La Generación Beat, el Bebop y la contracultura
Alejandro Martín Guevara
Desde sus inicios la música y la literatura siempre han tenido una simbiosis sin la cual no podríamos concebirlas tal y como las entendemos hoy en día. Son tantas las historias a la que la música ha puesto su banda sonora, son tantos los poemas acompañados por unos buenos arreglos. ¿Qué sería de un poema sin ritmo?
También la música se ha beneficiado del mundo literario de una manera gratificante. Una buena letra siempre nos ayudará a sentir una canción de una manera que llega a ser particular y personal a cada uno de nosotros.
Hoy me gustaría poner de ejemplo de esa simbiosis, hablando sobre la influencia que tuvo la música en la literatura a través del jazz y la Generación Beat, y cómo esta influencia volvió a la música como un boomerang, dando lugar a los algunos de los grandes grupos de la música moderna.
Ese intercambio dio lugar a una forma de expresión que no solo se basaba en la técnica y en los estándares de la época. Creaba, también, una contracultura con unos aires de renovación transgresores, desde una idea que transmitía que jamás antes se había conocido semejante fenómeno en la música moderna, donde la libertad y la improvisación del artista no conocían límites.
El estilo con el que comenzó todo fue el Bebop Jazz. Un género que emergió a principios de los años 40. De antemano, me gustaría comentar que nunca fue un estilo con un éxito de masas y que tampoco fue del agrado de los puristas, aunque en mi opinión esté mucho más cerca de los orígenes del jazz que el swing y otros estilos más aceptados por aquellos tiempos.
Con el estallido de la Segunda Guerra mundial y la entrada de Estados Unidos en el conflicto, miles de músicos tuvieron que marchar al frente en Europa y en el Pacífico. Por ello, el sector tuvo que reinventarse con jóvenes músicos que darían un aire nuevo a una industria del Jazz en declive.
Los músicos de la época se sentían frustrados por lo atada que se encontraba su creatividad en las melódicas Big Bands, que se dedicaban a tocar swing ya que era lo que el gran público demandaba.
En Kansas City se empezaba a notar esas ganas de libertad en las interpretaciones de los solos en las Big Bands y empezaba a crearse el germen de un estilo único que derivaría en el Bebop. Una de esas Big Bands era la histórica y longeva Count Basie Orchesta, en la que destacaba el famoso saxofonista Lester Young, quien sería toda una referencia para los hipsters de la época.
El mayor admirador de Young era un joven Charlie Parker, que estaría llamado a cambiar la historia del jazz años más tarde. Este disfrutaba escuchando como Young jugaba con la melodía, entrando y saliendo de la estructura de los acordes, pero con una técnica tan depurada y un sentido musical tan rítmico que cautivaba.
Años más tarde, Charlie Parker iría a Nueva York con la orquesta de Jay McShann. Allí conocería al joven Dizzie Gillespie, que tocaba como trompetista del polifacético Cab Calloway.
En garitos como el Cotton Club de Harlem podía escucharse a músicos como el pianista Thelonious Monk, quien estaba adaptando las nuevas ideas armónicas a su estilo Stride Jazz (del que ya hemos hablado en esta sección con anterioridad en nuestro artículo de las Harlem Rent Parties).
Otros nombres que también van unidos a este estilo son Dexter Gordon, el trompetista de la banda de Louis Armstrong, y los bateristas y compositores Max Roach y Bud Powell. Pero años más tarde el estilo llegaría a su punto álgido de la mano de Gillespie y Parker y una gira que realizaron en el famoso verano de 1945 en los clubes de Hollywood.
Las características de este nuevo estilo llamado Bebop, y que incorporarían esta nueva hornada de músicos, serían la individualización de los componentes de la banda hasta tal punto que los instrumentos de percusión llegarían a tomar un carácter melódico, rompiendo así con todo lo que significaba el swing y llegando a crear una sensación de caos.
Todo ello venía marcado por la música afrocubana, que ya empezaba a hacer sus primeros escarceos fuera de tierras caribeñas. El público que llenaba las pistas de baile de swing, huyó del jazz y de la deriva de sus nuevos estilos, pero eso es otro cantar que abordaremos en otra ocasión en la Razón Musical. Resaltar a los músicos como el trompetista Mario Bauza o el malogrado percusionista Chano Pozo, quien años más tarde moriría en Harlem cuando le reclamaba a un camello que le había timado con marihuana falsa.
También se puede apreciar el gusto por los tonos altos de los instrumentos de viento, con ritmos muy cortantes y veloces perdiendo la vocalidad y buscando más el sonido propio del instrumento como ocurre en la música clásica. A todo esto habría que sumarle unos riffs muy agresivos, junto a una armonía que dejaba de lado la focalización en la melodía.
