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Ensayo explicativo de las causas del siglo XXI.

 

Roberto Javier Rodríguez Santiago.

 

Filósofo e historiador. Pontificia Universidad Católica (Puerto Rico)[1].

 

Cuando tratamos de estudiar y comprender la historia de épocas pretéritas a la nuestra, es decir, a las primeras dos décadas del siglo XXI, no nos es difícil inventariar sus hechos, y a la historiografía no le es difícil, a pesar de estar limitada ya por sus pretensiones de higiene positivista, ya sea por su indignación marxista, ya sea por su hermenéutica partidaria de determinada ideología o ideal o credo, escribir la historia.                   

Pero como, en cierto sentido, somos elementos constitutivos de las primeras dos décadas del siglo XXI, cierta asepsia es necesaria. Hay muchas perspectivas y pocos horizontes. Puede que aquello que consideramos históricamente relevante no sea lo que promete. Se requiere distancia y elevación, como para poder observar atinadamente una buena obra de arte, si queremos hacer una buena obra historiográfica. Se requiere la distancia del tiempo pasado (y cuanto más pasado, mejor) y de los hechos históricos pretéritos (y cuanto más pretéritos, mejor) y la suficiente elevación para encontrar la conexión historiológica.                 

Hay muchas explicaciones e interpretaciones de los acontecimientos de principios del siglo XXI. Vamos a intentar entender las primeras décadas del siglo XXI partiendo de la contemplación del tiempo pasado, del desenterramiento de hechos pretéritos y de una visión sagaz como la del águila que nos permita descubrir o inferir las conexiones historiológicas. Estos son los presupuestos metodológicos de la historiografía que intentaré realizar.     

 Hacia los años 60 antes de Jesucristo, el general Cneo Pompeyo conquistó Judea. El terreno está abonado para una épica lucha de cosmovisiones. Politeísmo contra monoteísmo. Antropocentrismo contra teocentrismo. Mitología contra historia. Filosofía contra la Ley y los Profetas. Es en este escenario que aparece la figura histórica de Jesucristo, con su reclamación de ser encarnación de la divinidad única que los judíos adoran y adoraban. Era un doble escándalo: para los judíos y para los romanos. ¿Un hombre es la encarnación de Dios? Pero, ¿cómo es posible? ¿Cómo es posible que la sacralidad del Dios único se vea manchada y rebajada a la condición humana? ¿Y afirma tácitamente su realeza sobre judíos basado en la deidad única reconocida y adorada por los judíos? ¿No era eso una afrenta a las pretensiones políticas y mesiánicas de los emperadores romanos? ¿Y también una afrenta a las deidades grecorromanas que participaban o delineaban los contornos de la cosmovisión grecorromana? El encuentro entre Jesucristo y el prefecto de Judea, Poncio Pilatos, es el choque de dos cosmovisiones ancestrales: la judía y la romana. Es un encuentro que termina en una dialéctica positiva, pero trágica. De la tragedia de la cruz y las afirmaciones de discípulos de Jesucristo de haberle visto resucitado y ascendiendo al cielo nace una nueva cosmovisión: el cristianismo, que se autoproclama heredero de la cosmovisión judía, según los realineamientos de Jesucristo y sus sucesores en la divulgación de las buenas nuevas de la salvación eterna de Jesucristo. La nueva cosmovisión entrará en relaciones dialécticas con la cosmovisión grecorromana, cuyos resultados serán mixtos. El autoenclaustramiento doctrinal de Tertuliano versus el diálogo entre la fe cristiana y las filosofías grecorromanas de San Clemente de Alejandría. Los martirios cristianos ordenados por Nerón, Domiciano, Decio y Diocleciano versus la automesura que Plinio el Joven aconsejara a su amigo, el emperador Trajano, la admiración del emperador Alejandro Severo hacia el cristianismo, el edicto de tolerancia de Milán promulgado por el emperador Constantino y la final proclamación del cristianismo como religión oficial del imperio por parte del emperador Teodosio, factor decisivo en la evolución del imperio de ser romano a ser bizantino.                                           

