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Cardijn y España: las relaciones internacionales de la JOC.

 

Francisco Martínez Hoyos

 

Doctor en Historia (España).

 

 

En las últimas décadas, la JOC (Juventud Obrera Cristiana) española se ha estudiado como movimiento cristiano y cantera de militantes antifranquistas, pero su historia no ha de perder de vista que se trata de un movimiento organizado a escala mundial. Este hecho tendrá una gran importancia, como fuente de apoyo, para unos jocistas hispanos que luchaban contra una dictadura nacionalcatólica.[1]

A diferencia de sus compañeros peninsulares, los militantes europeos vivían en países democráticos y tenían la oportunidad de participar en sindicatos auténticamente obreros. Joan Moles, ex-dirigente de la JOC de Sabadell, recuerda que una novela, El coraje de vivir El coraje de vivir, entusiasmó a los jocistas porque hablaba de un país, Francia, en el que los trabajadores estaban organizados en sindicatos. Cuando había huelga, iban cada uno al suyo y luchaban por el conjunto de la clase obrera[2]. Por su parte, Víctor Pidal, dirigente de la JOC española y futuro sacerdote, explica que “los responsables de la JOC tuvieron muchas posibilidades de salir a otros países, que en este país no se salía, de dialogar con otra juventud. Que la JOC francesa nos dijera a nosotros que ellos recibían una subvención del estado francés, esto nos parecía, desde aquí, increíble. Que hubiera los sindicatos libres, los partidos políticos. Esos dirigentes lo iban trasladando a otros dirigentes regionales federales” [3].

            La JOC constituía un modelo de especial atractivo en un país en el que la guerra civil había supuesto un corte brutal en la historia del movimiento obrero: “Nos quedamos cortados de la Historia. Nosotros éramos jóvenes. En el 39 aquí se marchó todo el mundo, en Cataluña hubo un éxodo terrible: militantes, sindicalistas, políticos, escritores, músicos, todo el mundo se marchó. Quedamos como huérfanos, esto es cierto. Aquí, entre el miedo y la gente que se exilió, fue terrible. Nosotros notábamos que habíamos nacido en una especie de mundo del que casi no conocíamos nada. Se había cortado la Historia, esto es muy real”[4].        

Para aproximarnos a las relaciones internacionales de la JOC, nos centraremos en un aspecto: el vínculo con España del fundador del movimiento, el sacerdote belga Joseph Cardijn (1882-1967), bien a través de visitas personales, bien mediante correspondencia. La presencia de una figura de prestigio internacional, avalada por la extensión de la JOC en numerosos países de todos los continentes y por el reconocimiento de los Papas Pío XI, Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI, fue una importante contribución para legitimar a una JOC española que tenía que enfrentarse al mismo tiempo con la oposición de la jerarquía y la animadversión del gobierno franquista.

 

La visita a Comillas

Al acabar la guerra civil, como consecuencia de la victoria franquista, la JOC fue prohibida. En los años cuarenta, en pleno auge de una Acción Católica general totalmente identificada con el régimen, irán apareciendo por toda la geografía peninsular grupos jocistas que se inspiran en el modelo belga, grupos que sufrirán una doble clandestinidad: en relación al régimen y en relación a la institución eclesial. La aparición de esta JOC se debe, por un lado, a una nueva generación de jóvenes, nacida alrededor de 1930, incómoda con el catolicismo oficial y deseosa de hacer algo contra la explotación que sufre la clase obrera. En segundo lugar, personas que habían estado vinculadas a la JOC de antes de la guerra, que incluso habían viajado a Bélgica para conocer de cerca el jocismo, continúan trabajando para difundir en España esta nueva manera de evangelizar a los obreros. Una de estas personas es Ramón Aleu, un sacerdote que, en vísperas de su ordenación, escribió a Cardijn para contarle como había conocido la JOC y la influencia que ésta había ejercido sobre él:

            “Desde 1931 que soy jocista, tenía entonces 21 años. Desde un principio he amado un método de apostolado tan recomendado por el Papa, Pío XI: la conquista del obrero por el obrero. Con todo, a raíz de mi visita a Bélgica creció mi entusiasmo por la JOC (...). Siendo seminarista he perseverado en este mismo ideal. En el futuro, confío, Dios mediante, permanecer fiel a mis principios” [5].                                                                                                                                               

 

