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ANÁLISIS GENERAL DEL NACIONALISMO CATALÁN

 

Abel Moya Méndez

 

Jorge Díaz Rodríguez

Universidad de Murcia (España)

 

INTRODUCCIÓN

 «Patriotismo es cuando el amor

por tu propio pueblo es lo primero;

nacionalismo, cuando el odio por

los demás pueblos es lo primero».

Charles de Gaulle

 

            Cataluña se encuentra en el culmen de una  efervescencia nacionalista/secesionista como no ha tenido desde la II República. Sin embargo, rara vez los fenómenos sociales surgen de manera visceral y espontánea, y en este caso no iba a ser diferente. Este fenómeno se encuentra sobre unas estructuras históricas, identitarias y políticas que han dado lugar a lo que hoy está poniendo en vilo tanto a la sociedad española como a la comunidad europea, y es lo que vamos a tratar de explicar (al menos en parte) aquí.

Recordamos que, puesto que no existen verdades absolutas, lo máximo que puede aspirar a encontrar el lector aquí es un análisis o interpretación más o menos general con el que puede o no estar de acuerdo, pero con el que esperamos por lo menos ayudar a ponerse en un punto de vista diferente o incluso sacar algún nuevo dato revelador o de interés[1]. Sin más dilación, comencemos.

 

BREVE REPASO HISTÓRICO

La historia del nacionalismo catalán tiene varios enfoques según el objetivo que se pretenda perseguir: desmontarlo o mitificarlo. No obstante, lo que en este apartado se pretende es realizar un modesto recorrido histórico a través de aquellos acontecimientos que los defensores de este nacionalismo emplean para justificar sus pretensiones y aspiraciones para con su pueblo y su supuesta «nación».

El hecho de realizar este repaso a lo largo de la historia [2] sirve de base y fundamento imprescindible para poder llevar a cabo posteriormente un análisis concienzudo acerca de la identidad que se encuentra detrás de todos y cada uno de los fenómenos sociales de estas características, una identidad social que será tratada un poco más adelante y que se erige como elemento vertebrador del nacionalismo catalán y se hace necesaria para formar una masa o colectivo social cohesionado que permita defender con fervor tan interesante acontecimiento político-social. Así como también va a servir para estudiar y comentar la política y sociedad actual poniendo todo ello en relación con los componentes criminológicos destacables de esta cuestión.

Además de todo ello, la Historia permite ver más allá de las palabras y conocer las diferentes épocas y periodos por los que han navegado las sociedades en las que hoy vivimos y conocemos, ya que absolutamente ninguna ha sido capaz de permanecer intacta ante las diferentes inclemencias del destino histórico, político y social a las que se ven sometidos todos los pueblos que constituyen el mundo, y mucho menos aun teniendo en cuenta el fenómeno de la globalización y el «fin de la historia» pronosticado por el siempre célebre Francis Fukuyama[3].

Pues bien, habida cuenta de la larga historia a la que se remonta el nacionalismo catalán, se va a proceder a resumir, en la medida de lo posible, los acontecimientos más importantes de este movimiento siguiendo el siguiente orden histórico: los condados catalanes, el Reino de Aragón, la guerra de sucesión española y finalmente el desastre de 1898 en adelante.

Los Condados catalanes

Los condados catalanes alrededor del año 850 d.C. se encontraban bajo la influencia del imperio carolingio, pero cuando este comenzó su declive, los condados se convirtieron en vasallos del califa de Córdoba. Cuando el caudillo Almanzor entró en escena en el mundo andalusí comenzó una dura represión, que tuvo como resultado diversos saqueos de Barcelona y los territorios cercanos. Es por ello por lo que el conde de Barcelona Borrell II pidió ayuda a los carolingios, pero nunca la obtuvieron. En ese momento histórico difuso el nacionalismo catalán se atribuye una independencia de los condados. Aunque pudo haber sucedido una independencia de facto, no hay ningún documento oficial que respalde dicho acontecimiento.