Roma, en cuanto ciudad, se había nutrido política, económica, social y culturalmente de las conquistas territoriales. La supremacía política y militar de la ciudad de Roma sobre el Mar Mediterráneo socavó sus estructuras politico-jurídico-sociales republicanas. Desplazó el poder de la élite romana a las legiones extendidas alrededor del Mar Mediterráneo y sus generales, como Cayo Mario, Lucio Cornelio Sila y Julio César. Las derrotas de Craso ante los partos, Varo ante los germanos y del expansionismo de Trajano ante su retaguardia limitaron y mermaron el poder extrovertido de las legiones y sus generales y emperadores, convirtiendo al imperio romano en una civilización a la defensiva, cayendo en una gangrena política, social y cultural, reforzando el poder de intromisión, saqueo y conquista de territorios romanos de bárbaros como los marcomanos, godos, vándalos, hunos, herulos; e impulsando la reestructuración del imperio romano en torno a la prepotencia de las legiones durante el siglo III después de Cristo.            

La legalización del cristianismo como religión por parte del emperador Constantino desconcentraría en gran medida el poder de las legiones, sobretodo en la Pars Occidentalis, y lo reconcentraría en las comunidades cristianas, lo que implicaría que cualquier conflicto o división entre las comunidades cristianas sería también un conflicto o división imperial. De ahí que los emperadores convocaran concilios e interfirieran en las innumerables disputas teológicas y doctrinales de las comunidades cristianas. Los emperadores romanos evolucionarían a emperadores bizantinos, es decir, de tiranos dioses a déspotas por la voluntad de Jesucristo. El discurso social, político, económico y cultural evolucionaria de la mitología y la filosofía grecorromana al cristianismo. Por último, el imperio romano se dividiría en dos (¡qué redundancia!) y gradualmente perdería la mayoría de sus territorios, evolucionando a lo que la historiografía denomina Imperio Bizantino.                                            

La Pars Occidentalis, y con ella la ciudad de Roma, pasarían al dominio anárquico de los bárbaros germánicos. Los mil años siguientes son denominados en la cronología por la historiografía como Edad Media, caracterizada por la atomización del poder político y militar, breves periodos de estabilidad social y política seguidos de largos períodos de anarquía social y política que favorecieron la hegemonía jerárquica del Obispo de Roma y del cristianismo como discurso social, político, económico y cultural.         

El Islam daría su golpe de gracia (o desgracia) al Imperio Bizantino, cada vez más rígido, formalista, hierático y defensivo, alimentando su ruptura con el Obispo de Roma, su aislacionismo político-militar balcánico-anatólico y el poder del emperador sobre las comunidades cristianas bizantinas, así como las disputas entre el Obispo de Roma y el Patriarca de Constantinopla. El Islam lograría aglutinar, primero, política-religiosamente, luego, religiosamente, una vasta comunidad africano-mediooriental-indostánica, que constituiría un muro de contención del cristianismo.                                        