            Joan Cortinas, rector de la parroquia barcelonesa del Buen Pastor y consiliario de la JOC y la HOAC, asistió en 1935, en Bruselas, al Congreso Internacional de la JOC; por esas fechas estaba suscrito a las revistas de la JOC belga[6]. En 1939, entró en contacto con la JOC colombiana, contacto que perdió al estallar la segunda guerra mundial. También estuvo relacionado con jocistas suizos y portugueses. Durante la Segunda Guerra Mundial, mantuvo contacto con Roger Cartarayde, secretario nacional de la JOC francesa, “jusqu’a la funeste arrivé des obcèques nazis a notre frontière, que se couperent toutes nos relations avec la J.O.C”. A través de él, Cortinas pudo conocer la heroica actuación de los jocistas franceses en la Resistencia. El ejemplo de Fernand Tonnet y Paul Garcet, cofundadores de la JOC belga, muertos en el campo de concentración de Dachau, le sirvió para demostrar que la JOC era un movimiento combativo:             

            “Tous les ouvriers d’ici, auxquels je pu communiquer la tragique sort des heroïques fondateurs avec vous de la J.O.C. “Fernand Tonnet” et “Paul Garcet”, se sont étonnés en grande manière. De cette sorte ils ont appris que la J.O.C. n’est pas un mouvement “Jaune” et qui ne claudique pas devant les plus terribles dangers et ils ont senti un vif désir de connaitre de plus la J.O.C. pour arriver à sa définitive implantation dans notre pays”[7]                                                                                                            

            En diciembre de 1945, Cortinas escribió a Cardijn una interesante carta en la que expresaba el deseo entusiasta de profundizar en el jocismo : “Mes jeunes son tous prêts (?) pour le jocisme et attendent le matériel qui leur permettra de le connaître plus à fond et l’organiser avec toute l’efficacité voulue pour la conquête de la classe ouvrière de notre banlieue”[8]                                                 

            En su respuesta, Cardijn manifiesta su deseo de estar informado sobre la evolución de la JOC en España. Desea colaborar en su extensión: 

            “C’est l’heure de la JOC mondiale et voilà pour quoi je souhaite ardemment de rester en contact avec tous les amis de la JOC en Espagne -Bonet, l’aumônier de Valladolid, l’abbé Eugène Mérine, le P. Victorino Féliz, et tous les autres pour reccommencer et étendre la JOC espagnole. Je voudrai qu’ils puissent assister à notre prochain semaine d’études internationale.                                            

            Je vous serai reconnaissant de toutes les nouvelles que vous pourrez me faire parvenir et je serai heureux de pouvoir revenir à Barcelone et dans les autres centres jocistes d’Espagne”[9]          

 

            Desde Bélgica se realizó un pormenorizado seguimiento a los diversos grupos de la JOC y de la JOCF que iban surgiendo en España, como atestigua la correspondencia que se ha conservado en el archivo de la JOC Internacional. Este seguimiento era muy importante para los jocistas españoles por el apoyo moral que suponía saber que no estaban solos, que en otros países había otros jóvenes trabajando en la misma dirección: “Nous avons reçu les deux bulletins de la J.O.C. International, il ne faut pas vous dire comme ça nous donne de courage, savoir que nous sommes aidés par le travail de tous les militants jocistes du monde”[10].

            Pero, a nivel ideológico, la influencia de la JOC belga no fue tan decisiva como la del jocismo francés. A los militantes catalanes, los más relacionados internacionalmente, la JOC belga les parecía demasiado cuadriculada porque conservaba unas formas de antes de la segunda guerra mundial: los militantes salían con banderas a las calles, llevaban en sus chaquetas la insignia del movimiento... Pero, sobre todo, lo que les separaba de los militantes catalanes era su vinculación al sindicalismo cristiano. José Castaño señalaba que en Bélgica los jocistas apoyaban al Partido Social Cristiano (PSC) y que mantenían una rivalidad con socialistas y comunistas, hasta el extremo de que los cristianos compraban el pan en sus propias panaderías y los socialistas en las suyas. En cambio, en Francia, la JOC tiene muy claro que una cosa es el movimiento, en el que se reúnen los militantes alrededor de una fe común, y otra cosa la libre opción de cada jocista a la hora de optar por una u otra organización obrera.[11]

            En septiembre de 1947, Joan Cortinas escribía a Cardijn para notificarle que ese mismo mes irían a Bélgica dos o tres consiliarios para estudiar sobre el terreno “votre admirable organisation jociste”. Estos consiliarios eran Juan Noguera, Ignacio Cases, y posiblemente -Cortinas no estaba seguro de si finalmente iría o no a Bélgica- Antonio Torner. Estos consiliarios informarían a Cardijn de como marchaban las actividades jocistas en Barcelona y en toda España:                     

            “Pour leur mediation vous pourrez connaitre l’etat des activites jocistes dans notre ville de Barcelone et encore du mouvement general dans toute l’Espagne, lesquelles ne pouvons dire que soient pas tout mal, mais encore ne sont ce que les vrais jocistes avons droit a desirer.          Ils vous pourrons communiquer comme il y a des pretres, des seminaristes et des jeunes ouvriers tous voues a la J.O.C. et qu’ils sohuaitent avec tout l’elan de son âme que aussitot se peuve organiser la J.O.C. sans aucun camouflage.                                