El Reino de Aragón

El rey Jaime I «el Conquistador» heredó de su padre Pedro II los títulos de Rey de Aragón y conde de Barcelona en el año 1213. Durante su reinado conquistó Mallorca y Valencia, creando sendos reinos en ambos territorios. Según la versión histórica del nacionalismo catalán este Rey fue el creador de los llamados «Países Catalanes», a pesar de que la tesis comúnmente aceptada es aquella que sitúa la corona aragonesa, es decir, la Corona de Aragón, como marco común dentro del que se englobaron el resto de territorios, a saber: Reino de Aragón, condado de Barcelona, Reino de Valencia y Reino de Mallorca. Esto pone de manifiesto que lo que hoy se conoce como Cataluña hace ocho siglos formaba parte de la Corona de Aragón y no al revés como habitualmente se refieren dentro del entorno nacionalista.

La Guerra de sucesión española (1701-1715)

El rey Carlos II falleció en el año 1700 sin descendencia, lo que causó una disputa por el trono español al que optaban fundamentalmente dos pretendientes. Tal era la importancia del reinado español que esa disputa se transformó en una guerra europea que, por supuesto, afectó al territorio español, tomando aquí las características de guerra civil puesto que no todas las ciudades y regiones apoyaban al mismo candidato al trono. Por un lado estaba el archiduque Carlos de Austria, apoyado por Inglaterra, Portugal, Prusia y Holanda, y por el otro, Felipe de Anjou (Borbón), apoyado por la monarquía francesa y designado por Carlos II para sucederle. Actualmente, el Día de Cataluña se celebra cada 11 de septiembre debido a que ese mismo día del año 1714 Barcelona se rindió ante las tropas borbónicas y fue herido en combate Rafael Casanova, máxima autoridad de la ciudad, que moriría varios años más tarde. A este personaje histórico, el nacionalismo catalán le atribuye tintes de mártir por haber caído supuestamente a manos del enemigo español cuando en realidad era defensor de los Austrias en España, lo que indica que no era una guerra entre Cataluña y el resto del territorio español, sino una guerra europea con un escenario particular dentro de España y de la propia Cataluña ya que había ciudades defensoras de una monarquía borbónica y otras que apoyaban a la casa de Austria, por ejemplo Barcelona y Toledo defendían la misma opción (archiduque Carlos), al contrario que el valle de Arán o Vic (Felipe de Anjou)[4].

El desastre de Cuba de 1898

A lo largo del siglo XIX se puede constatar el crecimiento paulatino del nacionalismo catalán en su vertiente política, con movimientos reivindicativos como la Renaixença. Pero en sus inicios el nacionalismo era algo ajeno al pueblo y al sentir de los catalanes. El propio Cambó lo explica en sus memorias:

«En su conjunto, el catalanismo era una cosa mísera cuando, en la primavera de 1893, inicié en él mi actuación (…) Aquel era un tiempo en que el catalanismo tenía todo el carácter de una secta religiosa»[5].

El auge del nacionalismo catalán se debió en buena medida a la crisis española tras la pérdida de las últimas colonias americanas, a lo que se añadió que gran parte del capital, que muchos españoles tenían invertido en aquellas lejanas tierras, se repatrió hacia Cataluña, lo que produjo un aumento de la riqueza en la ya de por sí industrializada Cataluña. Por ello, según Prat de la Riba, «había que acabar de una vez con esa monstruosa bifurcación de nuestra alma, había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes, sentir lo que no éramos para saber claramente, hondamente, lo que éramos, lo que era Cataluña. Esta obra, esta segunda fase del proceso de nacionalización catalana, no la hizo el amor, como la primera, sino el odio»[6]

