LRH 39.5.pdf
Documento Adobe Acrobat 131.9 KB

Desentrañar la Identidad africana en una sociedad globalizada.

 

ADJOA Nathalie Chiyé épouse KESSÉ [1] 

 

Universidad Alassane Ouattara, Bouaké (Costa de Marfil). 

 

 

Resumen. En este artículo, desentrañamos las implicaciones que tiene la globalización  en la constitución de identidades. En efecto, la identidad es el conjunto de rasgos comunes a un pueblo, un grupo o una colectividad. La identidad africana está puesta en tela de juicio ya que la interacción que existe hoy entre África y el exterior se va amplificando más  y afecta por lo tanto el continente africano bajo todos sus ángulos. La amenaza que pesa sobre el continente y su identidad es muy grande porque su grado de desarrollo es débil y vulnerable frente a los potentes: los europeos. Sin embargo, podemos formular el problema del modo siguiente: ¿qué implicaciones tiene la globalización en la cultura  la economía y la construcción de identidades? ¿Cómo influye en el sentido de identidad de las personas, grupos y colectividades? “¿Se estará produciendo un proceso de homogeneidad identitaria vía globalización?

Palabras claves: Desentrañar, Identidad, África, Sociedad, Cultura, Globalización. 

 

  1. Desentrañando Identidad y Globalización.

 

1.1.             Identidad

Identidad procede del latín” identĭtas” y este de la entrada “ídem” que significa “lo mismo”. Cuando se habla de identidad, generalmente podemos estar haciendo referencia a esa serie de rasgos, atributos o características propias de una persona, sujeto o inclusive de un grupo de ellos que logran diferenciarlos de los demás. Por su parte, identidad también alude a aquella apreciación o percepción que cada individuo se tiene sobre sí mismo en comparación con otros, que puede incluir además la percepción de toda una colectividad; y es la identidad la que se encarga de forjar y dirigir a una comunidad definiendo así sus necesidades, acciones, gustos, prioridades o rasgos que los identifica y los distingue.

1.2.             Globalización

Globalización es un concepto que pretende definir la realidad de nuestro planeta como un todo conectado, que se va pareciendo más a una sola sociedad, más allá de fronteras nacionales, diferencias étnicas y religiosas, ideologías políticas y condiciones socio-económicas o culturales. Ésta consiste en la ampliación de la dependencia económica, cultural y política de los países del mundo, la cual es originada por el aumento insólito de la actividad internacional, el comercio mundial de bienes y servicios, el flujo de capitales, así como el avance de los medios de transporte, y el uso de las nuevas tecnológicas de información y comunicación (tecnologías satelitales y especialmente, de  Internet).

 

2.      África: entre Identidad y Globalización.

 

2.1.            A nivel económico

   Globalización es un concepto ambiguo, que incluye muy diferentes significados dependiendo de quién lo use. Globalización es una palabra de moda que da nombre a la interconexión e interdependencia entre las diferentes partes del mundo, como nunca había existido antes. La mayor evidencia de esto es la intensificación de los flujos de personas, mercancías, tecnología y capital. En este sentido podría ser cierto que la globalización ha pasado de largo a África, dado que tras los 80s y la crisis de la deuda, los flujos de capital hacia África and decrecido o no han crecido tanto como en otros países, y la tecnología no ha revolucionado, seguro, la economía como en otras partes del mundo. En cualquier caso la intensificación de los flujos de personas es especialmente cierto en África. En contraste con Europa, donde los flujos son de trabajadores cualificados comúnmente, los desplazados de África a Europa son mano de obra sin cualificación, legales o ilegales, y él un flujo de personas mucho mayor que cualquier flujo de ciudadanos occidentales en la actualidad Pero el concepto de globalización y el rol de África en él son mayores que esto. Primero la globalización de la economía y la sociedad es un proceso que ha venido desarrollándose de forma ininterrumpida desde el siglo XV. Su primera etapa fue el reparto del mundo entre las potencias europeas, la etapa colonial o imperialista, que se vería intensificado con la necesidad de materias primas para la revolución industrial. La división internacional del trabajo entre países industriales y productores de materias primas es el efecto más evidente de la globalización capitalista a partir del XIX.