Las disputas entre el Obispo de Roma y el Emperador Bizantino y/o el Patriarca de Constantinopla prepararon el terreno para la creación de la institución del Sacro Imperio Romano en la persona de Carlomagno y sus sucesores. El contacto comercial de la antigua Pars Occidentalis con islámicos y comercial y religioso con bizantinos, unido al final de las emigraciones germánicas y eslavas, así como las disputas jurisdiccionales entre el Obispo de Roma y el Emperador del Sacro Imperio Romano, favorecieron el surgimiento o renacimiento de las ciudades europeas, con sus clases comerciales, mercantiles y profesionales europeas. Con el dinero del impuesto a las ciudades, los reyes europeos comenzarían a crear sus reinos mediante sus propios ejércitos e impondrían una estabilidad social, política, económica y cultural que socavaría la anarquía feudal, las intromisiones del Obispo de Roma y del emperador del Sacro Imperio Romano. Constantinopla caería ante los turcos (islámicos), y las cruzadas reforzarían el sentido de identidad común de la antigua Pars Occidentalis cristianizada sobre todo por los benedictinos, que consigo llevaron una actitud definitoria de la Europa que edificaban con sus conversiones, oraciones y copias manuscritas de escritos cristianos y romanos. La antigua Pars Occidentalis había evolucionado de Imperio Romano a ser Europa. Mil años después de la caída de Roma ante Odoacro ser europeo y ser cristiano era casi sinónimo. Del comercio italiano con el lejano oriente y la llegada en estampida de sabios bizantinos, unido a ciertos grupos de intelectuales agustinos que revalorizaban la cultura grecorromana, así como precedido por la anarquía eclesial del cisma de occidente y el debilitamiento del poder del Sacro Imperio Romano, surgió el movimiento intelectual, artístico y literario conocido como humanismo, que emancipo la cultura de la tutela milenaria de los credos cristianos. Italia entraba en una época juvenil, como de adolescente: era el Renacimiento, que, desde Florencia, inauguró una nueva cosmovisión: el antropocentrismo crítico. A diferencia del antropocentrismo grecorromano, que era más bien una divinización de la naturaleza y el hombre. El antropocentrismo crítico diviniza la actividad humana. Como reacción y continuación del antropocentrismo crítico, y como denuncia moral y espiritual de la jerarquía eclesial, Martín Lutero hace la Reforma Protestante, que emancipa las relaciones espirituales de los europeos de la jerarquía eclesiástica gobernada por el Obispo de Roma (Iglesia Católica), rechaza la razón en nombre de la creencia y pone la Biblia como autoridad espiritual sujeta a la libre interpretación. Europa se divide hasta la muerte en iglesias enfrentadas entre sí. Es el fin de la hegemonía jerárquica del Obispo de Roma y de su Iglesia Católica sobre Europa.

En la península Ibérica, los reinos de Portugal, Aragón y Castilla expulsan a los gobernantes islámicos, y, aprovechando las guerras intestinas de los italianos (que luego servirían de marco de referencia a la obra maestra de Nicolás Maquiavelo), así como las guerras religiosas europeas, se repartirían los continentes americano (recién descubierto por los castellanos), asiático y oceánico, convirtiendo a Portugal en la mayor potencia naval del mundo y a Castilla (luego España) en la mayor potencia militar y colonial del mundo. Castilla invertiría sus riquezas del 'Nuevo Mundo' en innumerables intervenciones en Europa en defensa de la autoridad del Obispo de Roma y su Iglesia, lo que, a largo plazo, la empobrecería. Las colonias castellanas (o españolas) se estructuraron en torno a una visión clasista feudal y la tutela excesiva de la Iglesia Católica.                                             

Las guerras religiosas y el antropocentrismo crítico revolucionaron Europa. Copérnico emanciparía la astronomía de la autoridad de Ptolomeo (afirmada por la Iglesia Católica). Galileo emanciparía la mecánica de la física de Aristóteles (afirmada por la Iglesia Católica como autoridad filosófica). René Descartes emancipa la metafísica de la metafísica aristotélica. Isaac Newton formula una nueva física, una física mecánica. Las guerras religiosas socavaron la autoridad de la Iglesia Católica en Francia y Holanda, propiciando la erección del absolutismo monárquico en Francia y la elevación al poder holandés de mercaderes y banqueros. El Cardenal de Richelieu, con su defensa a ultranza de los intereses franceses a toda costa, incluso en detrimento de su propia Iglesia al apoyar a cantones suizos protestantes contra los cantones suizos católicos apoyados por Castilla y a los estados alemanes contra el sacro emperador romano, se convierte en precursor del nacionalismo, junto al rey Enrique VIII de Inglaterra que nacionalizó la jerarquía eclesiástica, emancipándola del Obispo de Roma y subyugándola.