Pero para conseguir el apoyo del pueblo hay que darle una ideología, algo en lo que creer. Y fue aquí cuando los artífices del nacionalismo comenzaron a contar de forma sesgada su historia de Cataluña, aquella que hemos estudiado pocas líneas atrás y que se basa en errores e incertidumbres de dudosa instrumentalización que aun hoy se utilizan. De hecho, el propio Cambó lo admitía explícitamente cuando escribió que «como en todos los grandes movimientos colectivos, el rápido progreso del catalanismo fue debido a una propaganda a base de algunas exageraciones y de algunas injusticias»[7]

De esta forma, a comienzos del siglo XX, el nacionalismo entró en el escenario político con la Lliga Regionalista y la creación de la Mancomunidad de Cataluña en 1914 presidida por Enric Prat de la Riba. Este fue reprimido durante la dictadura de Primo de Rivera, aunque posteriormente tuvo su punto álgido con la proclamación de la República Catalana en 1931 por parte de Francesc Macià (fundador de Esquerra Republicana de Catalunya) en los comienzos del periodo republicano español, independencia a la que renunció a cambio de un estatuto de autonomía para Cataluña. Finalmente el nacionalismo catalán sufrió una dura represión durante la dictadura franquista hasta la transición democrática en España.

 

IDENTIDAD

La identidad juega un papel fundamental en la construcción de una narrativa y otras cuestiones esenciales que conforman una sociedad determinada[8]. Con el paso de los años, diversos expertos han tratado el tema de la identidad debido a esa importancia trascendental que posee para el destino de los colectivos sociales. Tendiendo todo ello en cuenta, una definición exhaustiva del concepto es la proporcionada por el profesor Fernández Riquelme: «la construcción político-social que dota a una persona del conjunto de rasgos y conductas características de una colectividad colectiva, que le permiten su integración real o simbólica en la misma, distinguiéndose de otras en un conjunto, y que es configurada a lo largo de su desarrollo vital a nivel psicológico, cultural y social.» [9] La identidad dota a los individuos de una herramienta a través de la cual interpretar los estímulos del paisaje de forma sencilla[10], filtrarlos y clasificarlos: diferenciar al amigo del enemigo; de tal manera que la pertenencia a un grupo sea una manera de evitar la hostilidad y suspicacia que depararía una vida sin identidad alguna.

En otras palabras, empleando un símil de gran utilidad, la identidad al fin y al cabo funciona del mismo modo que unas gafas, esto es, el individuo tiende a ver los hechos dependiendo casi exclusivamente del cristal que poseen esas gafas. Si ese cristal tiene un ligero color rojizo, la persona filtrará los acontecimientos de su vida diaria a través de ello, por lo que el resultado estaría inevitablemente teñido de rojo. Lo mismo cabe decir cuando un individuo emplea unas gafas con tono verde, azul, etc. Está claro que ningún color se parece a otro, son completamente distintos, por lo que nunca habrá dos identidades exactamente iguales.

La identidad se constituye como piedra angular de una colectividad: para que un grupo actúe unido, no como una suma o conjunto de individuos sino como una masa social, este necesita de una identidad que lo ampare. Es necesario que todos los miembros sientan lo mismo, crean en lo mismo y defiendan los mismos ideales para tener éxito. De este modo, la importancia de la identidad se constituye como un valioso instrumento de poder que se emplea para cohesionar y unificar al grupo y que en gran medida «determina el destino del pueblo que amamos o al que repudiamos»[11].

Al haber hecho un recorrido histórico en el apartado anterior por los acontecimientos que emplea el nacionalismo catalán para su causa, es inevitable constatar la existencia de una identidad paralela basada en toda aquella narrativa que la alimenta, a lo largo de los años, fruto de unas generaciones nacidas en ese ámbito concreto. Con todo ello, se hace necesario destacar la identidad catalana como contraposición a la identidad nacional española, pero hay que matizar: identidad catalana nacionalista.