África juega un rol básico en este proceso. Primero, con la colonización de América, África es usada como fuente de mano de obra esclava, antes de su propia colonización. El comercio de esclavos establece una de las primeras redes de comercio internacional, a través de este comercio es producida una gran acumulación de capital  que será tan necesaria como el capital proveniente de las grandes explotaciones agrarias para la revolución industrial inglesa. A finales del s.XIX y principios del s.XX, África intensificó su importancia en el comercio internacional. Esto significa su colonización y reparto, entre los países industriales, para el expolio de materias primas necesarias para la industria. La Segunda función de África una vez colonizada fue la de mercado para los bienes manufacturados de Europa. África, jugó un importante rol en el proceso histórico de globalización de la economía. Pero… Entonces ¿cuál es la suerte de África al día de hoy? Los cambios en la economía después de los 80s son profundos, la depreciación del trabajo no cualificado y las materias primas es una desventaja enorme para África, dado que son sus mayores recursos.

Volviendo al concepto de Globalización, este tiene también el sentido de internacionalización del capital, el capital se supone debería perder toda nacionalidad a través del crecimiento de las compañías trans-nacionales y el comercio internacional. África juega también un rol en esto. Una gran parte de su producción agrícola y minera está bajo control de empresas trans-nacionales y dirigidas a la exportación hacia los países occidentales.

El control sobre el proceso de refinado y transformación de los minerales de África sigue en gran parte en manos de occidente, incluso tras las nacionalizaciones de los 70s. A través de más créditos y más endeudamiento, los gobiernos Africanos obtienen tecnología para transformar parte de su producción, pero nunca la mayor parte. Además las compañías mineras introducen constantes innovaciones en sus procesos de transformación de los minerales, no pudiendo seguir su ritmo las empresas públicas africanas. Otro aspecto es la inversión conjunta entre empresas occidentales y africanas para proyectos de explotación de minerales. La participación Africana en el capital de estas explotaciones suele ser muy reducida, dado que el principal obstáculo es precisamente la ausencia de acumulación de capital nacional, como lastre de la herencia colonial.

La explotación de Mount Kalahoyo, en Costa de Marfil, es un buen ejemplo. Aquí, empresas inglesas, Francesas, Alemanas, Holandesas y Japonesas se reparten las participaciones, siendo el capital nacionalizado un escaso 5% del total. La globalización del sistema productivo Africano, obstaculiza además la posibilidad de una acumulación propia de capital suficiente en África para escapar de la dependencia occidental.

Es evidente que las ventajas de la globalización se han saltado a África. Es decir que definitivamente internet no va llegar a los hogares de los africanos. Sería más cierto decir que la globalización en África, conlleva implicaciones muy diferentes de Europa o, incluso, que África muestra la peor cara de la globalización. África ha venido jugando un rol importante en el proceso Globalizador, como fuente de mano de obra y materias primas baratas para occidente.   De hecho,   el continente africano es la región más globalizada del mundo, ya que su economía y su política dependen de cualquier parte del mundo menos de ellos mismos. El pasado, el presente y el futuro de la humanidad, dependen de África. Todos los continentes sueñan con África y están invadiendo África en busca de sus ricos recursos. África, en las seis últimas décadas, se convirtió en un verdadero laboratorio de experiencias de desarrollo, elaboradas por expertos internacionales y por los propios africanos.

