hoy en día, son los restos de lo que fue la capilla de la Concepción. El hospital San Nicolás de Bari albergó también una iglesia. Ésta fue la única iglesia que se edificó en Santo Domingo antes de 1520. (19)

La organización sanitaria colonial en Hispanoamérica fue, por tanto, de las primeras preocupaciones a la vez que una de las más originales dada la época en que la Corona española cristalizó en normas, libros, cédulas, decretos o en las Leyes de Indias (20) una serie de disposiciones jurídicas para con la higiene y el dolor corporal de cristianos e indígenas fruto no de la improvisación sino del humanismo renacentista que el mismo Cardenal Cisneros promovía solapadamente. (21)

Además, los libros sobre cuestiones indias del doctor Juan López Palacios Rubios y Matías de Paz; serían impresos y enviados a las Indias. En uno de sus párrafos se indica que: “Dos o tres animales de carga se han de tener siempre a mano para transportar indios enfermos al hospital cuando fuese necesario”. (22)

Años antes, durante los últimos años del reinado de Los Reyes Católicos, en 1501, es nombrado Fray Nicolás de Ovando gobernador de la Isla Española y Tierra Firme del Mar Océano. En dicho documento podemos constatar las personas que se embarcaron en el puerto de Sanlúcar de Barrameda junto con sus aperos, animales y objetos de toda índole hacia La Española. Un dato interesante es que junto con Ovando viajaba un doctor, un cirujano y un boticario junto con algunos “ayudantes sanitarios”. Veamos parte de ese documento:

Despacho del Gobernador Ovando en 1502 (Sevilla. Contratación. Libros de Arma das).

    En Granada, en 1501, estando ende el rey y la reina proveyeron de su gobernador en las Islas e Tierra Firme del mar Océano a Frei Nicolás de Ovando, comendador de Lares de la Orden de la caballería de Alcántara e mandaron ir con él cierto gente de cavallo e a pie a costa de Sus Altezas, e asimismo oficiales de justicia e médico, cirujano e boticario…”.

Al final del documento se señalan las personas que el 13 de febrero de 1502 partieron del puerto de Sanlúcar de Barrameda hacia la isla de La Española (en 5 naos y 25 carabelas con un total de 2.500 personas entre hombres y mujeres) (23) y va indicando las personas que se embarcan para La Española:

    “Pasaron a costa del rey los siguientes:

·         El Gobernador con 13 criados.

·         Tres alcaides, Francisco de Piedrola, Cristóval de Tapia y Rodrigo de Alburquerque con 6 mozos.

·         Físico Doctor Diego Ponce. Cirujano su hermano Alfonso Ponce. Boticario Ordoño Ordóñez, con sendos mozos (cada uno su mozo)…” (24)

Estos “sanitarios” seguirían el trabajo ya emprendido en un bohío que servía como “casa-hospital” cuyos asistentes, hasta un año antes, habían sido el doctor Diego Álvarez Chanca y el cirujano Melchor Maldonado. Los hermanos Ponce serían, pues, los primeros “sanitarios” del denominado hospital de San Nicolás de Bari de la ciudad de Santo Domingo. (25)

En la Recopilación de leyes de los reynos de las Indias en sus tres primeras leyes, capítulo IV del libro I señalan que: “Se funden hospitales en todos los pueblos de españoles e indios”, “Que los Hospitales se funden conforme a esta ley” y la tercera se titula: “Que los Virreyes, Audiencias y Gobernadores pongan cuidado en los Hospitales”. Vemos, pues, el interés que tiene la Corona española en la construcción y funcionamiento de los nuevos hospitales fundados y administrados en América tanto por legos como por las órdenes religiosas (mercedarios, jerónimos, dominicos, franciscanos, jesuitas, etc). (26)

Las nuevas formas de trabajo, la miseria de los nativos y los abusos de los conquistadores, fueron causantes de enfermedades como: la peste, tos ferina, la viruela, sarampión, paludismo, tabardillo, la fiebre amarilla… entre los indígenas. Frente a todos estos problemas surgió la vieja idea hospitalaria. Así lo pensaron los propios conquistadores, así lo conceptuaron los reyes, así lo creyeron los obispos, curas y frailes y también el pueblo llano. (27)