Con la apreciación anterior se debe poner de manifiesto que existen identidades que no necesariamente deben ser contradictorias, esto es, que resulta posible que dos identidades no se opongan entre sí, sino que se complementen. Por ello en la actualidad catalana no existe una única identidad, ya que la realidad demuestra que su propia sociedad está dividida, lo que sugiere dos opciones: a) que una misma identidad genera dos vías distintas de análisis de la realidad o b) que se trata de dos identidades distintas dentro de la sociedad catalana, lo que es más probable.

En último lugar, cabe señalar cómo se produce y moldea una identidad en el fuero interno de un individuo. Este proceso de adquisición de identidad tiene lugar a partir de los procesos de socialización primaria y secundaria que implementa una sociedad para educar a las generaciones venideras. En primer lugar, en el ámbito de la socialización primaria, familiar, donde surge una primera toma de contacto con los elementos que más tarde conformaran la identidad en cuestión. En segundo lugar, durante la socialización secundaria, en la escuela, donde el individuo entra en contacto con el mundo exterior más allá del ámbito de protección de la familia. Es en este momento cuando la persona se da cuenta de sus circunstancias, se relaciona con otros individuos e instituciones al mismo tiempo que se identifica con unos elementos concretos, lo que en última instancia le hará percibir una distinción entre su identidad propia y las demás.

 

POLÍTICA

Pero, aparte de la gran historia e identidad, la política reciente para con Cataluña no deja mucho que desear tampoco.

El gobierno de Rajoy se ha caracterizado por la torpeza, la inacción, la inoperancia, la ineficacia y la pasividad con España en general y con Cataluña en particular. Rajoy ha aparentado hacer algo mientras no hacía nada o lo hacía tarde y pasará a ser el presidente de España que perdió virtualmente una Comunidad Autónoma, Cataluña (y ya veremos si físicamente), del territorio Español. Un duro golpe para el partido patriótico de los españoles.

La inoperatividad política del Partido Popular y su paupérrima desidia han conseguido que los separatistas hayan hecho un jaque mate fácil, una trampa saducea donde hiciera lo que hiciera el Gobierno, éste ya hubiera perdido. Los independentistas así como el partido de la gente ya tienen la foto que querían y tanto buscaban y se frotan las manos pensando en la abundancia de conflicto que existirá en la sociedad y que les dará de comer durante mucho tiempo. Mientras tanto Rajoy ha conseguido tres cosas:

1.      Una sociedad catalana (y española, si me apuran) más dividida, si cabe.

2.      Mostrar a un gobierno débil incapaz de dar estabilidad y soluciones a los problemas.

3.      Traicionar y manchar la imagen, incluso a nivel internacional, de nuestras magníficas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a las que le ha tocado cargar con el resultado de una muy mala política interior.

            El independentismo se ha ido fraguando durante mucho tiempo ante la omisión y complicidad de los distintos gobiernos de la democracia española, que lejos de solucionar o paliar la situación, la han agravado hasta esta crisis sin precedentes. El movimiento independentista, que ni es una cuestión actual como bien hemos visto ni simple, ha sido acentuado, entre otras cosas, por:

1.      La inmersión lingüística, que lejos de sumar, unir o conciliar, ha excluido el castellano.

2.      Con la prohibición a las empresas, bajo pena de multa, de rotular en castellano.

3.      Con la manipulación de la historia en los libros escolares.

4.      Permitiendo que el catalán se haga requisito imprescindible para trabajar en las instituciones públicas.

5.      Permitiendo canales de manipulación mediática: Como decía Giovanni Sartori en su obra “Homo videns”: «…la desinformación se alimenta de dos típicas distorsiones de una información que tiene que ser excitante a cualquier precio: premiar la excentricidad [polarización] y privilegiar el ataque y la agresividad»[12].

6.      El traspaso de funciones clave en el territorio de la Guardia Civil a los Mossos.

7.      Los privilegios entregados a la  Comunidad Autónoma, convirtiendo al país en una liga de comunidades donde las hay de primera y otras de segunda, con la consecuente desigualdad entre territorios que eso conlleva.