            Si on fa quelque oeuvre d’apotolat parmi les ouvriers c’est grace a l’esprit de la J.O.C. qu’anime tout le Mouvement, tandis que la Hierarchie voie que deja est arrive l’heure de demarrer au nom de J.O.C.”[12]                                                                                               

            La acogida de Cardijn fue muy cordial, Ignasi Cases recuerda que, “amb  la seva paraula tallant, concreta i clara”,  les animó a seguir adelante y a superar todas las dificultades: “Cal que us reuniu sovint. És possible que en cada reunió no aconseguiu el resultat que esperáveu, però si no us reuniu no aconseguireu res”[13].

            En su respuesta a Cortinas, Cardijn hacía referencia al gran interés de estos consiliarios por la JOC belga, y expresaba la necesidad de que la naciente JOC española respondiera a las características esenciales del movimiento jocista: “Je crois que ce qui reste de première importance actuellement, dans tous les pays où la J.O.C. débute, et en Espagne en particulier, c’est d’abord et avant tout de réaliser sur le plan local, dans les paroisses, les quartiers et les milieux de travail, une authentique JOC qui répond à tous les caractères essentiels de notre mouvement” [14]

            En 1949 Cardijn visita Comillas, una Universidad en la que se formaron numerosos consiliarios jocistas. Cuando llega a España ya está bien informado de la situación del país: en 1948, el consiliario belga Marcel Uylembroek había redactado un informe confidencial de 17 páginas que daba cuenta de su viaje por diversas ciudades españolas entre el 14 de junio y el 4 de julio de 1948. En él, reflejó las condiciones de miseria en las que vivía la clase obrera, totalmente alejada de una Iglesia que en su inmensa mayoría estaba extasiada ante un régimen confesionalmente católico: “D’autre part, la masse des ouvriers est en grande partie opposèe à Franco. Il est èvidemment impossible que la masse de ceux qui ont combattu dans les rangs des “rouges” contre les nationalistes soient déjà “convertis”. Plusieurs prêtres qui vivent en contact intime avec cette masse m’ont certifié le fait de cette opposition”. Uno de los seminaristas que asistió a las conferencias de Cardijn, Josep Bigordà, evoca así el clima de entusiasmo entre los asistentes y la importancia que tuvo la presencia del fundador del movimiento para legitimar a la naciente JOC española:                                                                                                                   

“(...) fue Cardijn a Comillas y explicó toda la génesis de la JOC, todas las razones del movimiento obrero y toda las implicaciones del movimiento obrero. Aquello, yo pienso que para muchos de nosotros fue decisivo para tener una cierta opción, y no tan sólo para nosotros, sino que aquello yo creo que fue muy importante para la legitimación de la J.O.C. en todo el país porque, aunque había grupos de J.O.C., lo cierto es que estaban como clandestinos (...). La presencia de Cardijn en Comillas fue muy importante porque Comillas era como un centro que irradiaba mucha influencia en todas las Iglesias del país, y aquello que se hacía en Comillas para muchos obispos iba a misa, aunque esto no excluía sus afinidades franquistas, etc., porque ellos tampoco relacionaban que JOC tuviera que ser necesariamente antifranquista (...). (Cardijn) hablaba con una pasión que aquello se contagiaba. Aquellos días yo creo que todos vibrábamos. Los que participamos más directamente éramos gente joven, de 18 a 24 años, y aquello marcó. Las conferencias se publicaron y fueron lectura durante muchos años”[15]                                                             

 

            No es de extrañar la buena reacción del auditorio. En aquellos momentos, Cardijn era un ídolo para los cristianos socialmente más avanzados y para los jocistas en particular. Este liderazgo carismático es lo que refleja muy bien el testimonio de Alberto Jorge Revuelta, vicepresidente de la JOC entre 1959 y 1962: “Fotos (de Cardijn) en los centros, fotos con la oración jocista, libros suyos, su oratoria fascinante, todo contribuía a la exaltación mítica del sacerdote que había confiado en los jóvenes trabajadores”. No obstante, según Revuelta, los militantes españoles supieron ver en el fundador al hombre antes que al ídolo y no perder de vista que lo verdaderamente importante: los objetivos pedagógicos y de lucha del movimiento [16].