Cuando, en 1534, Fernández de Oviedo vuelve a la metrópoli, pide la afiliación del hospital de San Nicolás con el del Sancto Spirito de Roma; lo que consigue siete años más tarde, en 1541, y que confirmarán los pontífices Sixto V, Clemente VIII y Pablo V. Ello representa uno de los aspectos más interesantes en el desarrollo de la asistencia sanitaria en el Nuevo Mundo, si bien la Corona española no reconoció la incorporación ni los privilegios papales, por no haber pasado la tramitación por el Real Consejo de Indias. (28) Al final, la empresa de la doble cruz (emblema del Sancto Spirito), introducida en La Española por la afiliación del Hospital de San Nicolás de Bari al Archihospital romano se producirá en 1541, y se propagará, diez años más tarde, al continente sudamericano (Colombia, México y Lima). (29)

La ampliación del hospital de San Nicolás de Bari, en esta época, se debe, sin duda, a que una parte del tesoro inca se llevó a Santo Domingo lo que provocó asombro entre los habitantes de la ciudad de Santo Domingo. El propio cronista de Indias Fernández de Oviedo diría al respecto que: “no es fábula o novelar de gracia”. (30)

A principios de la década de los setenta del s. XVI, se produce cierto malestar entre un grupo de laicos (que gobernaban San Nicolás de Bari) y el segundo arzobispo de Santo Domingo y Primado de las Indias, Fray Andrés de Carvajal. El motivo de este enfrentamiento se debió a que el rey Felipe II le dio a Carvajal la facultad para realizar su Visitación al hospital de San Nicolás de Bari, pero no pudo realizarla debido a que los encargados de la Institución elevan al Rey la súplica de renovación de este derecho. (31)

Como es obvio para construir, aunque fuese un pequeño hospital, se requería una determinada financiación económica. Sabemos, por un documento fechado en 1586, qué personas y en qué año participaron en las donaciones necesarias para construir y poner en funcionamiento el hospital de San Nicolás. En concreto fueron 34 personalidades de Santo Domingo (capital) y, algunos de ellos, de lugares próximos. Destacaré solo los más importantes y los primeros en contribuir económicamente en este proyecto:

·         El gobernador Fray Nicolás Ovando (1503).

·         El tesorero Miguel de Pasamonte (1508).

·         Gonzalo Gómez (1511).

·         Alonso Jiménez (1512).

·         Francisco Martín (1512).

·         Pedro López (1512).

·         Catalina Vázquez (1513).

·         Hernán Martín (1513).

·         Juan Martínez Morán (1513).

El documento señala, en sus últimas líneas: “Los que hasta aquí dejaron casa y tributos, que son rentas conocidas, sin otros muchos viajeros y forasteros que han dejado sus limosnas y haciendas, en particular para los gastos y sustento de los pobres de la dicha Casa”. (32)

El hospital fue planificado por peninsulares, lo construyeron nativos, negros y españoles aventureros. No se conoce mucho de su planta física original, como de tantos hospitales construidos por los conquistadores y colonizadores, al respecto en el capitulo “Arquitectura hospitalaria religiosa. Primer periodo 1521–1821” (33) del libro “...última piedra” se lee lo siguiente: “América hereda y adapta la tradición arquitectónica española en las construcciones hospitalarias. Desafortunadamente la falta de planos originales de muchos de los hospitales de la época impiden describir esta arquitectura”. (34)

El inmueble se localizó en lo que actualmente se conoce como “sector colonial”, en la calle de Hostos, entre las calles Luperón y Mercedes, tendría unas dimensiones de 100 por 100 metros. (35) El diseño de la planta del hospital de San Nicolás de Bari nos recuerda a los perfiles de plantas cruciformes de la época de los Reyes Católicos, siguiendo el modelo del arquitecto italiano Antonio Averlino Filarete, quien construyó el hospital Mayor de Milán. Este personaje escribió un tratado de arquitectura de gran importancia cuyas normas estuvieron vigentes durante décadas. (36)

El esquema escogido para el hospital de San Nicolás de Bari, fue el cruciforme, con cuatro patios autónomos, rodeados por sus dependencias. La nave central fue construida en piedra exquisitamente trabajada, lo cual no sucedió con el resto de la obra ni con  los brazos transversales de la cruz que fueron recortados, tal vez, por motivos económicos. (37)

La edificación contaba con tres naves, de acuerdo al tipo de hospitales de la época. Se utilizaron el estilo gótico isabelino y el estilo mudéjar (de muchos ladrillos); aunque estos estilos no eran adecuados para la construcción del hospital, se los aplicaron de acuerdo al gusto de la época. (38)

La nave central era dedicada a culto religioso, mientras que las naves laterales y la parte posterior del crucero estaban destinadas a salas de enfermos. (39)