“Los resultados han sido insignificantes, por la combinación de varios factores internos y externos y fundamentalmente, por excluir la idiosincrasia de los pueblos, sus creencias y sus tradiciones, tanto en su concepción como en su ejecución, y por descuidar el desarrollo humano”, dice Mbuyi Kabunda.Muchas multinacionales españolas y de otros países, tanto en los ámbitos de la construcción (Dragados), como de la agricultura o la industria, que no alcanzaban las cuotas de beneficios esperados. Algunas abandonaron África a los pocos años. Una de las razones más importantes de su “fracaso”, es su escaso conocimiento de las culturas locales, sus lenguas y sus formas de relacionarse.

La conclusión de algunas multinacionales era que a los africanos no les interesaba la tecnología y el desarrollo económico. La realidad es que los africanos quieren, están consiguiendo y necesitan la tecnología y la ciencia, pero la quieren aplicar a su manera, y según su identidad africana.

El desarrollo tecnológico e industrial está afectando profundamente las formas tradicionales de la vida entre los pueblos africanos. Su gran reto será, saber elegir e integrar la tecnología en su identidad africana. Esto solo podrán realizarlo los propios pueblos africanos. África es rica en recursos naturales, pero está habitada por gente empobrecida. Todas las propuestas llevadas a cabo hasta la actualidad no han hecho más que agravar la pobreza, porque estaban definidos y planificados según los criterios de desarrollo de occidente. Se ha impuesto un modelo económico occidental, centrado en un mayor beneficio comercial y no en el bienestar de la sociedad.

Según el FMI, África es hoy la región con la tasa de crecimiento más alta del mundo, llegando al 6.1%. Hoy todo el mundo se interesa por África. Está surgiendo una clase media integrada por unos 300 millones de personas.

El problema es que cuanto más se habla de la tasa de crecimiento en África, más aumenta la pobreza y el paro. Estamos pues ante un crecimiento sin desarrollo. Incluso el impulso actual de países como Angola, Nigeria es engañosa porque aumenta la desigualdad, y porque no promueve un desarrollo humano integral.[2]

 

2.2.            A nivel cultural

Uno de los argumentos más frecuentes contra la globalización es el siguiente: La desaparición de las fronteras nacionales y el establecimiento de un mundo interconectado por los mercados internacionales infligirá un golpe de muerte a las culturas regionales y nacionales, a las tradiciones, costumbres, mitologías y patrones de comportamiento que determinan la identidad cultural de cada comunidad o país. Incapaces de resistir la invasión de productos culturales de los países desarrollados -o, mejor dicho, del superponer, los Estados Unidos-, que, inevitablemente, acompañan como una estela a las grandes trasnacionales, la cultura norteamericana (algunos arrogantes la llaman la "subcultura") terminará por imponerse, uniformizando al mundo entero, y aniquilando la rica floración de diversas culturas que todavía ostenta. De este modo, todos los demás pueblos, y no sólo los pequeños y débiles, perderán su identidad -vale decir, su alma- y pasarán a ser los colonizados del siglo XXI, epígonos, zombies o caricaturas modelados según los patrones culturales del nuevo imperialismo, que, además de reinar sobre el planeta gracias a sus capitales, técnicas, poderío militar y conocimientos científicos, impondrá a los demás su lengua, sus maneras de pensar, de creer, de divertirse y de soñar.

Aunque  el argumento cultural contra la globalización no es aceptable, conviene reconocer que, en el fondo de él yace una verdad incuestionable. El mundo en el que vamos a vivir en el siglo que comienza va a ser mucho menos pintoresco, impregnado de menos color local, que el que dejamos atrás. Fiestas, vestidos, costumbres, ceremonias, ritos y creencias que en el pasado dieron a la humanidad su frondosa variedad folclórica y etnológica van desapareciendo, o confinándose en sectores muy minoritarios, en tanto que el grueso de la sociedad los abandona y adopta otros, más adecuados a la realidad de nuestro tiempo. Éste es un proceso que experimentan, unos más rápido, otros más despacio, todos los países de la Tierra. Pero, no por obra de la globalización, sino de la modernización, de la que aquélla es efecto, no causa. Se puede lamentar, desde luego, que esto ocurra, y sentir nostalgia por el eclipse de formas de vida del pasado que, sobre todo vistas desde la cómoda perspectiva del presente, nos parecen llenas de gracia, originalidad y color. Ni siquiera los países como Cuba o Corea del Norte, que, temerosos de que la apertura destruya los regímenes totalitarios que los gobiernan, se cierran sobre sí mismos y oponen toda clase de censuras y prohibiciones a la modernidad, consiguen impedir que ésta vaya infiltrándose en ellos y poco a poco su llamada "identidad cultural". En teoría, sí, tal vez, un país podría conservarla, a condición de que, como ocurre con ciertas remotas tribus del África o la Amazonía, decida vivir en un aislamiento total, cortar toda forma de intercambio con el resto de las naciones y practicando la autosuficiencia. La identidad cultural así conservada retrocedería a esa sociedad a los niveles de vida del hombre prehistórico.