            Tras abandonar España, Cardijn recibió una interesante carta de un sacerdote de Guipúzcoa, Pío de Montoya. Éste se quejaba de que no había podido hablar con el fundador de la JOC, al que encontró rodeado “por personas eclesiásticas definitivamente orientadas hacia una estrecha colaboración de los organismos de Acción Católica con las fuerzas políticas en el poder”. Se trataba de gentes que pretendían “usar y abusar del nombre de Cardijn al antojo de sus propios intereses”.

            Ante la imposibilidad del contacto personal, el cura español tuvo que contentarse con hacerle llegar al belga el índice de salarios y precios. Con estos datos, su intención era impedir que Cardijn se dejara impresionar por los partidarios del régimen. Mientras éstos afirmaban que España disfrutaba del Régimen Social más cristiano y avanzado del mundo, la realidad era que el obrero español estaba en condiciones de vida que le equiparaban al ruso, “muy por debajo del nivel de vida europeo, y a una distancia estelar del americano”. 

            A continuación, Montoya se lamentaba por la falta de información del Vaticano sobre la auténtica situación de la Iglesia española. Según un alto dignatario eclesiástico español, el Nuncio sólo informaba a Roma “de lo inocuo y de trámite oficial, sin querer adentrarse en Nada, que pueda comprometer su situación o hacerla embarazosa”. Por otro lado, el Nuncio sólo recibía información mediatizada. Los informes que le llegaban pasaban por la censura de sacerdotes totalmente incondicionales del franquismo. No cabía, pues, esperar que estos curas actuaran con honradez cuando tuvieran en sus manos “informes que acusen al Régimen”.

            Los obispos, por su parte, no se mostraban más objetivos. Sólo había, según Pío, una excepción. El obispo de Canarias, Antonio Pildáin. Aunque había firmado la Carta Colectiva de 1937, Pildáin impidió “con su personal actuación las matanzas de obreros, y gente no adicta a la sublevación”. Poco después, el obispo canario evitó que las autoridades judiciales utilizaran al clero para averiguar el partido político al que pertenecían los feligreses. Cuando el cuerpo judicial de Canarias fue a verle para recordarle cuál era la voluntad del jefe del Estado, él -siempre según la carta de Montoya- señaló el crucifijo que presidía su salón de visitas y respondió: “Señores Magistrados, para mí, no hay otro Jefe de Estado que ESE”. De esta manera, la oposición episcopal evitó que Ley de Responsabilidades políticas se aplicara en el archipiélago canario.  

            La Iglesia española, en suma, se encontraba unida incondicionalmente al régimen. Se había vendido a él por un plato de lentejas. Por ello, Montoya preveía que los católicos pagarían muy caro este apoyo en cuanto cambiase la situación política. La masas populares iban a vengarse cruelmente de que aquellos que habían sido, juntamente con el Estado, verdugos de la clase obrera. Cuando llegara este momento, el Vaticano hablaría de mártires. Lo cierto, en cambio, era que obispos y sacerdotes estaban incubando la futura persecución con su conducta actual: “No habrá tales mártires. No podemos dar testimonio de la verdad porque hemos defendido a un régimen totalitario”. Por todo ello, Montoya solicitaba a Cardijn que informara debidamente al Vaticano de esta angustiosa situación: “¡Que la causa de Dios tenga también algunos defensores!”[17].

            Otra persona que aprovechó la estancia en España del sacerdote belga para dirigirse a él fue Guillermo Rovirosa, el fundador de la HOAC. Sus palabras evidencian una rendida admiración por la  metodología jocista:                                  

“Nuestro movimiento HOAC, como los de todas partes, gusta de proclamarse hijo de las ideas geniales que el Buen Dios ha querido inspiraros en orden a la Acción Católica Obrera. Vuestros libros, vuestros discursos, vuestras consignas son para nosotros rayos de luz que iluminan nuestro camino. Es por esta razón que yo pido a Dios podernos entrevistar “in extenso” para que vos podáis juzgar las adaptaciones de vuestro método a las circunstancias de España que ha sido obligado realizar”[18]                          

 

            En el primer número del Boletín de la HOAC, de diciembre de 1947, Rovirosa había escrito un artículo en el que elogiaba calurosamente a Cardijn por haber fundado un movimiento dirigido a toda la masa obrera, un movimiento auténticamente obrero en contraste con las organizaciones amarillas, con un método pedagógico capaz de analizar objetivamente la realidad y relacionar la fe en Jesucristo con los problemas concretos de los trabajadores:

            “A un obrero, después de su jornada dura de trabajo en aquellos tiempos en que todavía no se habían conseguido las ocho horas, no se le pueden exigir estudios, ni le hagáis oír discursos, como intentaron muchos, fracasando de la manera más ruidosa. En cambio, tratar de su vida obrera, principalmente con vistas a mejorar lo que está desarreglado, esto, por fatigado que se encuentre, no le cansa” [19]

 

             En 1950, Cardijn escribe al sacerdote Luis Esparza para felicitarse por su labor con la JOC de Bilbao, y para rogarle que mantenga contactos con las otras JOC de la península: las de Barcelona, Valladolidad, Asturias, San Sebastián y otras, para que todas ellas pudieran trabajar “en el mismo espíritu profundamente apostólico y obrero que caracteriza al movimiento” [20]

            En 1955, el sacerdote belga visitó de nuevo España. Para tal ocasión, había solicitado un nuevo informe sobre la situación del país[21]. Su intervención fue clave para que fuera la JOC española el movimiento reconocido por la JOC Internacional y no la VOJ (Vanguardia Obrera Juvenil), el movimiento juvenil impulsado por los jesuitas, siguiendo también la metodología de la Revisión de Vida. Mauro Rubio, consiliario nacional de la JOC hispana, escribió a Cardijn para insistir en la necesidad de un movimiento único, obrero y jerárquico. A su juicio, la VOJ, como todas las organizaciones que no eran la JOAC, corría el peligro de caer en un paternalismo excesivo. Y el resultado sería la formación de jóvenes piadosos, no de auténticos militantes obreros y cristianos[22].

El regreso de Cardijn a la península no se produciría hasta 1960, con motivo del Congreso Nacional de la Juventud Obrera, organizado en Madrid por la JOC española. Cuando llegó al aeropuerto de Barajas, fue recibido por más quinientos jocistas que enarbolaban banderas de la JOC y llevaban pancartas con textos como “¡Cardijn, Cardijn, Cardijn!” o “Cardijn, nuestro libertador”. La acogida fue tal que un periodista del diario Ya escribió: “el entusiasmo no cabe en el reportaje porque era indescriptible[23]” 

 

 

 

El caso Torrella

En 1962, las comisiones nacionales de los movimientos obreros de Acción Católica (JOC, JOCF, HOAC, HOACF) elaboraron una declaración conjunta sobre las huelgas en Asturias, en la que manifestaban su defensa del derecho a un salario justo, de la participación de los trabajadores en la empresa, del derecho de asociación y del derecho de huelga. En un informe dirigido al Vaticano, la JOCI remarcaba que la finalidad del documento únicamente era orientar a los militantes de los cuatro movimientos, recordándoles la Doctrina Social de la Iglesia, ante la desinformación de los medios de comunicación oficiales y el peligro de la propaganda comunista:

            “Cette déclaration n’était pas destinée à la masse. Elle ne voulait qu’orienter les militants engagés dans les 4 mouvements, en leur rappelant les principes fondamentaux de la doctrine sociale de l’Eglise. Il est bon de noter que les radios officieles ne donnaient pas de nouvelles précises, mais que d’autre part, plusieurs radios comunistes déversaient à longueur de journées, de la propagande comuniste parmi le peuple. C’est en vue d’armer les militants chrétiens de la doctrine de l’Eglise, que les mouvements apostoliques on fait la déclaration qui n’a d’ailleurs été imprimée qu’en 20.000 exemplaires”[24]

 

            El texto, titulado “Ante los conflictos laborales”, se sometió a la aprobación del Cardenal Primado, Pla y Deniel, y de diversos obispos, pero fue considerado delictivo por la policía. El ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, dio instrucciones para que los gobernadores civiles impidiesen su difusión.          

            La falta de censura eclesiástica de la declaración fue la razón esgrimida por el gobierno para multar a los dirigentes jocistas, y el motivo por el que Elijo Garay, Patriarca Obispo de Madrid-Alcalá, prohibió a Ramón Torrella, consiliario nacional de la JOC masculina, el poder decir misa dentro de esta diócesis e incluso que residiera en ella[25].

            Al conocer lo sucedido, la JOC Internacional se solidarizó con Torrella y con la JOC española, por lo que solicitó la colaboración de las diversas JOC nacionales. Éstas podían ayudar a su homóloga hispana de diversas formas. Por ejemplo, a través de telegramas en los que expresaran su respaldo y simpatía. Estos telegramas debían ser textos positivos, que no mencionaran cuestiones políticas. Si se trataba de correspondencia normal, ésta no debía mencionar las siglas JOC en la dirección, para así  burlar la posible censura. Por la misma razón, las cartas debían enviarse a un apartado de correos a nombre de un particular.