Profundizando aun más en este sentido, el arquitecto argentino M.J. Buschiazzo indica que: “… la solución espacial repetía el modelo cruciforme adoptado por los Reyes Católicos en Santiago de Compostela, Toledo y Granada. El hospital de San Nicolás constaba de dos largos pabellones para enfermos donde se cruzaban para dar lugar a la ubicación de la iglesia en el centro o lugar de cruce, de modo que los enfermos alojados en los cuatro brazos puedan ver la misa, se reprodujo, con cierta frecuencia en España y América…”. (40)

La fachada del hospital de San Nicolás era escalonada, con un techo de dos aguas. Las azoteas de las naves laterales y el cubo del crucero, acusado vigorosamente al exterior, junto con el remate escalonado del Frontis le debían prestar, al edificio, un aspecto al estilo mudéjar. Además, la ventana central estaba decorada por azulejos. Un arrabá aparece sobre el arco gótico, mientras los arcos de descarga son de medio punto. (41)

Ya, en 1548, el cronista Femández de Oviedo dice que la ciudad establecida por Ovando en la margen occidental del Ozama, tenía: “Un muy buen hospital, bien edificado y dotado de buena renta, donde los pobres son curados y socorridos, en que Dios es muy servido”. (42) Hacia 1552 y reuniendo datos de sus predecesores, Fr. Bartolomé de Las Casas anotaba que Ovando fundó “Un hospital de San Nicolás, y dotolo de buena renta para recibir y curar en él cierto número de pobres, o a todos los que en él se pudiesen curar”. Destaca, además, la conocida “relación” del oidor vasco Juan de Echagoian (1568), que a lo ya dicho por sus contemporáneos  añade: “Esta dicha ciudad tiene un hospital muy bueno, llamado San Nicolás; tiene 20.000 pesos de renta de la moneda corriente; los patronos son legos, y el beneficio de este hospital es muy grande y de gran cuidado y recaudo. Hay de ordinario cuarenta y cincuenta pobres. Los patronos son legos, a cuyo cargo está.” (43)

En sus orígenes el hospital de San Nicolás tenía unas dimensiones muy pequeñas y escasa capacidad ya que solo albergaba seis camas que se mantuvieron hasta 1519, cuando es reemplazado por una segunda construcción, llamada obra vieja, a su vez sustituida por la obra nueva terminada en 1552, que acomodaba de 50 a 60 enfermos, llegando a atender a unos 700 enfermos al año. (44) 

Además, durante el gobierno de Ovando se construyeron dos hospitales más en el interior de la isla. En las instrucciones dadas a Diego Colón, en 1509, se mencionan ya los hospitales de San Buenaventura y La Concepción; obras populares consolidadas con la ayuda del gobierno. (45)

Durante la administración pública de Nicolás de Ovando al hospital de San Nicolás de Bari se le proveyó de ropería, botica, servicio para tísicos, sala para enfermas y sala de unciones, “... donde ejercieron los primeros protomédicos. Trabajaron el licenciado Barrera y el doctor Sepúlveda… Años más tarde, Sepúlveda viajó a Perú y solicitó al rey Carlos V que lo nombraran “ad honorem” para hacer ungüentos y sangrías”. (46) La primera autoridad sanitaria del Nuevo Mundo fue el licenciado Gonzalo Velloso, que recibió el nombramiento de cirujano real de Santo Domingo. España trasladó a aquellas tierras los modelos vigentes en la Península Ibérica y, consecuentemente, las estructuras sanitarias reprodujeron, con los mismos nombres, la organización de la metrópoli. (47)

Los primero médicos que prestaron servicios en el Hospital San Nicolás de Bari fueron los doctores Barreras, Sepúlveda y el cirujano Juan Camacho con un sueldo de 90 pesos. (48)

El hospital –la construcción– y sus servicios significaban una comunión entre los conquistadores y los conquistados, entre autoridades políticas, religiosos y pobres. El hospital era católico, como católicos eran sus ambientes, reglas, labores y símbolos, se vivía en la oración. Era refugio para el hombre cansado, para el escaso de salud y para el falto de hogar, en sus espacios la cruz cristiana y sus dogmas imperaban, no pocas veces provocaban en todos –servidores y hospedados– soledad y hastío. A los 38 años de fundado el hospital, se reafirmó en su catolicismo. “Para el año de 1541 San Nicolás fue incorporado al Sacro Hospital del Espíritu de Roma a solicitud del cabildo y la institución”. Esta incorporación significó la concesión de innumerables privilegios e indulgencias a la institución. Esta línea religiosa persistió hasta la cuarta década del siglo XVIII, cuatro personas denominadas mayordomos continuaban designando a los integrantes de la Junta y de la Cofradía de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, que se veneraba en el hospital. (49)