8.      Ineficacia política, y «buenismo» del acomplejado gobierno central con la Generalidad.

            Ya sea de manera directa o indirecta, está claro que estas medidas han colocado a Cataluña en un estado privilegiado que le ha permitido, sin autoridad que le ponga límites, desligarse y rechazar todo lo relacionado con España por un lado y, por otro, envalentonarse y coger impulso para acometer lo que está realizando actualmente: un golpe de estado.

            Ante esta crisis política, social e identitaria de nuestro país, los partidos políticos no han sabido, como siempre, ponerse de acuerdo ya no solo en las medidas a adoptar contra esta ilegalidad, sino que ni siquiera han mostrado un mínimo de apoyo al Gobierno en estos momentos tan difíciles para la nación, prefiriendo cada uno hacer la batalla en las redes sociales por sus propios beneficios electorales. Mientras tanto, en otro intento por la unidad política, el partido naranja de Albert Rivera presentó una propuesta para apoyar al Gobierno contra el referéndum del 1 de octubre, que había sido suspendido por el Tribunal Constitucional. En la propuesta se presentaban cuatro puntos de sentido común[13] (aunque sea el menos común de los sentidos):

1.      Respaldo al Ejecutivo, al Tribunal Constitucional, al Ministerio fiscal y al Poder Judicial

2.      Apoyo a las Autoridades Públicas.

3.      Apoyo a las medidas proporcionales que pudieran usarse contra la organización del referéndum.

4.      Cobertura a los funcionarios que no quisieran participar en la ilegalidad.

            Sin embargo, el PSOE decide traicionar una vez más al país votando en contra de la propuesta (cuando habría valido la abstención para que saliera adelante) debido a que Ciudadanos no había incluido ningún punto que garantizara un diálogo. Debemos recordar que se vota lo que se presenta y no lo que se podría haber presentado ¿Acaso el PSOE no estaba de acuerdo con esos cuatro puntos?

            Dicho esto, sería un despropósito culpar a los distintos gobiernos de España como únicos responsables de lo acontecido en la comunidad catalana, que es lo que algunos quieren hacer parecer. El Gobierno de la Generalidad también tiene su ficha en el juego. «El nacionalismo no es el despertar de las naciones hacia su conciencia propia: inventa naciones donde no las hay», decía Ernest Gellner, y para crear naciones hace falta, en primer lugar, una legitimación (una historia más o menos inventada), un enemigo común (España) y unas cualidades que hagan que Cataluña sea la Supercomunidad. Ya hemos visto la historia y ya hemos criticado al Gobierno Central. Vamos a ver ahora por qué Cataluña no es la Supercomunidad tan ejemplo que la Generalidad les ha hecho creer y qué es lo que han ocultado. Lo más destacado es que:

1.      Cataluña tiene una deuda pública de más de 75.000 millones de euros.

2.      Esta deuda es inferior a la categoría de «bono basura» según Moody´s, S&P y Fitch[14].

3.      Cataluña está en situación de quiebra técnica: sin la inyección económica del Estado Cataluña entraría en quiebra.

4.      Sin la financiación del Estado, Cataluña tendría que suspender pagos y no podría pagar las pensiones, los sueldos de los funcionarios…

5.      Es la Comunidad Autónoma con mayor número de acusados y procesados por corrupción, (303) prácticamente el doble de Andalucía (153).

6.      Cataluña ha recibido más de 60.000 millones de euros del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) desde el 2012.

7.      Si se independizara, Cataluña sería automáticamente expulsada de la Unión Europea y de la Zona Euro con todos los inconvenientes que eso conlleva. Para que Cataluña fuera integrada en la Unión Europea, todos los países miembros tendrían que aprobar por unanimidad[15] su entrada, fenómeno que es prácticamente imposible puesto que, siendo especulativos, Francia, Reino Unido y España (como mínimo) estarían en contra.