En su afán de defender la fe católica, Castilla (España) y sus colonias se autocensuraron mediante la Inquisición, quedándose rezagadas de los cambios ocurridos en Europa.                                              

En Inglaterra, la aristocracia destrono dos veces al rey de Inglaterra y estableció su supremacía social y política mediante el Parlamento. Inglaterra se convirtió en modelo alterno al absolutismo y a la vieja Europa católica. Interpretada liberalmente por Montesquieu, sirvió de referencia al pensamiento de los padres fundadores de Estados Unidos.                                            

La victoria pírrica de Francia en la Guerra de Sucesión Española, la derrota y pérdida de Canadá e India, sirvieron de terreno social para el movimiento filosófico Ilustrado, que rechazaba cualquier autoridad que no se sometiese a la razón crítica antropocéntrica, heredera del antropocentrismo crítico del humanismo. La Revolución Francesa es el resultado de la razón crítica antropocéntrica impulsada como proyecto político y social. La Revolución Industrial de Inglaterra es el resultado de la razón crítica antropocéntrica impulsada como régimen socioeconómico.                               

El ascenso de la casa de Borbón en Castilla y Aragón anula Aragón como reino, impulsa un centralismo a la francés de Castilla y Aragón, unidas como España, y de sus colonias. El absolutismo es importado e impuesto en España como régimen político y social. La aristocracia española imita a los cortesanos franceses y la cultura francesa sucede a la literatura barroca castellana. Las ideas de la Ilustración son importadas y sembradas en España y sus colonias, lo que, luego de la Batalla de Trafalgar, erosiona el poder español en sus colonias y, con el apoyo cómplice de Inglaterra (ahora denominada Gran Bretaña), las emancipa de España, fragmentándolas hasta la impotencia. Solamente Cuba, Puerto Rico, Guam, Palau, Filipinas e Islas Marianas quedarían bajo poder español.                                     

España se auto anula como potencia europea en los siglos XIX y XX envolviéndose en numerosas guerras civiles, así como golpes de estado y destronamientos, siendo el alzamiento de los generales Sanjurjo y Mola una buena ilustración. Todo ello producto de la guerra entre antropocentrismo crítico (isabelistas y alfonsistas) y cristianos (carlistas y franquistas). Pierde Cuba, cede Puerto Rico, Guam, Palau, Filipinas e Islas Marianas.

Las guerras napoleónicas pretendieron, y lo lograron parcialmente, imponer la razón crítica antropocéntrica como tiranía paneuropea totalitaria. Las Revoluciones de 1830 y 1848 son las consecuencias inconscientes de las guerras napoleónicas. La Guerra Civil Americana (1861-1865) es el fin de la coexistencia en el poder estadounidense del cristianismo anglicano-calvinista y el antropocentrismo crítico. La Guerra Franco-Alemana (1870) desató la industrialización alemana. La Guerra Hispano-Estadounidense (1898) consagró el fin de España como potencia mundial y consagró a Estados Unidos como potencia mundial. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue la guerra entre las potencias mundiales de la razón crítica antropocéntrica y las potencias europeas de las tradiciones ajenas o adversas a la razón crítica antropocéntrica. Que Rusia estuviese aliada a las potencias mundiales de la razón crítica antropocéntrica fue un error ruso que le costaría su régimen. Que Austria-Hungría tuviese como aliada a Alemania, que estaba en vías de quedar dominada por la cosmovisión antropocéntrica crítica, fue otro error. La Revolución Rusa (1917) es el triunfo del antropocentrismo crítico sobre el cristianismo ruso de raigambre bizantina. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue la guerra entre las potencias representativas de las diversas cosmovisiones antropocéntricas críticas y las potencias mundiales del germanocentrismo, el italocentrismo y el niponismocentrismo. La Guerra Fría (1945-1991) fue una guerra, más ideológica y armamentística que militar, para decidir cuál antropocentrismo crítico dominaría el planeta Tierra: el capitalismo-democrático-liberal (individualismocentrismo crítico) versus el comunismo (comunitarismocentrismo crítico). La caída del Muro de Berlín y de la URSS implicó que el individualismocentrismo crítico radical (neoliberalismo) se volvería el régimen sociopolítico-económico modelo para toda la humanidad. Los triunfos electorales de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega señalan el fin último del individualismocentrismo crítico radical: el mesianismocentrismo mundial. El misticismo globalista (New Age) podría convertirse en la apología del mesianismocentrismo y también en una filosofía de vida mundial para resignarse ante dicho mesianismocentrismo.                   