En 1586 la isla La Española fue atacada por el corsario inglés Francis Drake (1540–1596), su poder devastador hizo que el hospital, la obra humana y física, fuera muy dañada por un incendio. Edificio, mobiliario y documentos fueron destruidos. Lo que los hombres habían levantado décadas antes con gran esfuerzo fue derruido por el pirata Drake. (50)

A los 12 años del ataque de Francis Drake el rey Felipe II expidió una cédula (13 de enero de 1598) indicándose que los funcionarios de la Real Hacienda de Santo Domingo otorgasen al hospital San Nicolás, 1000 ducados para solucionar los daños que sufrió durante el ataque de los corsarios, el documento expresaba, además, que el hospital tenía capacidad para 600 enfermos, disponiendo de 4 enfermerías y botica, lo atiende un cirujano, un barbero, varias enfermeras y cuatro capellanes. (51)

Al inicio del siglo XVII la monarquía solicitó información en cuanto a los servicios que prestaba el hospital, al finalizar la centuria requirió recursos para los mismos. El 19 de mayo de 1603 fue emitida una cédula de carácter real, solicitaba al arzobispo información en cuanto a “privilegios” del hospital y características de la cofradía de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. (52) A partir del año 1664, y durante varias décadas, el hospital padece una situación precaria dependiendo de las asignaciones del “situado” sobre todo para la atención de los militares. La tardanza en el envío de esos fondos y los daños sufridos durante el terremoto de septiembre de 1672, obligó a los directivos del hospital a informar a Carlos II (31 de julio de 1673), que la institución requería de pronta atención y se le debían ya 549 pesos oro. (53)

A finales del s. XVII, el informe del Arzobispo Carvajal a Carlos II (1695) explica que el hospital de San Nicolás nunca había recibido de la corona limosna ni renta permanente y que “solo ciento cincuenta pesos se le repartieron de la cantidad que la Señora Reina madre envió para reparar los daños que produjo el temblor en la iglesia de esta ciudad. Y para remediar el que padeció dicho hospital, se consiguieron dos censos”. (54)

Entre los documentos del siglo XVII, destaca también la Carta Anua enviada a Santafé por los jesuitas el 23 de octubre de 1695. Describiendo los edificios e instituciones de Santo Domingo, dice: “Tiene un hospital, cuyo patrono es Su Majestad, y su gobierno corre por tres caballeros, que se eligen en mayordomos cada un año, y por un Capellán Mayor con jurisdicción de administrar sacramentos, con renta cuantiosa, que siempre ha sido y es reputada por el más pingüe beneficio eclesiástico de dicho hospital. El título de él es el Glorioso S. Nicolás Obispo. En este hospital se celebra la fiesta más solemne de esta Ciudad…” (55)

A fines del siglo XVII y a base de aportaciones personales, los cofrades de la Inmaculada Concepción habían ampliado el primitivo local, y se había añadido un local más amplio que aparentemente ya estaba concluido en 1552 pero que, sin duda, continuó en épocas posteriores. En ese momento, sabemos que el hospital de San Nicolás de Bari ocupaba el espacio limitado al Norte por la calle Mercedes, al Sur por el callejón denominado Luperón, al Oeste por la calle nueva de San Francisco o calle del Hospital (actualmente calle Hoscos), y al Este con la calle Arzobispo Merino. (56)

 

EL DESARROLLO DEL HOSPITAL SAN NICOLÁS EN EL S. XVIII

En el siglo XVIII se desplazó a los pobres para atender a un mayor número de soldados y presos.  Los servicios eran otorgados por un capellán mayor, un sacristán mayor, un sacristán menor, cuatro capellanes menores y un cirujano. (57)

Las visitas de los médicos no eran muy frecuentes puesto que el cuidado de los enfermos estaba a cargo del boticario y mozos del hospital y, tal vez, una vez a la semana, tenían la visita de un médico titular que daba las indicaciones para su tratamiento. Estas medidas incluían medicamentos, dietas y sangrías. Los medicamentos eran preparados por el boticario que disponía de los preparados minerales y vegetales que obtenía de la huerta que rodeaba el hospital. (58)

En el año de 1739 se empezaron a tratar, en mayor medida, a soldados enfermos y en 1777 a presos enfermos e incluso hubo troneras para vigilarlos. Se desplazó a quienes estaban en la inopia, se cerró la sala destinada a mujeres. Para el sostenimiento del hospital los soldados contribuían mensualmente con una cuota, así mismo hubo disposiciones encaminadas a disponer de los sueldos de los soldados fallecidos en el hospital.

