Hungría en Madrid (I)
Después de Viena: la conmemoración de la victoria de la Santa Liga en Parkany.
Jorge Martín.
El Museo Lázaro Galdiano atesora una medalla emitida en 1684 que conmemora una de las más importantes victorias de Europa y la Cristiandad: la batalla de Parkany.
En agosto de 1682, el sultán otomano Mehmet IV iniciaba una campaña cuyo fin era la toma de Viena, capital del Sacro Imperio romano-germánico: la destrucción de este – con ayuda de Francia y el principado de Transilvania – no solo tendría como consecuencia la consolidación del poder otomano en el Sureste de Europa, sino que dejaría a sus expensas Centroeuropa y el área nororiental. Quizá hubiera sido el trampolín para saltar sobre Italia y la misma Francia que le prestó ayuda financiera y militar. No es de extrañar que, en 1684, Inocencio XI lograra forjar una coalición, la Liga Santa, de la que formarían parte, entre otros estados, la República de Venecia, la Mancomunidad polaco-lituana y, desde luego, el Sacro Imperio.
Cuando los turcos llegaron a las puertas de Viena, la relación de fuerzas no invitaba a prever la victoria cristiana, pero, contra todo pronóstico, la carga de la caballería cristiana, especialmente de la conocida como Caballería alada del rey polaco Juan Sobieski III, deshizo al ejército musulmán.
Tras la clamorosa derrota turca, buena parte de las tropas otomanas, se retiraron a la actual Eslovaquia, en torno a la ciudad fortificada de Parkany hasta donde serán perseguidas por las tropas de la Liga Santa. En Parkany (actual Stúrovo), entre el 7 y el 9 de octubre, las fuerzas de la Confederación polaco-lituana y del Sacro Imperio, derrotaban a las fuerzas dirigidas por el Gran Visir Kara Mustafá en una batalla que supondrá la liberación de Hungría, incluyendo, la fortaleza de Buda y la ciudad de Pest (1686), así como la de Belgrado (1688). Stúrovo, más que la propia batalla de Viena, supondrán el principio del fin del dominio otomano sobre el Este de Europa.
La victoria de Parkany será todo un éxito, también, para el Papado que querrá celebrar el acontecimiento con la emisión de una medalla conmemorativa, una de las cuales, está custodiada en el madrileño Museo Lázaro Galdiano.
Fabricada en bronce dorado, en el anverso aparece el busto de Inocencio XI, mientras que en el reverso la imagen de la Virgen María y el Niño preside la escena de lo que parece un campo de batalla sobre el que, a su vez, se despliega un gran estandarte. El papel jugado por los polacos en esta campaña es puesto de relieve a través de la leyenda que aparece en este lado de la medalla, la cual alude a que los turcos fueron derrotados en Parkany por el rey Juan III de Polonia.
El estandarte que aparece en la medalla se ha identificado con el tomado a los turcos por el rey polaco y que donó al Papa, el cual, a su vez, lo envió al santuario de Nuestra Señora de Loreto (Italia). En la Santa Casa se levanta la capilla de los polacos, la cual está decorada, entre otras escenas, con un fresco que representa la victoria de Sobieski en la batalla de Viena. En otro importante cuadro expuesto en los Museos Vaticanos y que da nombre a una de sus salas, la Sala Sobieski, se representa al monarca polaco en la Batalla de Viena, en un monumental óleo pintado por el célebre Jean Matejko (1838-1893). Es en este cuadro donde la virgen de Loreto adquiere protagonismo al aparecer justo detrás del monarca, a través de una imagen que sostendría el monje capuchino Marco dÁviano.
Según la tradición, las tropas polacas habían descubierto bajo los escombros de asolado pueblo de Wishau, un cuadro de la virgen de Loreto que había escapado de las llamas. Lo que más honda impresión causó a Juan Sobieski es que, a pesar de ser muy anterior a 1683, unos ángeles sostenían una filacteria en la que podía leerse: “Por esta imagen de María, tú, Juan, vencerás – Por esta imagen de María, yo, Juan, venceré”. Esta imagen habría acompañado al rey, no solo durante la campaña de Viena, sino en las campañas posteriores – incluyendo, seguramente, en la batalla de Parkany -. El cuadro habría quedado custodiado en la capilla real situada en Zolkiew, sede de la corte de Juan III - actualmente, Zhovkva (Ucrania) -, en cuya iglesia de San Lorenzo se levanta el mausoleo de Juan III y la familia Sobieski.
Por su parte, si bien no resulta fácil encontrar medallas conmemorativas de todos acontecimientos, no podemos dejar de mencionar la singular medalla que custodia el Metropolitan Museum de Nueva York, en este caso, de marfil y en cuyo anverso aparecen unos soberbios retratos de los príncipes más importantes de la Liga Santa: Marcantonio Giustiani, dogo de Venecia, el emperador Leopoldo I, el rey Juan III de la Mancomunidad polaco-lituana y, por supuesto, el principal artífice de la misma, el Papa Inocencio XI. En este caso, la medalla del Metropolitan se emite para conmemorar el fin del asedio al que se vio sometida Viena. Aunque data de 1683, la imagen que aparece en el reverso daba a entender que dicha victoria suponía el fin de la prepotencia otomana en Europa y vaticinaba la victoria en Parkany: las águilas del Imperio y de Polonia planean con sus alas extendidas sobre los restos de un camello que simbolizaría al ejército turco, mientras, al fondo, se advierte la llegada de un barco que simboliza el esfuerzo veneciano en el teatro de operaciones mediterráneo.
Así, estas medallas cargadas de Historia, se convierten en símbolo de la lucha de Europa por la supervivencia y la libertad.
Bibliografía
Estado de la Ciudad del Vaticano http://www.vaticanstate.va
Fundación Lázaro Galdiano http://www.flg.es/
Metropolitan Museum https://www.metmuseum.org
Santuario de Nuestra Señora de Loreto http://www.santuarioloreto.it/
Orsini, Mathieu, La Vírgen: historia de María Madre de Dios. Barcelona 1842