El hecho de que Rusia, Polonia y casi toda Europa Oriental, a excepción de Austria y Grecia, viviesen la crudeza y crueldad del antropocentrismo crítico más paranoico e intimidante (el comunitarismocentrismo crítico o comunismo), así como su fracaso social, político y económico, les ha dejado un vacío existencial y comunitario que les ha impulsado a renovar sus tradiciones cristianas e islámicas (caso de Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Albania). Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Albania podrían convertirse en los enclaves islámicos en Europa para la islamización de Europa Occidental. En cambio, Rusia tiene el potencial para convertirse en el agente recristianizador de Europa Occidental, aunque sería un cristianismo neobizantino (ortodoxo), no romano (católico). En Japón, China y casi todo el lejano oriente ha triunfado, poco antes y después de la Guerra Fría, un pragmatismo comunitaristacentrista económico (una versión del antropocentrismo crítico) mitigado o matizado por las filosofías budistas, taoistas, confucionistas. De ahí que el lejano oriente se haya convertido en la vanguardia de la industrialización en el siglo XXI, una industrialización más elegante y sofisticada que sus predecesoras de Inglaterra y Alemania: la industrialización de las comunicaciones y del conocimiento.                                      

Hispanoamérica puja entre su identidad cristiana católica, los aires de antropocentrismo crítico venidos de Estados Unidos, Europa y el Lejano Oriente, y el misticismo globalista. La actitud clasista-racista jerárquica impide a Hispanoamérica alcanzar su solidaridad orgánica, es decir, una mayor cohesión social y nacional. Cuba y Puerto Rico son dos casos excepcionales en Hispanoamérica. Cuba, para huir de la prepotencia política, económica y social de Estados Unidos, se convirtió al comunitarismocentrismo crítico (comunismo). Con el fin de la Guerra Fría, Cuba pretende evolucionar a un pragmatismo comunitaristacentrista económico, pero carece de una filosofía de vida semejante a las del Lejano Oriente. Además, el rol protagonista del Partido Comunista ha devenido al de una oligarquía tipo nomenklatura soviética (que también hay en China y Vietnam), lo que reestructura la sociedad en torno a un clasismo jerárquico.          

Puerto Rico era el mayor bastión del imperio español. A Puerto Rico emigraron numerosos criollos venidos de las repúblicas hispanoamericanas, todos independentismofóbicos, arraigando dicha aversión en lo más profundo de la psiquis del puertorriqueño hasta el presente. Aparte, emigraron numerosos españoles y europeos no ibéricos, todos leales, adictos o en deuda con la corona española. Pero las desavenencias emergieron entre los descendientes de hispanoamericanos, españoles y otros europeos y los intermediarios comerciales y mercantiles españoles, creando la división política de Puerto Rico en bandos anexionista, status quo, autonomista e independentista, que trascendería de la soberanía española a la soberanía estadounidense. La crisis del viernes negro socavó la economía del monocultivo azucarero puertorriqueño. La Guerra Fría hizo a Puerto Rico necesario para sus intereses militares y navales. Para erradicar el movimiento nacionalista de Pedro Albizu Campos y el obrerismo de los sindicatos, Rexford Tugwell industrializo a Puerto Rico, cimentando el Estado Libre Asociado que el gobernador Luis Muñoz Marín consagraría.