Años antes incluso que el Papa Clemente XIV mediante la bula Officit nostri ratio (12 de septiembre de 1772) limite el asilo eclesiástico ya la iglesia del hospital de San Nicolás sería asilo y refugio de malhechores. No obstante, este hecho se formalizará mediante este documento firmado por el Arzobispo Isidro Rodríguez Lorenzo el 12 de agosto de 1774: “…en dicha capital de Santo Domingo señalamos por iglesia única de refugio la del Real Hospital de San Nicolás, por hallarse más en el centro de la ciudad…ninguna otra iglesia, convento, ermita u oratorio, lugar pío o sagrado, ya sea en población o en campo, goza de inmunidad para lo que es refugio y asilo de malhecho res”. (59)

En 1776, debido a que en el establecimiento se atendían militares, fue conocido como Hospital Real Militar. Sabemos que un militar, el capitán y posteriormente teniente coronel, Pedro Lousel, gestionó el hospital San Nicolás durante unos 18 años (mediados de los sesenta a principios de los ochenta del s. XVIII). El Hospital era el único con categoría de Real en la isla dominicana y en él se recogían y atendían los soldados enfermos. Era lógico, pues, que un militar administrara sus bienes, máxime cuando los soldados que fallecían, dentro de sus muros, solían donar sus sueldos atrasados, bienes y pertenencias a esta Institución. (60)

Durante estos años de dedicación al Hospital, Pedro Lousel no cobró sueldo alguno por su labor, cediendo todos sus emolumentos (6.480 pesos) en concepto de limosna, consiguiendo aumentar las rentas del Hospital, en más de 12.000 pesos anuales. (61)

Algunas características de la planta arquitectónica de fines del siglo XVIII son conocidas por un plano de 1783. La construcción cívico-religiosa –iglesia y hospital– tenía tres naves. La nave central se dedicaba al culto religioso, en tanto que las laterales y la sección del fondo de la construcción del inmueble se internaban en dos plantas una para enfermos y la otra para pobres.

Como señala César Nicolás Penson, la casa que constituía el cuerpo principal del complejo hacia 1783, había sido cedida por su propietario Felipe Dávila, Tesorero Real, y expropiada por el gobierno haitiano a su salida de la isla; pos teriormente sería restituída, en 1844, a sus herederos por el primer gobierno republicano. (62)

El complejo hospitalario se había ampliado y extendido sustancialmente además de cambiar en cuanto a sus funciones ya que en esta época la atención iba más dirigida a curar militares e incluso presos. En la parte central del complejo estaba la iglesia de San Nicolás que tenía su entrada por la calle del Hospital. A su derecha estaba el cementerio, y detrás del altar mayor, estaba la Sala de la Caridad, que aún se conserva. Sobre ésta y las tres naves del templo, se levantaban cuatro salas iguales, dedicadas entonces a militares y pobres, a la que se llegaba a través de una escalera situada junto a la sacristía.

El templo, en cuyo altar mayor se veneraba a la Inmaculada, tenía otra capilla dedicada al Apóstol San Bartolomé. A lo largo de la fachada principal, a la izquierda del templo, estaban las viviendas del cuerpo de guardia, las de los capellanes (sacristán mayor y menor) y la botica. Por último, en la parte que da a la calle Mercedes, estaba la sala de unciones, la sala de tuberculosis, la Capilla de Nuestra Señora de Altagracia y por el amplio patio interior se llegaba a la sala del calabozo que estaba enrejada, reservada a los presos, tanto civiles como militares. (63)

Según parece, por diversos documentos de aquella época, había escasez de médicos en las primeras décadas del s. XVIII en la ciudad de Santo Domingo. El 2 de junio de 1731, el Cabildo de la ciudad se reúne para estudiar este grave problema de falta de un médico graduado lo que provocó la muerte de mucha gente sin remedio. De ahí que el Cabildo de Santo Domingo suplique al rey Felipe V que envíe urgentemente un médico.