Es verdad, la modernización hace desaparecer muchas formas de vida tradicionales, pero, al mismo tiempo, abre oportunidades y constituye, a grandes rasgos, un gran paso adelante para el conjunto de la sociedad. Es por eso que, en contra a veces de lo que sus dirigentes o intelectuales tradicionalistas quisieran, los pueblos, cuando pueden elegir libremente, optan por ella, sin la menor ambigüedad.

La noción de "identidad cultural" es peligrosa, porque, desde el punto de vista social representa un artificio de dudosa consistencia conceptual, y, desde el político, un peligro para la más preciosa conquista humana, que es la libertad. Desde luego, no niego que un conjunto de personas que hablan la misma lengua, han nacido y viven en el mismo territorio, afrontan los mismos problemas y practican la misma religión y las mismas costumbres, tengan características comunes. Pero ese denominador colectivo no puede definir a cada una de ellas, aboliendo, o relegando a un segundo plano desdeñable, lo que cada miembro del grupo tiene de específico, la suma de atributos y rasgos particulares que lo diferencian de los otros. El concepto de identidad, cuando no se emplea en una escala exclusivamente individual y aspira a representar a un conglomerado, es reductor y deshumanizador, un pase mágico-ideológico de signo colectivista que abstrae todo lo que hay de original y creativo en el ser humano, aquello que no le ha sido impuesto por la herencia ni por el medio geográfico, ni por la presión social, sino que resulta de su capacidad para resistir esas influencias y contrarrestarlas con actos libres, de invención personal.

En verdad, la noción de identidad colectiva es una ficción ideológica, cimiento del nacionalismo, que, para muchos etnólogos y antropólogos, ni siquiera entre las comunidades más arcaicas representa una verdad. Pues, por importantes que para la defensa del grupo sean las costumbres y creencias practicadas en común, el margen de iniciativa y de creación entre sus miembros para emanciparse del conjunto es siempre grande y las diferencias individuales prevalecen sobre los rasgos colectivos cuando se examina a los individuos en sus propios términos y no como meros epifenómenos de la colectividad. Precisamente, una de las grandes ventajas de la globalización, es que ella extiende de manera radical las posibilidades de que cada ciudadano de este planeta interconectado -la patria de todos- construya su propia identidad cultural, de acuerdo a sus preferencias y motivaciones íntimas y mediante acciones voluntariamente decididas. Pues, ahora, ya no está obligado, como en el pasado y todavía en muchos lugares en el presente, a acatar la identidad que, recluyéndolo en un campo de concentración del que es imposible escapar, le imponen la lengua, la nación, la iglesia, las costumbres, etcétera, del medio en que nació. En este sentido, la globalización debe ser bienvenida porque amplía de manera notable el horizonte de la libertad individual.[3]