El Estado Libre Asociado en principio era un régimen sociopoliticoeconomico que matizaría la soberanía estadounidense sobre Puerto Rico, y que enlazaría los intereses industriales, navales y militares de Estados Unidos con los intereses económicos de los obreros y campesinos puertorriqueños, asegurándole a Estados Unidos la posición estratégica de Puerto Rico para sus intereses de la Guerra Fría y en Hispanoamérica a la vez que se aniquilaba los movimientos adversos del obrerismo y el nacionalismo. Pero el fin de la Guerra Fría ha abierto la mayoría de las naciones a los intereses estadounidenses, lo que le ha quitado relevancia a Puerto Rico a los ojos del establishment estadounidense. La matización de la soberanía estadounidense sobre Puerto Rico (antes del fin de la Guerra Fría), así como el aluvión de ayudas económicas, ha enajenado al puertorriqueño promedio de su realidad sociopolítico-económica, dividiéndolo entre anexionista y pro-status quo, llevándolo a un revanchismo político electoral que ha impedido el desarrollo sostenido de la economía puertorriqueña, socavada por la excesiva dependencia económica del Gobierno Federal y de los intereses empresariales y banqueros estadounidenses, así como por el patronazgo político-partidista que ha endeudado el presupuesto fiscal del Gobierno de Puerto Rico. A estos problemas se añaden la importación del cristianismo anglicano-calvinista, su difusión alrededor de la isla, la excesiva influencia cultural y mediática estadounidense que contribuye a la enajenación del puertorriqueño promedio, la excesiva influencia cultural, intelectual, artística y académica cubana sobre académicos, intelectuales, estudiantes universitarios y sindicatos puertorriqueños como reacción a la excesiva influencia cultural y social estadounidense sobre el puertorriqueño, la actitud y la mentalidad clasista- racista jerárquica solapada de la mayoría de los puertorriqueños, así como la reacción al cristianismo anglicano- calvinista y al pragmatismo socioeconómico-político estadounidense en la exaltación de la fe y tradiciones católicas, y del folclor jibarista, por parte de numerosos puertorriqueños. En síntesis, Puerto Rico es muy poroso a los intereses estadounidenses y a la estructuración y reestructuración de las relaciones internacionales, sin dejar de resentir su impotencia política en su enajenación social y cultural.                                              

Brasil parece ser más armonizador entre el cristianismo y el antropocentrismo crítico. No debe interpretarse que Brasil no tenga problemas ni complejidades. Su numerosísima población y extensión territorial le confiere un rol más protagónico en los asuntos políticos, económicos, sociales y culturales de Suramérica, en general, y de Hispanoamérica, en particular.  India es la principal fuente de inspiración del misticismo globalista, que a menudo malinterpreta y distorsiona la cultura india.                                        

Como podéis observar, a nivel europeo y mundial se ha desencadenado una lucha entre los diversos antropocentrismos críticos y las diversas tradiciones. Estos antropocentrismos críticos, una vez agotadas sus artillerías, ceden paulatinamente sus lugares al misticismo globalista mejor conocido como 'New Age'. Las diversas tradiciones europeas y mundiales no antropocéntrico críticas se encuentran amenazadas de ser absorbidas y deformadas por el misticismo globalista en un proceso de sincretismo posmoderno.                                     

 ¿En qué lugar nos encontramos en el siglo XXI? Si sois ciudadano o miembro de una gran potencia mundial, es probable que os descubráis con el antropocentrismo crítico gastando sus últimos cartuchos o en retirada, dejándole recursos al misticismo globalista. Si sois ciudadano o miembro de una nación del tercer mundo, es probable que os descubráis con el antropocentrismo crítico aplanando el terreno social, político, económico y cultural para, tarde o temprano, cederlo al misticismo globalista.                                            

Tampoco os sorprendáis si veis al antropocentrismo crítico dándose la mano con el misticismo globalista. La prolongada vigilia termina en profundo sueño.

 

 

 


 

[1] Roberto Javier Rodríguez Santiago, nacido en Ponce, Puerto Rico, (1981), tiene un Bachillerato en Artes y Humanidades de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, mención honorífica Cum Laude. Ha publicado tres poemarios: De Piedra en adelante (2003), Poemas Terrenos (2005), Poemario Sa(n)gra(n)do (2006). Ha publicado artículos de filosofía: http://www.ensayos-filosofia.es/archivos/anotacion/propuesta-de-proyecto-de-revision-de-la-filosofia  y http://www.neoliberalismo.com/utopia-heliana.htm

 

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