            Otra forma de apoyo consistía en recaudar fondos para los huelguistas asturianos y sus familias, que estaban pasando por “grandes dificultades”. Todo el dinero reunido tenía que enviarse al Secretariado Internacional de la JOC, que sería el encargado de distribuirlo. Además de mostrar esta solidaridad económica, la JOC de cada país podía pedir a otros movimientos y sindicatos que tomaran postura e hicieran lo mismo.

            Desde el punto de vista de la JOCI, existía un gran peligro: que los comunistas fueran los únicos en divulgar noticias sobre la huelga española, noticias con frecuencia inexactas. No había que dejar, pues, que se llevaran ellos solos todo el protagonismo, sobre todo cuando un gran número de líderes huelguistas eran jocistas y antiguos jocistas que nada tenían que ver con el comunismo. Estos militantes cristianos, según la JOCI, llevaban a cabo su lucha por la justicia social con orden, disciplina y un sentido muy profundo de sus responsabilidades [26]

            Por otra parte, Cardijn escribió una carta absolutamente confidencial al Cardenal Primado, transmitiéndole el afecto del que era objeto Torrella por parte de las JOC de otros países, y preguntándole si la JOCI podía interceder de alguna forma en su favor:

            “La JOC Internationale reçoit évidemment un très grand nombre de demandes d’information sur ce cas pénible. Monsieur l’Abbé Torrella est estimé et aimé par toutes les JOC nationales d’Europe qui le connaissent et même par les JOC d’autres continents. Des prières s’élèvent certainement partout pour l’aumônier national de la JOC d’Espagne.

            Pouvons-nous faire davantage, soit à Rome, soit auprés du Gouvernement espagnol, soit auprés de Son Excellence Monseigneur l’Evêque de Madrid, en faveur de Monsieur l’Abbé Ramón Torrella et de la JOC espagnole, si durement éprouvée?

            Nous voulons éviter toute démarche ou intervention qui pourrait nuire à l’Eglise d’Espagne ou même paraître indiscrète”[27]

 

            En su respuesta, Pla y Deniel agradecía los ofrecimientos de Cardijn y le decía que podía hacer gestiones ante el Patriarca Obispo de Madrid-Alcalá; por su parte, él informaría a la Secretaría de Estado de Su Santidad sobre los incidentes entre la JOC española y el gobierno[28].

            Por fin, el 18 de Junio, Torrella escribió una carta a Bruselas para anunciar que el Patriarca de Madrid había accedido a renovarle las licencias eclesiásticas[29]. El problema se había solucionado gracias a los buenos oficios del arzobispo de Barcelona, Gregorio Modrego, y del Cardenal Primado. Pocos días después, Cardijn se dirigía a Pla y Deniel para darle las gracias por su intervención: “Je remercie Votre Eminence car je suis convaincu que l’appui de Votre Eminence à Don Ramón Torrella à contribué de beaucoup dans sa réhabilitation”[30].

            Las dificultades, sin embargo, no acabaron aquí. Del 21 al 25 de julio de 1963, la JOC masculina celebró en Oviedo su XVI Consejo Nacional, dentro de un contexto de efervescencia social debida a la huelga de los mineros asturianos. La visita de una personalidad como Cardijn constituía una muestra de solidaridad con la lucha de los obreros; aprovechando su presencia, la JOC intentó celebrar una concentración pública que fue prohibida por el Gobernador Civil. 

            El fundador belga tuvo que hablar en el Seminario de Oviedo, en un acto al que asisten jocistas y otros militantes obreros. Víctor Pidal recuerda que “yo allí he visto gente mayor de las minas, gente también de la HOAC que empezaban...”. Como hacía siempre, Cardijn habló de su familia obrera y de su decisión de dar su vida por la clase obrera, y animó al auditorio diciéndoles que eran la esperanza del mundo obrero y de la Iglesia. Los jocistas estaban maravillados ante la energía de aquel hombre que iba de un lado a otro del escenario hablando, gritando, gesticulando. La importancia de su presencia se veía acrecentada por la explosiva situación social asturiana. Según Pidal, “aquello fue un delirio”, hasta tal punto que un consiliario de la HOAC, con cierta mala intención, comentó que casi había un culto a la personalidad. 