Uno de los defectos de muchos estudios dedicados a la globalización de la cultura radica precisamente en la tendencia a privilegiar sus formas, objetivadas –productos imágenes, artefactos, informaciones-, sin hacer la más mínima referencia al significado que les confieren sus productores, usuarios o consumidores en un determinado contexto de recepción. Así, al referirse a las manifestación es de la cultura globalizada, dichos estudios elaboran una enorme lista de los llamados iconos de la globalización (Mac Donald’s, Coca-Cola, Disney, Kodak, Sony, Gillette, Donald’s, Coca-Cola, Disney, Kodak, Sony, Gillette, Mercedes-Benz, Levi’s, Microsoft y, Marlboro), “sin la menor referencia a los significados que revisten estos productos para los sujetos que se los apropian o consumen. En el proceso de globalización se pueden observar dos tendencias aparentemente contradictorias: por una parte la tendencia a la convergencia u homogeneización cultural, ligada a la cultura mediática, al mercantilismo generalizado y al consumismo; y por otra la tendencia a la proliferación y a la heterogeneidad cultural. La primera tendencia se fundamenta en el hecho de que con la globalización el vínculo entre cultura y territorio se ha ido gradualmente rompiendo y se ha creado un espacio cultural electrónico sin un lugar geográfico preciso. La transmisión de la cultura occidental, crecientemente mediatizada por los medios de comunicación, ha ido superando las formas personales y locales de comunicación y ha introducido un quiebre entre los productores y los receptores de formas simbólicas. La existencia de conglomerados internacionales de comunicaciones que monopolizan la producción de noticias, series de televisión y películas es un aspecto relevante de este quiebre.

En virtud de todo esto, algunos interpretan esta tendencia como un proceso convergente hacia la conformación de una única cultura global capitalista o como expresión de un imperialismo cultural.[4]

 

  1. Conclusiones.

En definitiva podemos afirmar con holgura que el mundo en que vivimos  sufre una predominancia mental occidental. Esta visión occidental, perjudica a la identidad africana. De hecho el continente  africano está viviendo una segunda “colonización”, pero esta vez de manera más refinada. Con la globalización, los países ricos se enriquecen cada vez más, y los pobres se empobrecen cada vez mas también; los mores, las tradiciones, y las costumbres se están desapareciendo para dar rienda a las costumbres y a los estilos europeos. Es necesario apostar por un modelo económico contrario al actual, es decir, uno basado en el desarrollo humano y no en la sociedad de consumo y la acumulación de las riquezas. África cometió el error de apostar por la ayuda al desarrollo y las economías basadas en la materia primas. La ayuda impide a los países africanos reformarse y desarrollarse. ¿De qué sirven las ayudas tecnológicas si al mismo tiempo se asfixian económicamente estos pueblos con políticas macroeconómicas, comerciales, egoístas y explotadoras? Ante el fracaso de los modelos importados o impuestos desde el exterior, se impone un modelo de desarrollo de inspiración cultural endógena africana. Se trata de realizar una síntesis equilibrada entre los elementos importados y los elementos tradicionales. El verdadero desarrollo es el que ataca las desigualdades e injusticias sociales y materiales generadas por las políticas neoliberales. África ha de seguir su propia vía para conseguir seguridad alimentaria y un crecimiento duradero e incluyente. Se necesita una industrialización y agricultura, "Integrada en África", aunque se necesitan infraestructuras para transformar sus propias materias primas, incluyendo las capacidades energéticas. El sistema y tecnologías de crecimiento económico han sido impuestos por Occidente a los pueblos africanos, hasta este momento, para empobrecer y explotar África. Confiamos que a través de los crecientes movimientos sociales, que operan ya en 34 países africanos, los países del Continente se levanten para exigir el protagonismo en la integración de nuevos modelos de desarrollo integral y sostenible, desde su propia identidad africana.