            El 1-O ha pasado a ser un día negro en la historia de España. Un día de bochorno, vergüenza, tristeza y humillación para nuestro país, nuestros valores y nuestra democracia. La pregunta por excelencia que cabe en cualquier cabeza es la de «¿Cómo hemos llegado a esto?». Por supuesto, tiene respuesta. Y eso es lo que hemos intentando hacer de la forma más sencilla posible.

 

CONCLUSIÓN

            Decía el gran Ortega y Gasset que «ser de izquierdas es como ser de derechas, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral», y en esta frase tendríamos que fijarnos más a menudo para abordar los grandes problemas que afectan a tanta gente: en este caso no hay bandos, hay un país.

            El problema es complejo, es verdad, pero eso no nos puede hacer caer en la desidia, la desesperanza o el desinterés. Tenemos que vencer las discrepancias y luchar juntos por el bienestar de los ciudadanos españoles, de todos ellos, y pedir responsabilidades a quien actúen con negligencia o pasotismo. Tenemos que recordar que hay problemas mucho mayores a los que hacer frente y que están quedando eclipsados, difuminados o ninguneados por la focalización y la sobreinformación de los medios de comunicación. España está herida de gravedad hoy, pero saldremos adelante como siempre hemos hecho a lo largo de nuestra Historia, venciendo cualquier obstáculo y adversidad.

«El nacionalista cree que el lugar donde nació es el mejor del mundo; y eso no es cierto. El patriota cree que el lugar donde nació merece todo el amor del mundo; y eso sí es cierto». —Camilo José Cela

 



[1] Este es el objetivo primordial, como viene siendo habitual en otros trabajos de los autores. Véase, a modo de ejemplo, MOYA MÉNDEZ, A y DÍAZ RODRÍGUEZ, J. (2016). Los Estados Unidos de Trump. En Documentos de política social. Historia, investigación y desarrollo. Nº 39.

[2]  Véase FERNÁNDEZ RIQUELME, S. (2010). Historia como ciencia. En La Razón histórica. Revista

hispanoamericana de Historia de las Ideas 12: 24-39

[3] FUKUYAMA, F. (1992). El fin de la Historia y el último hombre. Barcelona: Planeta

[4] ROJO PINILLA, J. A. (2015). Cuando éramos invencibles. Madrid: El Gran Capitán Ediciones

[5] CAMBÓ, F. (1987) Memorias (1876-1936), Madrid: Alianza Editorial

[6] PRAT DE LA RIBA, E. La nacionalitat catalana, cap. II

[7] CAMBÓ, F. Op. cit.

[8] Identidad analizada en nuestro trabajo MOYA MÉNDEZ, A. (2016). La Identidad cartagenera: ¿mito o

realidad? En La Razón histórica. Revista hispanoamericana de Historia de las Ideas 32: 157-167

[9] FERNÁNDEZ RIQUELME, S. (2016). Identidad e integración: la política social ante el delito, Murcia: Diego Marín.

[10] TAJFEL, H. (2010). Social identity and intergroup relations. Cambridge University Press

[11] FERNÁNDEZ RIQUELME, S. Op. cit.

[12] SARTORI, G. (2012). Homo Videns: la sociedad teledirigida, Madrid: Taurus

[13] “PSOE, Podemos e independentistas tumban la propuesta de Cs para apoyar al Gobierno por el 1-O”. El Economista. http://www.eleconomista.es/politica-eleconomista/noticias/8618147/09/17/PSOE-Unidos-Podemos-y-los-independentistas-tumban-la-propuesta-de-Ciudadanos-para-apoyar-al-Gobierno.html. Última consulta: 02/10/2017

[14] “Cataluña, en quiebra técnica”. La Tribuna del País Vasco. http://latribunadelpaisvasco.com/not/7056/cataluna-en-quiebra-tecnica-. Última consulta: 02/10/2017

[15] “La ampliación de la Unión”. Parlamento Europeo. http://www.europarl.europa.eu/atyourservice/es/displayFtu.html?ftuId=FTU_6.5.1.html, última fecha de acceso: 03/10/2017

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