            En una valoración de lo que había supuesto la visita, la JOC española resaltaba su tremenda importancia en cuatro facetas distintas. En primer lugar, por el valor humano del hecho. Cardijn había sabido contagiar su optimismo, su pasión por la clase obrera. Ante sus palabras, su público se sentía emocionado: “Causó un impacto sentimental que en algunos momentos, oyéndole hablar, nos ponía un nudo en la garganta, carne de gallina y ganas de levantarse de las sillas”. ¿Qué había dicho el fundador para provocar semejante tan entusiasta? Frases muy simples: “Os amo; yo quiero matarme por vosotros”, “Tengo muchas ganas de morir para ir al encuentro de papá y mamá que me esperan en el Cielo y decirles: He sido fiel, y gracias a vosotros he podido ser el apóstol de los obreros”. 

            Por otra parte, la presencia del famoso sacerdote belga resultaba significativa por el valor doctrinal y educativo de sus palabras, además de por la importancia del orador como dirigente y líder de gran influencia. En este sentido, los jocistas españoles no le escatiman alabanzas: “grandioso sacerdote”, “hombre providencial del siglo XX para la clase obrera”, “gran apóstol de los tiempos modernos”. Tales elogios ponen de relieve la importancia de una personalidad adornada con un evidente carisma.   

Ditirambos aparte, en un contexto como el español, que negaba a los obreros la posibilidad de organizarse sindical y políticamente, sin duda debieron tener una gran resonancia las palabras de Cardijn sobre la formación de trabajadores que pudieran llegar a ser desempeñar funciones de liderazgo político. Se basaba en la experiencia de Bélgica, en la que fueron antiguos jocistas dos ministros, veinticuatro diputados y multitud de concejales. [31]

            Con la excusa de un puño en alto que aparecía en una de fotografía del Consejo, publicada en el número 76 del Juventud Obrera, la prensa del movimiento desencadenó una campaña contra la JOC, con las habituales acusaciones de infiltraciones comunistas. En el diario Tarrassa Información, Octavio Carreras publicó un artículo titulado “¿Tenemos necesidad de importar patetismo social?” en el que acusaba a Cardijn de realizar un discurso extraño e irreal, desconocedor de avanzada realidad social española. A su juicio, en España existía una juventud inteligente, cultura y desprovista de odios clasistas[32]

           

Cardijn y la crisis de la JOC

En 1966 estalló la crisis de la Acción Católica, al desautorizar los obispos las conclusiones de las VII Jornadas de Acción Católica y prohibir las jornadas nacionales. El ex-consiliario nacional de la JOC, Ramón Torrella, le escribió a Cardijn para explicarle la situación creada. Estaba convencido de que todas las señales percibidas hacían esperar que la Conferencia Episcopal reformara la Acción Católica española en un sentido por completo “espiritualista”, de forma que no existiera una correspondencia entre la fe y la vida. Todo dentro de un gran sumisión a los obispos, de manera que los seglares se limitaran a ser los ejecutores del “apostolado jerárquico”. Esto constituía un regreso al pasado y una gran decepción para el laicado más responsable y más consciente de la renovación impulsada por el concilio Vaticano II.

            Ante la incomprensión de sus obispos, los jocistas españoles decidieron informar a Cardijn, que ya había sido creado cardenal. Víctor Pidal recuerda que estas gestiones molestaron mucho al obispo Casimiro Morcillo: “Don Casimiro, en un aparte, nos cogió por allí y sobre todo a Enrique del Río le dijo: ¿Qué estáis diciendo la JOC española en Europa de mi? ¿Qué estáis diciendo en el  Vaticano? ¿Qué imagen estáis dando de mí?      El hombre se quejaba de que la JOC había hecho unas gestiones directamente con Cardijn porque Cardijn, al ser cardenal ya, pues tenía acceso directo a Roma”

            Marguerite Fiévez y Jacques Meert, biógrafos e íntimos colaboradores del fundador jocista, nos dicen que éste no podía traicionar a los laicos y consiliarios españoles que le solicitaban su mediación. Ante Pablo VI, Cardijn se declaró testigo y garante de la calidad evangélica de los responsables de la JOC española, y en desacuerdo con algunos de sus obispos[33].

 



[1] MARTÍNEZ HOYOS, FRANCISCO. La JOC a Catalunya. Barcelona. Mediterrània, 2000.

[2]  Entrevista a Joan Moles, 14-V-1998. El coraje de vivir es la traducción castellana de Pêcheurs d’hommes, la gran novela de Maxence Van der Meersch sobre los orígenes de la JOC en Francia.

[3] Entrevista personal con el autor.

[4]  Entrevista a Lleonard Ramírez, 24-II-1998.

[5]  Carta de Ramón Aleu a Cardijn, 1-III-1949. Archivo de la JOC Internacional (AJOCI). 

[6]  Carta de Emilie Arnould a Joan Cortines. Bruselas, 9 de Agosto de 1935. Archivo Generales del Reino (Bruselas), Fondo Cardijn (FC) 1046. 