Además, el Cabildo de la Ciudad apeló al Consejo de Indias, que decidió nombrar el 23 de agosto de 1732 al bachiller Bartolomé Serena, que había sido médico y cirujano en los hospitales y escuelas de Ceuta, Cádiz, Cartagena y Portobelo durante dieciseis años, aunque no parece que aceptó el cargo. Por esa razón, por medio de una Real Cédula (22 febrero 1734), Felipe V nombró médico de la ciudad de Santo Domingo a Manuel de Herrera Díaz de Acero, que residiría y ejercería la carrera hasta su muerte en 1744. (64) Mediado ya el mismo siglo XVIII, sabemos que ejercieron la carrera, enseñaron o se graduaron en la Universidad de Santo Tomás varios profesionales de la Medicina, incluso de los nacidos en la isla. Entre ellos, vale la pena mencionar al francés Santiago Labrosse, a Pedro Fernández Báez, Manuel Carmona Rondón y José Antonio Bernal y Muñoz. (65)

El 4 de septiembre de 1738, el rey Felipe V otorga al hospital de San Nicolás de Bari la nada despreciable suma de 600.000 pesos anuales para la atención del batallón de la plaza. De ahí que tuviesen preferencia los soldados y oficiales del ejército en la atención hospitalaria al resto de los civiles pues los militares, como dije anteriormente, tenían que aportar una cuantía mensual al hospital que continuaba percibiendo incluso después de su muerte. (66)

Según parece, la mitad de las viviendas pertenecientes al hospital de San Nicolás se habían enajenado a lo largo del s. XVIII. En virtud de Real Cédula de Aranjuez (23 de mayo de 1734), en mayo de 1768 el receptor de la Real Audiencia procedía a la auditoría del hospital, determinando que había perdido o enajenado más de la mitad de las casas que poseía a principios del s. XVIII aunque las rentas se habían mantenido estables (en torno a unos 44.200 pesos) sin contar los 600 anuales asignados por la Corona española. (67

 

DECADENCIA DEL HOSPITAL SAN NICOLÁS (SS. XIX Y XX)

A partir de 1795 y hasta 1865 el territorio y la población de la hoy República Dominicana estuvieron expuestos a varios problemas políticos: ocupación haitiana, movimientos de independencia, dependencia de Francia e incorporación a España, durante esos decenios el hospital continuó prestando servicios, aunque precariamente. (68)

En la séptima década del siglo XIX el hospital de San Nicolás de Bari era un edificio declinante y ruinoso; hacia 1905 se le tiró la fachada principal, después, poco a poco, se fue destruyendo, hasta quedar en lo que sólo hay ahora: ruinas. (69)

Según el plano (de fines del s.XVIII), empezando con la letra A, se puede advertir que el área marcada con dicha letra corresponde a la nave principal, de la que apenas quedan algunas partes de la misma (c y C), la sección posterior (D y F), y parte de la escalera (E).

En el grabado que sigue puede notarse, en el centro del mismo, la portada principal del hospital, cuyo arco apuntado enmarcado en alfiz, se constituye en una muestra perfecta del gótico español del siglo XV. (70)

Los motivos de tal abandono se desconocen pero se cree que fueron los sismos ocurridos en las décadas de los sesenta y setenta del s. XIX los que provocaron su ruina. El presidente Ulises Heureaux lo vendió a la empresa alemana Holht & Co. en pago de una deuda pendiente. Al ocupar la presidencia Juan Isidro Jiménes, en 1899, recuperó para el Estado la Iglesia de San Nicolás, mientras la señora Lea de Castro adquirirá la capilla de la Altagracia.

En 1911, el hospital de San Nicolás de Bari fue arrasado por un huracán. Entonces, el Gobierno mandó demolerlo para que los peatones no corrieran peligro, aunque quedan algunas partes y puede llegar a ser peligroso caminar entre ellas, ya que pueden llegar a desprenderse algunos fragmentos. (71)

Sabemos, además, que, en octubre de 1913, el embajador de la República Dominicana acreditado en Madrid hizo entrega de una columna –proveniente del templo caribeño de San Nicolás- colocándose en los jardines del Retiro de Madrid. La columna fue donada por la República Dominicana al Ayuntamiento de Madrid como un importante recuerdo de hermanamiento. (72)

Más tarde se utilizan los materiales en ruinas del hospital de San Nicolás para las nuevas construcciones. En los primeros días del mes de septiembre de 1930, con el ciclón San Zenón, el Hospital recibió daños ya irreparables. (73) Entonces, el Gobierno mandó demoler los escasos restos que aun quedaban del hospital San Nicolás para que los peatones no corrieran peligro. (74) 

No obstante, aún se conservan ruinas de lo que fue el hospital de San Nicolás. Se encuentran cerca de avenidas y urbanizaciones modernas que poco lo recuerdan, sin embargo, en las ruinas materiales del presente, que cada día se desmoronan y erosionan más, trasciende el pasado, se colige que hubo pisos de piedra, gruesos muros, columnas, contrafuertes, portón, arranque de escalera, fuente, locutorios y salas en que hubo rústicas camas, en que se acomodaban dolientes, tenían calenturas, bubas o necesitaban unciones, también hubo tullidos, peregrinos, pobres y seres que iban a morir. (75)