Todos estos músicos tan talentosos, y que años más tarde acabarían en el Olimpo del jazz y de la música, fueron apoderándose de los pequeños solos que había en los temas de swing, e intentaban llenarlos de armonías, melodías y tantos detalles técnicos que muchos críticos llegaron a considerarlo música no-jazz.
El talento era tal, que hasta los propios músicos se apropiaban del origen de la palabra bebop, aunque hay un amplio consenso en la idea que procede del Scat y las sílabas que se improvisan al utilizar este tipo de improvisación. A todos nos viene a la mente la gran Ella Fitzgerald cuando hablamos de Scat. El primer ejemplo conocido del uso de "bebop" fue en "Four or Five Times" de McKinney's Cotton Pickers, grabado en 1928, aunque eso no importaba a músicos como Thelonious Monk, que afirmaba que el origen de la palabra venía de su composición "52nd Street Theme”.
De esta manera empezó a surgir un grupo social que se conocería por Boppers y que estaba integrado básicamente por gente al margen de la sociedad, camellos, prostitutas, drogadictos, ladrones, vagabundos, nómadas; gente a la que la vida le había llevado por caminos que le habían hecho excluirse o que se sentían excluidos de una sociedad puritana y censora que cambiaba a velocidad de vértigo entre revoluciones industriales, guerras y depresiones económicas. Estas minorías desfavorecidas vieron en este tipo de contracultura una oportunidad para expresar y dar sentido a esa ruptura con lo establecido y lo políticamente correcto. La importancia de la libertad a la improvisación, la creatividad y al sentimiento que se mostrara en ese momento, prevalecía por encima de todo convencionalismo. Toda creatividad tenía que proceder de la libertad del individuo.
Así, este movimiento de los Boppers fue el origen, directo, del movimiento social y literario que más tarde se conocería como la Generación Beat, que tuvo un gran impacto en los Estados Unidos de los años 50. Al respecto hay que señalar que el término beat proviene de "beat down" (derrotado), siendo el reflejo de la desesperación de una sociedad afectada por la realidad de la depresión económica, el impacto de la II Guerra mundial, y la legendaria amenaza de la bomba atómica. Representó una nueva manera de entender la vida, de rechazar los conformismos sociales, de abrir la mente y el pensamiento a nuevas ventanas de percepción individual y colectiva.
Algunos de los autores más destacados de la generación fueron Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William S. Burroughs y Neal Cassady. Kerouac puede ser considerado como el principal precursor y estandarte del mismo, con la publicación de su venerada obra “On the Road”; obra de ficción pero con base muy real, donde relataba los viajes del propio Kerouac y sus amigos por territorio norteamericano, viviendo la vida en un contexto de música, literatura y consumo de drogas. La novela se llegó a convertir en todo un icono del movimiento beat.
En este contexto, Charlie Parker, siendo uno de los principales baluartes del bebop, tuvo un gran impacto en los poetas Beat. Podemos ver su influencia en muchos de los escritores Beats, pero especialmente en Jack Kerouac, tanto en su escritura como en su método. El nuevo estilo de escritura de Kerouac, a su vez, influyó en muchos escritores de su generación. La improvisación alocada del bebop y sus sonidos, tanto a nivel intelectual como emocional, hacía del estilo una forma de rebelarse y romper con las normas socialmente establecidas. La espontaneidad en el sonido y la singularidad de cada solo de bebop tal como ocurre en el momento, fue emulada por escritores como Kerouac.
En la escritura Beat era importante que el lector respondiera a las emociones que transmitía la rapidez de las palabras en la página. También era importante que el lector tuviera cierta noción de las tradiciones musicales, como el bebop. Por ello, Kerouac adaptó las lecturas a un ritmo y a un sonido que se convirtió en una forma de identificar su voz de una manera similar a la que el uso innovador del ritmo de Parker caracterizaba su música. Aunque cada uno estuvo fuertemente influenciado por otras disciplinas artísticas, surgieron con estilos lo suficientemente únicos como para revolucionar tanto la música como el mundo literario.
No hay muchas grabaciones del estilo ya que, como os comentaba en el inicio del artículo, el bebop nunca fue del agrado del gran público, que prefería las grandes orquestas de Swing y sus cantantes míticos como Frank Sinatra. Tampoco las constantes huelgas de los sindicatos de músicos en la década de los 40 ayudaron a que la época quedara reflejada y se perdieran grandes actuaciones.
La música negra que comenzó a ponerse de moda es la época era, principalmente, el rhythm & blues. Mientras, los principales intérpretes de bebop fueron experimentando con otros sonidos, dando lugar estilos como el Cool Jazz o el Hard Bop, que intentarían dar una pausa a ese huracán sonoro que fue el bebop. Pero eso es otra historia que abordaremos en próximos artículos de La Razón Musical.
Aquí tienes un enlace a una playlist con canciones relacionadas con el artículo.
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