[7]  Carta de Joan Cortinas a Cardijn, 18 de julio de 1946. AJOCI.

[8]  FC 1048. Se trata de una versión mecanografiada del texto manuscrito que pude encontrar en el archivo de la JOCI. La interrogación de la cita corresponde a una palabra que en el original es muy difícil de leer.

[9]  Carta de Cardijn a Joan Cortinas. Bruselas, 3 de enero de 1946. AJOCI.

[10]  Carta de Lleonard Ramírez a Marguerite Fiévez. Barcelona, 5 de Enero de 1950. AJOCI. 

[11] Conversación informal de José Castaño con el autor.

[12]  Carta de Joan Cortinas a Cardijn. Barcelona, 6 de Septiembre de 1947. AJOCI.

[13]  CASES, IGNASI. Tot recordant Cardijn. Correspondència nº 275, pág 12. gener-febrer-març 1998.

[14]  Carta de Cardijn a Joan Cortinas. Bruselas, 25 de Septiembre de 1947. AJOCI.

[15]  Entrevista realizada por el autor a Josep Bigordà, 24-XI-1998.   

[16]  REVUELTA LUCERGA, ALBERTO JORGE. “Cardijn, en la bruma del recuerdo”. Archivo de la JOC española (AJE) 268.1.3.

[17]  Carta de Pío de Montoya a Cardijn. Guipúzcoa, 19 de agosto de 1949. AJOCI.

[18] Carta de Guillermo Rovirosa a Joseph Cardijn. Madrid, 23 de Abril de 1949. FC 1387 / 1. Traducción al castellano del autor.

[19]  Citado en MEERT, JACQUES; MALAGÓN, TOMÁS. Cardijn, pp.3-5. Ed. Zyx. Madrid, 1968.

[20]  Carta de Cardijn a Luis María Esparza. Bruselas, 30 de octubre de 1950. AJOCI.

[21]  Carta de María Trapuente a Cardijn. Madrid, 6 de mayo de 1955. AJOCI. Esta “información de la situación actual de España desde el punto de vista  social”, describe un país en periodo intenso de industrialización, en el que se produce un gran movimiento migratorio desde el campo a la ciudad. En cuanto a los obreros, éstos eran tratados por las otras clases sociales como si fueran gente muy inferior. La Iglesia, por su parte, no se mostraba muy atenta a estos problemas: “Uno de los más grandes defectos de los católicos de nuestro país es el de no tener sentido social”.

[22]  Carta de Mauro Rubio, consiliario nacional de la JOC, a Cardijn. Madrid, 4 de abril de 1955. AJOCI.

[23]  “Apoteósico recibimiento al fundador de la JOC”. Ya, 24 de julio de 1960.

[24]  Information de la JOC Internationale à la Secrétairie d’Etat de Sa Sainteté, a propos des récentes difficultés de la JOC espagnole - fin juin 1962.  FC 1284/2.

[25]  Madrid, 21 de Mayo de 1962, anexo 6 a  Information de la JOC Internationale à la Secrétairie d’Etat de Sa Sainteté, op.cit. Citado también en MURCIA, ANTONIO. Obreros y obispos bajo el franquismo. Madrid. Ediciones HOAC, 1995, pp. 277-278.

[26]  Carta del Secretariado Internacional de la JOC a las JOC nacionales. Bruselas, 29 de mayo de 1962. El documento está firmado por Cardijn, como consiliario general del movimiento, y por el presidente y la vicepresidenta de la JOCI. FC 1049/1.

[27] Bruselas, 28 de Mayo de 1962. Anexo 8 a Information de la JOC Internationale à la Secrétairie d’Etat de Sa Sainteté, op. cit. 

[28] Toledo, 13 de Junio de 1962. Anexo 9 a Information de la JOC Internationale à la Secrétairie d’Etat de Sa Sainteté, op. cit. Citado en MURCIA, pág 280.

[29]  Carta citada en MURCIA, pág 281.

[30]  Bruselas, 22 de Junio de 1962. Anexo 10 a Information de la JOC Internationale à la Secrétairie d’Etat de Sa Sainteté, op. cit.

[31]  Monseñor Cardijn en el XVI Consejo Nacional. Madrid, 4 de septiembre de 1963. Archivo de la JOC del  Obispado de Barcelona-189.

[32]  CASTAÑO, JOSEP. Memòries sobre la JOC a Catalunya, 1932-1970. Barcelona. Institut Catòlic d’Estudis Socials, pp. 144-148.

[33] Cardijn, tomado de http://www.josephcardijn.com/life-and-times-of-joseph-cardijn, capítulo XV. 

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