El hospital de San Nicolás de Bari ha sido incluido en varios proyectos de intervenciones. El primer proyecto importante de recuperación de los restos del edificio se produce a raíz de un sismo que alcanzó los 7 puntos en la escala de Ritcher y provocó acciones urgentes en los monumentos históricos principales de la ciudad de Santo Domingo. Se funda la denominada Comisión de Monumentos, con la asignación de un presupuesto y un programa paralelo al de la Oficina de Patrimonio Cultural, encargada, exclusivamente, de desarrollar proyectos y de asignar restauradores a cada uno de los edificios más importantes. Entre 1972 a 1976, se producen las obras de restauración del Convento de los Dominicos, el Convento de las Mercedes, el Convento de San  Francisco y el Hospital de San Nicolás de Bari, cuyos trabajos de restauración fueron dirigidos por el arquitecto conservador Christian Contín (76). Este enorme esfuerzo, realizado por el Estado Dominicano, ha sido reconocido internacionalmente por su calidad científica y la acción revitalizadora que produjo en el Centro Histórico de la ciudad. (77)

De 1967 a 1998 se programa y desarrolla la Restauración de Casas y Ambientes Coloniales. Los proyectos más destacados de esa intervención fueron:

·         El Hospital Nicolás de Bari.

·         Viviendas y fachadas de la calle Padre Bellini.

·         La Casa de Bastidas.

·         La Casa de Francia.

·         Casas y edificios de la calle Las Damas.

·         Creación de calles peatonales.

Durante la gestión de la OPC, en el periodo 1986-1996, la inversión total fue de unos siete millones de dólares. (78)

El Patronato de la Ciudad Colonial es otra institución importante. Fue creado, en 1992, como una proyección orgánica de la Comisión Permanente para la celebración del V Centenario, este organismo, encabezado por el Arzobispo de la ciudad de Santo Domingo desarrolló el “Plan Cuna de América”, proyecto orientado, fundamentalmente, a desarrollar los servicios del centro dirigidos hacia el turismo. El Plan Cuna de América se encuentra, hoy en día, en una fase de evolución y reforma, que le dotará al acceso a fondos del BID y de otras fuentes para su financiación. (79) Importantes arquitectos como Mauricia Domínguez, Edda Grullón o Diana Martínez llevan bastantes años trabajando en proyectos relacionados con la recuperación de la zona colonial de Santo Domingo (80)

Es reconfortable ver el techado del área de la antigua sala de caridad, con el objetivo de ser utilizada para el desarrollo de actividades culturales y sociales, manteniéndose la fisonomía actual de las ruinas, considerando la resolución de la Unesco del año 1956 para que las ruinas de San Nicolás de Bari, permanezcan en su lugar durante siglos. (81) Esta zona colonial fue declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO el 8 de diciembre de 1990. (82)

Trascendió, recientemente, la existencia de un proyecto de Ley que tiene el propósito de crear un Consorcio para la gestión de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, el cual tendría la función de coordinar los esfuerzos de rehabilitación urbana del casco colonial de la ciudad de Santo Domingo. (83)

Dicho proyecto de Ley fue aprobado por el Senado y el Congreso Dominicano a fines de 2002. Varios de sus artículos señalan qué instituciones serían las encargadas de velar por el Patrimonio Cultural de Santo Domingo. La aprobación de este proyecto implica la enajenación de bienes del Estado en un contexto en el cual todas las privatizaciones realizadas, hasta la fecha, han demostrado ser un negocio para sus protagonistas sin ningún beneficio cierto ni para la sociedad ni para la nación Dominicana. (84)

 

CONCLUSIONES

Si bien es cierto que los españoles cometieron una serie de atrocidades en el Nuevo Mundo (matanza de indígenas, la encomienda, explotación de sus recursos, esclavitud, etc) no lo es menos que las cometidas por ingleses, portugueses o franceses en sus propias colonias de ultramar. La propaganda antiespañola inglesa se centró especialmente en la temática americana puesto que sus intereses iban en el sentido de crear su propio imperio en el Nuevo Mundo. La Leyenda Negra sirvió para justificar la piratería a naves y posesiones españolas en América. Al famoso pirata Francis Drake, que asaltó Santo Domingo y Cartagena, se le otorgó incluso el título de Sir. (85)