 

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y FUENTES DOCUMENTALES

1)         “Aportaciones para la reflexión antropológica, filosófica y literaria”, consultado in

 https://lanaveva.wordpress.com/2009/07/14/los-fang-un-pueblo-y-su-cultura/

2)         LEWIS, Artur, “sobre la “democracia” mayoritaria y consensual”, 2 de enero de 2011,cincuenta y tres días, consultado in https://cincuentaytresdias.blogspot.co.ke/2011/01/sobre-la-democracia-mayoritaria-y.html?m=1

3)         « conferencia constitucional de Guinea Ecuatorial de 1967-1968 », consultado in https://es.m.wikipedia.org/wiki/conferencia_constitucion_de_guinea_ecuatorial_de_1967-1968

4)         CHIRILA, Magdalena Elena, “Identidad lingüística en Guinea Ecuatorial: diglosia y actitudes lingüísticas ante el español”, Universidad de Bergen, 2015, 122 páginas.

5)         “Guinea Ecuatorial”,pp: 39-138, consultado in http://riviste.unimi.it/index.php/tintas

6)         “historia de Guinea Ecuatorial”, consultado in http://www.asodegue.org/hdofm.htm

7)         https://www.ecured.cu/Guinea_Ecuatorial

8)         Instituto de Fomento de la región de Murcia (2014): “Informe del país Guinea Ecuatorial (noviembre 2013)”, consultado in http://www.institutofomentomurcia.es/c/document_library/get_file?uuid=c750b8ef-287d4985-80c7-288ea035afbb&groupId=10166

9)         DEL SAGRARIO María  Diaz-Pinés Prieto, “Literatura hispanoafricana de Guinea Ecuatorial: explorando las trayectorias nómades de César A. Mba Abogo”, Universidad de León, 2014, 119 páginas.

10)       ABAGA ENVÓ, María Teresa, “Una aportación al estudio del cuento fang de Guinea Ecuatorial en lengua española”, 173 páginas

11)       MUAKUKU Rondo Igambo, “conflictos étnicos y gobernabilidad : Guinea Ecuatorial”, 01 junio 2006, consultado in http://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?article_id=2415

12)       CASTILLO RODRIGUEZ, Susana, “Revista de Antropología social”, consultado in http://dx.doi.org/10.5209/RASO.53973

 

WEBGRAFÍA

  • La sociedad  africana se debate entre su identidad y la influencia externa (2016): in http/www.africafundacion.org
  • África en la era de la globalización:(2003) disponible  in http/www.lahaine.org
  • Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a diario El país SA(2000):in http/www.elpais.com

 


[1] Profesora del departamento de estudios ibéricos africanos y latinoamericanos.

[2] www.africafundacion.org

[3]derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El país SA.2000 disponible en htt://www.elpais.com

[4]www.uca.edu.sv

LA RAZÓN HISTÓRICA. REVISTA HISPANOAMERICANA DE HISTORIA DE LAS IDEAS

¿Quiénes somos?. 428 AUTORES y 65.000 LECTORES

-Impacto: en JCR (Q3/History)

-Calidad: en Google Scholar Metrics y en Emerging Sources Citation Index con JCI 0.17

-Difusión: reconocida internacionalmente por DOAJ y ERIHPLUS

Búsqueda en la Revista

Números publicados [2007-2024]

Nº62 EL GRAN SENTIMIENTO

Nº61. ENSAYOS HISTÓRICOS

Nº 60. SOBERANÍAS

Nº 59. MUTACIONES FACTIBLES

Nº 58. HISTORIA Y JUSTICIAS

Nº57. CONQUISTAS

Nº56. LECCIONES

Nº55. PALABRAS CONFLICTIVAS

Nº54. DEFINICIONES HISTÓRICAS

Nº53. ROSTROS HISTÓRICOS

Nº52. LUCES Y SOMBRAS

Nº51. MIEDOS PASADOS Y PRESENTES

Nº50. DINÁMICAS HISTÓRICAS

Nº49. CAMBIO Y CONTINUIDAD

Nº48. SENTIDO COMÚN

Nº47. PASADO PRESENTE

Nº 46. LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

Edición

Garantía de Calidad

Diseño y comunicación

Colaboración

En la red

Libros de la Colección

Servicios de interactividad con el lector.

Atención: Los campos marcados con * son obligatorios.