No obstante, el lord inglés Thomas Macaulay, a mediados del s. XIX, culpaba a los ingleses de todo tipo de crueldades y crímenes en su obra más relevante:…”las conquistas del pueblo inglés no están limpias de manchas…en la historia de Inglaterra se registran grandes crímenes…” (86)

Muchas veces los historiadores nos olvidamos de las muchas obras emprendidas por los españoles en América cuya finalidad era social o benéfica como la instrucción pública, la construcción de numerosas calzadas, puentes y acueductos o la edificación de hospitales para curar a los enfermos (sin diferenciar a los españoles de los indios). Tal vez el ejemplo más claro lo tengamos en la construcción y puesta en marcha del hospital San Nicolás de Bari, el primero construido en América, en 1503, planificado y edificado por los españoles al que le siguieron muchos más diseminados por los virreinatos de La Nueva España y el del Perú.

El hospital de San Nicolás de Bari era, en un principio, una choza o bohío construido de barro y paja con techumbre de ramas. En este reducido espacio no se podía atender a más de seis enfermos. Poco a poco se fue ampliando su espacio y utilizando materiales más sólidos como la caliza, granito o el ladrillo. A mediados del s. XVI se puede decir que el edificio ya está consolidado y constaba de una casa e iglesia. Para la financiación del hospital se contó con la ayuda de eminentes personalidades de la ciudad de Santo Domingo y de localidades próximas. De entre ellas, además del gobernador Nicolás de Ovando, caben destacar a Catalina Vázquez, el tesorero Miguel de Pasamonte, Gonzalo Gómez y algunas personalidades más.

También hemos de tener en cuenta que tanto el hospital de San Nicolás de Bari como los posteriores hospitales ubicados en el Nuevo Mundo, no tenían ninguna semejanza con los hospitales actuales. Sabemos que el hospital de San Nicolás era una especie de casa de acogida y, como he señalado al inicio del artículo, a fines del siglo XV estaba atendida por una vieja aborigen que, simplemente, asistía a estos menesterosos proporcionándoles diariamente algo de pan y pescado. Esta aborigen les haría algún rito mágico y les proporcionaría algún ungüento que ella preparaba con plantas y hierbas silvestres para curar sus males. Evidentemente, con este sistema curativo la mortalidad era muy elevada en estos primeros “hospitales” hispánicos.

No será hasta bien avanzado el siglo XVIII cuando se ampliará, considerablemente, el edificio y aparecerán los primeros médicos de carrera y la utilización de productos químicos a modo de medicinas junto con cirujanos mejor preparados. El cuerpo de enfermería no surgirá hasta finales del siglo XIX en la República Dominicana.

 Este hospital ha sufrido una serie de avatares a lo largo de los siglos como el producido por el pirata inglés Francis Drake que llegó a incendiar el hospital y algún que otro sismo frecuentes en la isla Dominicana. Los deterioros se iban arreglando con la ayuda de las aportaciones y donaciones de los vecinos de Santo Domingo ya que la ayuda desde España fue prácticamente inexistente.

A lo largo del s. XVIII el hospital de San Nicolás, experimentará cambios importantes. Se desplazarán a los pobres para atender mayoritariamente a un mayor número de sol dados y presos. En esa época el sostenimiento del hospital corría a cargo de los propios soldados quienes contribuían, mensualmente, con una cuota. Incluso a finales de dicho siglo servía como refugio de malhechores según la bula papal de Clemente XIV.

El hospital de San Nicolás pasó a ser gobernado por un militar, siendo el más conocido el capitán y, posteriormente teniente coronel, Pedro Lousel, cambiando el nombre del hospital para denominarse Hospital Real Militar. Sabemos que Lousel no cobró sueldo alguno por su labor en el hospital, cediendo sus emolumentos en concepto de limosna. Un gesto que lo engrandece y que deberían de seguir algunos de nuestros políticos.

A partir del s. XVIII, el hospital de San Nicolás de Bari será abandonado y, poco a poco, se irá deteriorando de forma irreversible debido a los movimientos sísmicos y ciclones que, con cierta periodicidad, asolan la isla Dominicana.

Hoy, en día, tan solo nos quedan algunos restos de lo que fue, en su día, el hospital de San Nicolás de Bari, el primero construido en América por los españoles. Varias instituciones de la ciudad de Santo Domingo y del Estado dominicano velan por el cuidado de sus ruinas que, en diciembre de 1990, fueron declaradas como Patrimonio Mundial por la UNESCO, y que sirven para el disfrute de personas amantes de la historia y de los turistas. Ojalá se conserven estos restos arquitectónicos del s. XVI durante muchos siglos más.

 

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